viernes, 28 de diciembre de 2018

JUGAR AL ESCONDITE CON DIOS


Con su nacimiento oculto y silencioso en la gruta de Belén, Dios nos invita a que juguemos al escondite con Él. Se oculta para despertar en nosotros el anhelo amoroso de su búsqueda, para luego compartir la alegría del encuentro y del abrazo. Así lo sugiere este sentido texto del entonces Cardenal Ratzinger:


«D
ios se ha hecho hombre, se ha hecho niño. De este modo cumple la excelsa y misteriosa promesa, será Emmanuel: Dios con nosotros. Ya no es inalcanzable para nadie. Dios es Emmanuel. Haciéndose niño nos ofrece el tú. Se me ocurre al respecto una historia rabínica que Elie Wiesel ha registrado. Wiesel cuenta que Jehel, un joven muchacho, entró llorando en casa de su abuelo, el famoso Rabí Baruch. Gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, mientras se lamentaba: mi amigo me ha abandonado, ha sido injusto y poco amable conmigo. Vamos, vamos, ¿no puedes explicármelo más despacio?, le pregunto el maestro. Sí, respondió el pequeño. Hemos jugado al escondite. Y yo me he escondido tan bien que mi amigo no ha podido encontrarme. Así pues, ha dejado de buscarme y se ha ido. ¿No ha sido antipático? El más bello escondite ha perdido su belleza, porque mi amigo ha interrumpido el juego. En ese momento el maestro le acarició las mejillas, al tiempo que los ojos se le inundaban de lágrimas. A continuación dijo: sí, eso es muy poco cortés. Pero, ¿sabes?, lo mismo ocurre con Dios. Él se ha ocultado y nosotros no lo buscamos. Imagínate lo que esto significa: Dios se ha ocultado y nosotros no lo buscamos ni siquiera una vez. En esta pequeña historia se puede descubrir de un modo manifiesto el misterio de la Navidad. Dios se oculta. Espera que la criatura se ponga en camino, que surja un nuevo y libre sí dirigido a Él, que en la criatura tenga lugar el acontecimiento del amor. Espera al hombre». (Joseph Card. Ratzinger, Cooperadores de la verdad, Rialp 1991, p. 488).

lunes, 24 de diciembre de 2018

UNA BELLÍSIMA EXPOSICIÓN DE BELENES


Publicamos algunas fotografías de la exposición de Belenes que se ha realizado este año en el Museo Nacional Bávaro de Múnich. La finura de las tallas, la variedad de los estilos y las más bellas ambientaciones del Misterio, revelan cómo la fe, la piedad y el arte suelen fundirse en esta asombrosa ciencia artística que conocemos como Belenismo. Estas construcciones reviven plásticamente el hecho más admirable acaecido sobre la tierra: el nacimiento del Niño Dios, misterio digno de ser representado hasta el fin de los tiempos. Con estas ilustraciones vayan también nuestros mejores deseos de una santa y feliz Navidad.















miércoles, 19 de diciembre de 2018

EMOTIVAS EXEQUIAS DE ROBERT SPAEMANN


U
n amigo, que ha estado presente en la ceremonia, nos envía estas fotografías de las exequias y posterior sepelio del filósofo alemán Robert Spaemann. La Misa de Requiem por su eterno descanso ha tenido lugar esta mañana en la iglesia de Cristo Redentor, en la ciudad de Stuttgart, según la forma extraordinaria del rito romano, forma que Spaemann amó y defendió con finura. Como suele suceder con los espíritus selectos, una solemnidad empapada de sencillez acompañó la emotiva ceremonia con que la Iglesia despidió y encomendó al Padre el alma de este fiel servidor. Al inicio de la homilía, breve y con encanto, el celebrante advirtió que era voluntad explícita del difunto que no hubiese elogios ni discursos de ningún tipo, y que se hablase de la fe en la vida eterna. Que Dios recompense con la visión de su gloria a quien buscó sin descanso la verdad y defendió con fortaleza la fe.



















lunes, 17 de diciembre de 2018

MARÍA, CAMINO DEL ADVIENTO


«Y
a habéis caído en la cuenta que la Virgen es el camino real que recorre el Salvador hasta nosotros... Ahora tratemos, queridísimos, de seguir la misma ruta ascendente hasta llegar a aquel que por María descendió hasta nosotros. Lleguemos por la Virgen a la gracia de aquel que por la Virgen vino a nuestra miseria.
Llévanos a tu Hijo, dichosa y agraciada, madre de la vida y madre de la salvación. Por ti nos acoja el que por ti se entregó a nosotros. Tu integridad excuse en tu presencia la culpa de nuestra corrupción. Y que tu humildad, tan agradable a Dios, obtenga el perdón de nuestra vanidad. Que tu incalculable caridad sepulte el número incontable de nuestros pecados y que tu fecundidad gloriosa nos otorgue la fecundidad de las buenas obras. Señora mediadora y abogada nuestra, reconcílianos con tu Hijo. Recomiéndanos y preséntanos a tu Hijo. Por la gracia que recibiste, por el privilegio que mereciste y la misericordia que alumbraste, consíguenos que aquel que por ti se dignó participar de nuestra debilidad y miseria, comparta con nosotros, por tu intercesión, su gloria y felicidad. Cristo Jesús, Señor nuestro, que es bendito sobre todas las cosas y por siempre» (San Bernardo, En el Adviento del Señor, sermón 3).

martes, 11 de diciembre de 2018

LA PARTIDA DE UN GRAN PENSADOR CATÓLICO


Reproducimos con su venia la semblanza que el filósofo Jorge Peña ha preparado para la prensa (El Mercurio de Santiago de Chile), con ocasión del fallecimiento de Robert Spaemann, uno de los pensadores católicos más destacados de nuestro tiempo, y gran amigo y defensor de la liturgia tradicional de la Iglesia. 

Robert Spaemann (1927-2018)
Por Jorge Peña Vial

H
ace pocas horas ha fallecido, a los 91 años, uno de los más grandes pensadores del siglo XX, y quizás uno de los mejores filósofos católicos de nuestro tiempo: Robert Spaemann. Fue profesor de filosofía en las universidades de Stuttgart, Heidelberg -en cuya cátedra sucedió a Gadamer- y en la universidad de München. Fue nombrado doctor Honoris Causa por las universidades de Friburgo, Navarra y el 2 de septiembre de 1998 la Pontificia Universidad Católica de Chile, le otorgó el grado de Doctor Scientiae et Honoris Causa, ocasión en el que dictó la conferencia “Natural-No natural ¿son nociones significativas para la moral? (Cuadernos Humanitas n°12). Estuvo en dos ocasiones en Chile y tanto en la universidad Católica como en la universidad de los Andes, pronunció notables conferencias y clases, ocasión en que, además, fue nombrado miembro emérito de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto Chile.

Casi todas sus obras han sido traducidas al castellano de las que menciono algunas pocas: “Felicidad y Benevolencia”, “Lo natural y lo racional”, “Límites”, “Persona: acerca de la distinción entre algo y alguien”, “El rumor inmortal: la cuestión de Dios y la ilusión de la Modernidad”. Amigo y mentor de Benedicto XVI dejó una honda huella en muchísimos filósofos de inspiración católica. Un concepto central de su filosofía es el concepto teleológico de naturaleza de filiación aristotélica, y la fundamentación de la ética en torno a la noción de persona. Su filosofía aborda la naturaleza como presupuesto de la praxis, el abandono del concepto teleológico de naturaleza en la civilización científico-técnica, la naturaleza como concepto normativo, la alternativa entre dominio de la naturaleza y el libre recuerdo de ella. Es propio del hombre trascender la naturaleza, pero sin olvidarla si anhela ser digna.  La cultura es continuación de la naturaleza, no supresión o abandono de ella. “En tanto el dominio de la naturaleza no se guíe y, a la vez, se limite teleológicamente -es decir, por determinados fines queridos y alcanzados en común-, sino que se expanda sin rumbo fijo, el dominio irracional sobre los hombres seguirá teniendo lugar”.

Sus obras abren horizontes esperanzadores para una verdadera renovación de la cultura que esté a la altura de los desafíos de nuestro tiempo. 

sábado, 8 de diciembre de 2018

TÚ, EL GRAN HONOR DE NUESTRO PUEBLO

Inmaculada de Francisco Rizi

«P
ara honra de la Santa e individua Trinidad, para gloria y honor de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y aumento de la religión cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y con la nuestra: declaramos, proclamamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano». (Beato Pío IX, De la Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854).

jueves, 6 de diciembre de 2018

UNA MISA EN LA PENUMBRA

P
ublico unas fotografías de la Misa Rorate que un amable colaborador del Blog nos envía desde Alemania. Tuvo lugar el martes pasado, durante la Novena a la Inmaculada, en Damenstiftskirche St. Anna, una hermosa capilla en el centro de la ciudad de Múnich, cuya atención pastoral ha sido confiada establemente a la FSSP. Las misas Rorate constituyen una maravillosa costumbre litúrgica del tiempo de Adviento. Son misas en honor de la Santísima Virgen que utilizan el propio de la misa de Santa María en sábado para este tiempo y cuyo introito, al igual que el domingo IV de Adviento, recoge las palabras del profeta Isaías: Rorate caeli, desuper, et nubes pluant justum... (Is 45, 8); Enviad, Cielos, el rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo...
La particularidad de estas Misas es que son celebradas generalmente al amanecer, para significar que el tiempo de Adviento es como la alborada que espera la inminente aparición de la Luz del mundo, Jesucristo Señor nuestro, que María nos trae en Navidad. Parte de su expresivo simbolismo es que se celebran con todo el templo a oscuras; solamente la luz de los candelabros del altar, del presbiterio y de las candelas que portan los fieles crean la necesaria penumbra para realizar esta sugestiva Eucaristía.




Así luce el templo a la luz del día.


martes, 4 de diciembre de 2018

EL DAMASCENO CANTA LA BONDAD DEL CREADOR

  Hoy, fiesta de San Juan Damasceno (675-749), mente poderosa que ejerció gran influjo en la teología medieval posterior, transcribo un texto de su conocida obra De fide Orthodoxa, donde destaca la admirable bondad del Creador en su actuar omnipotente.

«D
ios, que es bueno, completamente bueno, por encima de lo bueno (ya que él entero es la bondad), por la excesiva riqueza de su bondad no se retuvo ser el bien único, o ser su misma naturaleza, y que no fuera participado por nadie. Por esto, como una gracia, creó primeramente a las potencias intelectuales del cielo, después el mundo visible y sensible, y por último, a partir de lo intelectual y lo sensible, al hombre. Así pues, todo lo que ha sido hecho por él toma parte de su misma bondad en el ser. Sin duda él es el ser para todo, ya que en él existen todos los seres, no solo porque él los condujo de la nada al ser, sino porque su actividad sostiene y conserva lo que ha sido hecho por él...
En efecto, habiendo sido hecho el hombre racional y libre, ha recibido de modo incesante el poder de unirse a Dios por la propia libre elección, si hubiese permanecido en el bien, esto es, en la obediencia al Creador. Después que hubo violado el mandamiento de quien le había creado, cayó también bajo el poder de la muerte y de la corrupción. El creador y formador de nuestro género, por sus entrañas de misericordia, se hizo igual a nosotros: se volvió hombre en todo, excepto en el pecado y se unió a nuestra naturaleza. Nos hizo partícipes de su propia imagen y de su espíritu, y no tuvimos cuidado de ellos. Entonces, él toma a cambio la pobreza y la debilidad de nuestra naturaleza, para limpiarnos, donarnos la incorruptibilidad y conducirnos de nuevo a participar de su divinidad». (San Juan Damasceno, Exposición de la fe ortodoxa, IV, 13.)

sábado, 1 de diciembre de 2018

AL GRITO DE VIVA CRISTO REY


  Así como Cristo, clavado en el patíbulo de la Cruz, dando un fuerte grito, expiró (Mc 15, 37), también muchísimos mártires del siglo XX expiraron luego de proferir una gran voz: ¡Viva Cristo Rey! Con este postrer grito, testimonio de fe heroica, se dispusieron a disfrutar del botín que el gran Rey les había reservado. Resulta luminosa al respecto la siguiente consideración de un gran doctor de la Iglesia: «Cuando los reyes de la tierra han alcanzado señaladísima victoria, reparten el botín cogido al enemigo entre los que le ayudaron a combatir; así hará también Jesucristo en el día del juicio: dará parte de los bienes de su reino celestial a todos los que han trabajado y padecido por su causa». (San Alfonso María de Ligorio, Meditaciones sobre la Pasión de Jesucristo, Madrid 1977, p. 269)

martes, 27 de noviembre de 2018

EL VALOR DE LAS RÚBRICAS


Appareat servis tuis opus tuum (Ps 90, 16), aparezca, Señor, ante tus siervos tu propia obra. Me gusta considerar estas palabras del salmo como expresión del auténtico ideal que la Iglesia alberga cuando, por medio de su liturgia, tributa el culto debido a Dios y santifica a los miembros de su pueblo. Ellas señalan en cierto modo el poder sublime de la liturgia católica.  ¿Acaso no pertenece a la esencia de la liturgia un carácter revelador –su dimensión epifánica, como diría Guardini–, es decir, de manifestación e irrupción de lo sagrado y trascendente en nuestro mundo sensible? La liturgia es ella misma y realiza su esencia en cuanto que es capaz de hacer presente la obra de Dios entre nosotros; mientras ella persista en aparecer como simple obra humana, producto de la creatividad del celebrante, pierde su sentido y no hace más que favorecer la desilusión entre los fieles, incapaces ya de percibir la presencia de Dios en medio de tanta espontaneidad y protagonismo humano.
Desde esta perspectiva es posible entender mejor el importante papel que las prescripciones rituales juegan en la liturgia: ellas facilitan que la obra de Dios aparezca, pura, íntegra, bella y majestuosa, entre nosotros. La despectiva acusación de «rubricismo» o «ritualismo», que no pocas veces se ha dirigido a la liturgia tradicional, es señal de no haber comprendido el hondo significado de esta «señalética litúrgica». Ella está al servicio del ministro y de su acción sagrada; contribuye a que el pueblo vea en el sacerdote que celebra no al padre tal, o al padre cual, con sus peculiaridades personales, con su estilo propio, sino a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. El color rojo con que las rúbricas van impresas en el misal, sugiere también la idea que son como la cruz que debe tomar gustosamente el sacerdote para celebrar no “su” misa, sino “Su” misa, la de Cristo. Solo una delicada obediencia a las rúbricas permitirá al sacerdote realizar, durante la celebración, el programa insoslayable del Bautista: Conviene que Él crezca y yo disminuya (Jn 3, 30), conviene que aparezca tu obra, Señor, no la mía.

jueves, 22 de noviembre de 2018

EL CANTO SAGRADO


Rafael. Santa Cecilia y Santos. 

Hoy, fiesta de santa Cecilia, patrona de la música, de quien se dice que Cantantibus organis in corde decantabat Domino (mientras tocaba los instrumentos, ella cantaba a Dios en su corazón), nos complace recoger una hermosa y profunda reflexión del Cardenal Sarah sobre la naturaleza del canto sagrado.

«L
a profundidad del misterio de Dios lleva a hablar a san Agustín en sus Confesiones de la experiencia de “los límites de las palabras”. Entonces, en silencio, nos llenamos de gozo. Al Dios inefable no lo podemos nombrar: “Si no lo puedes pronunciar, y tampoco lo debes callar, ¿qué queda, sino que te desahogues en el júbilo para que, sin palabras, se regocije tu corazón, y el campo inmenso de las alegrías no quede aprisionado por los límites de las sílabas?”, se pregunta el santo doctor.
De esta gozosa experiencia del misterio nace el canto sagrado: El canto de las liturgias cristianas debería alejarse de ciertos cánticos locuaces para volver a encontrar la grandeza contemplativa del canto de los monjes de Oriente y Occidente.
El canto gregoriano no se opone al silencio: nace de él y a él conduce. Diría incluso que está como tejido de silencio. ¡Qué experiencia tan sobrecogedora la de cantar con los monjes de la Gran Cartuja, en la penumbra de la noche, la Salve Regina de las vísperas! Las últimas notas acaban muriendo una a una en medio de un silencio filial, envolviendo nuestra confianza en la Virgen María. Es una experiencia esencial para comprender la reflexión de Joseph Ratzinger en su libro Un canto nuevo para el Señor: “Un callar que finalmente convierte lo inefable en santo, y también pide ayuda a las voces del cosmos para que lo no dicho se haga perceptible. Esto significa que la música de Iglesia, emanando de la palabra y del silencio percibido en ella, presupone una constante escucha de toda la plenitud del Logos”. (Cardenal Robert Sarah, La fuerza del silencio, Palabra 2017, p. 146).

domingo, 18 de noviembre de 2018

CARDENAL ZEN: LA ANTIGUA LITURGIA ES ALIMENTO PARA ALMA


«M
e alegro que en la Iglesia haya tanta gente, también muchos jóvenes, que aprecien los tesoros de la antigua liturgia de la Iglesia. Me alegro porque se trata realmente de un tesoro que al menos parte de la Iglesia aprecia y busca mantener para el bien de todos. La antigua liturgia puede ser beneficiosa incluso para aquellos que no la frecuentan regularmente, porque es un alimento para el alma» (Cardenal Joseph Zen, Del mensaje a los participantes en la peregrinación Summorum Pontificum 2018).


miércoles, 14 de noviembre de 2018

HUMILDAD Y MORTALIDAD, UN SERMÓN DE SAN AGUSTÍN

Cementerio General de Santiago, Chile
Foto: Daniel Concha B.

  En un sermón sobre los beneficios que reporta al alma el pensamiento de la muerte, San Agustín se detiene a considerar la incertidumbre que envuelve la hora de la muerte y que grava aún más nuestra ya penosa condición mortal. Poena certa est, hora incerta, la muerte es segura pero su hora incierta, repite; y añade: «no hay entre todas las cosas humanas una más cierta que la incertidumbre de la muerte». Por eso, «mientras vivimos, debemos estar alerta; es aquí donde hemos de escoger lo que allá hemos de tener». Y así como la transitoriedad de la vida terrena, gravada por la incertidumbre del fin, nos invita a una permanente vigilancia, la mortalidad de nuestra actual condición debe ser motivo de una profunda humildad: ni a los ángeles caídos les fue dicho acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás.
  «¿Cómo, pues, –continúa diciendo el Santo doctor– hemos podido cantar en el salmo: Tened piedad de mí, ¡oh Señor!, porque me ha pisoteado el hombre? (Ps 55, 2). Hombre aquí se dice quien vive a lo humano; quienes viven a lo divino son llamados dioses: Dioses sois, y todos hijos del Altísimo; en tanto que, a los réprobos, que, llamados a ser hijos de Dios, quisieron ser más bien hombres, es decir, vivir a lo humano, se les dice: Pero vosotros moriréis como hombres y caeréis como uno de los príncipes (Ps 81, 6). Si, en efecto, es mortal el hombre ¿no debe ser ello motivo de ordenar bien su vida, más que de jactarse? ¿De qué se ufana este gusano que mañana morirá? Digo a vuestra caridad, hermanos míos, que aun del diablo tienen los hombres orgullosos que aprender a ruborizarse. Él, aunque soberbio, es inmortal; aunque maligno, es un espíritu y para el último día le aguarda un fallo condenatorio. Con todo, esta muerte que a nosotros nos aflige, él no la padece. Al hombre fue a quien se le dijo: Morirás de muerte (Gen 2, 17). Use, pues, bien el hombre de este castigo. ¿Qué significa “use bien de este castigo”? Que no haga razón de orgullo lo mismo que mereció el castigo; que su condición mortal le sirva para quebrar su altivez, y vea se dirigen a él estas palabras: ¿De qué te ensoberbeces, polvo y ceniza? (Eccli 10, 9). El diablo, aunque soberbio, no es tierra ni ceniza. Para prevenir al hombre contra la soberbia se le dijo: Pero vosotros moriréis como hombres y caeréis como uno de los príncipes. Use, pues, bien el hombre de su castigo, hermanos; use bien de su mal, y le será de provecho. ¿Quién ignora que la necesidad de morir no es sino un castigo, que agrava la incertidumbre del cuándo»? (San Agustín, Sermón 97. Sobre el pensamiento de la muerte).

jueves, 8 de noviembre de 2018

EL REFRIGERIO DE LA SANTA MISA


Un sacerdote decía que sin asistencia de pueblo no se justificaba la celebración de la Misa. Oyó este comentario un amigo suyo, también sacerdote, y le contestó: Pero fulano, ¿no sientes el clamor del pueblo purgante que nos reclama el refrigerio de la Santa Misa? En efecto, la Iglesia purgante, esa parte del pueblo de Dios que se purifica en el más allá, y vive a la espera de poder entrar en el gozo de su Señor, se beneficia poderosamente del Santo Sacrifico. La Iglesia ha tenido siempre una viva conciencia de que el principal sufragio para socorrer a las almas del Purgatorio es el Sacrificio del Altar. Por eso, desde la más remota antigüedad, en todas las misas reza por los difuntos: pide a Dios que no los olvide, Memento Domine...; que les conceda el locum refrigerii, lucis, et pacis, el lugar del consuelo, de la luz y de la paz; y al renovar sacramentalmente el Sacrifico del Calvario, les abre el tesoro de los méritos infinitos de Cristo. «Oigo decir a muchos, comenta un Padre de la Iglesia: ¿de qué le sirve a un alma que ya ha salido de este mundo, con pecados o sin ellos, que se le recuerde en la oración? Y les respondo: si un rey envía al destierro a quienes le ofendieron, más luego se le acercan los parientes de los desterrados ofreciéndole el homenaje de una corona en favor de ellos, ¿no los recompensará librando de la pena a sus allegados? Del mismo modo nos comportamos nosotros con los difuntos, aunque hayan sido pecadores. Ofreciendo a Dios nuestras preces, no tejemos una corona, sino que tratamos de hacer propicio al Dios clemente, por ellos y por nosotros, ofreciéndole a Cristo sacrificado por nuestros pecados» (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis Mistagógica V, 10).

lunes, 5 de noviembre de 2018

MONSEÑOR SAMPLE: LA MISA TRADICIONAL HABLA AL CORAZÓN DE LOS JÓVENES


Semanas atrás, la página New Liturgical Movement publicó una interesante entrevista, también por su valor testimonial, con el Arzobispo de Portland, Monseñor Alexander K. Sample, sobre temas relacionados con el sacerdocio y la liturgia. Monseñor Sample es conocido por su amor a la liturgia tradicional y ha celebrado la Misa Pontifical según la Forma Extraordinaria en ocasiones muy señaladas. A continuación, un breve extracto traducido al español de dicha entrevista; concretamente, su respuesta a la pregunta de cuál sería, en su opinión, la razón de esa atracción que ejerce la Misa antigua sobre los jóvenes:

«Yo diría que su belleza, su solemnidad, el sentido de la trascendencia, del misterio. No un misterio en el sentido de exclamar: «¡Oh, no sabemos qué está pasando!», sino más bien de que hay un mysterium tremendum celebrado aquí, un misterio grandioso. La liturgia en el antiguo rito realmente expresa la naturaleza y el significado esencial de la Misa, que consiste en hacer presente el sacrificio que de una vez para siempre Cristo ofreció sobre la Cruz, y ahora, de modo sacramental e incruento, en la Santa Misa.
Creo que los jóvenes se sienten atraídos por ella porque alimenta una necesidad espiritual que tienen. Hay algo en esta forma de la liturgia, en ella misma, que habla al corazón de la juventud. Los jóvenes continuarán descubriéndolo, y serán los que llevarán adelante la Forma Extraordinaria cuando la generación mayor haya ido por su recompensa. Ciertamente, serán los jóvenes de tu generación, pero ... yo ya tengo 57 años. Fui bautizado en el antiguo rito, pero cuando alcancé el uso de razón y conocí la misa, ya habíamos llegado a la nueva liturgia. Así que todo el mundo más joven que yo realmente no tiene experiencia de esta liturgia. ¡Cualquier persona menor a mi edad podría considerarse «joven» para descubrir esta hermosa liturgia!».


jueves, 1 de noviembre de 2018

LAS RELIQUIAS DE LOS SANTOS

Brazos relicarios. Foto es.wikipedia.org


E
s una manifestación de piedad tener en gran estima y venerar los restos y reliquias de los santos, de modo similar a como se guardan y conservan con cariño los objetos que pertenecieron a nuestros seres queridos. Ya los cristianos de los primeros siglos conservaban como tesoros inestimables las reliquias de los mártires. Como señala el Catecismo Romano, si los vestidos (cfr. IV Reg. 2), los pañuelos (Cfr. Act 19), y hasta la sombra (Cfr. Act. 5) de los Santos, antes de que murieran, ahuyentaban las enfermedades y restituían las fuerzas, ¿quién osará negar que haga el Señor los mismos milagros por las sagradas cenizas, huesos y demás reliquias de los Santos?
Santo Tomás de Aquino se hace eco de una tradición intangible de la Iglesia cuando enseña, con relación a los Santos, que debemos, en su memoria, venerar dignamente todo aquello que nos han dejado, y sobre todo sus cuerpos, que fueron templos e instrumentos del Espíritu Santo, que habitaba y obraba en ellos, y que se configurarán con el Cuerpo de Cristo, después de su gloriosa resurrección. Por eso, el mismo Dios honra esas reliquias de manera conveniente, obrando milagros por ellas (S. Th., III, q. 25, a. 6).

sábado, 27 de octubre de 2018

SANTA MARÍA EN SÁBADO

Virgen con el Niño. Francisco de Zurbarán (1658) 

O gloriosa Domina,
excelsa super sidera,
qui te creavit provide,
lactas sacrato ubere.

Oh gloriosa Señora,
elevada sobre las estrellas,
que nutres con tu pecho sagrado,
a quien te creó con amor.

Ad Laudes matutinas
Hymnus

viernes, 19 de octubre de 2018

SAN JUAN DE BRÉBEUF Y SU SED DE MARTIRIO


«Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, y yo dispongo del reino en favor vuestro» (Lc 22, 28), prometía Jesús a los suyos en la intimidad del Cenáculo. La gracia de permanecer fiel junto a Cristo en medio de las tribulaciones para testimoniar así su amor y soberanía sobre todas las cosas, es el deseo que se alberga en el corazón de todo mártir; deseo tanto más conmovedor cuanto más vehemente es. A lo largo de su historia nunca ha faltado a la Iglesia el adorno precioso del martirio, ni la disposición de tantos de sus hijos a este supremo testimonio de fe y caridad. En el Siglo XVII nos topamos con este valeroso ejemplo: 

«D
urante dos años –escribía San Juan de Brébeuf– he sentido un continuo e intenso deseo del martirio y de sufrir todos los tormentos por el que han pasado los mártires.
Mi Señor y Salvador Jesús, ¿cómo podría pagarte todos tus beneficios? Recibiré de tu mano la copa de tus dolores, invocando tu nombre. Prometo ante tu eterno Padre y el Espíritu Santo, ante tu santísima Madre y su castísimo esposo, ante los ángeles, los apóstoles y los mártires y mi bienaventurado padre Ignacio y el bienaventurado Francisco Javier, y te prometo a ti, mi Salvador Jesús, que nunca me sustraeré, en lo que de mi dependa, a la gracia del martirio, si alguna vez, por tu misericordia infinita me la ofreces a mí, indignísimo siervo tuyo.
Me obligo así, por lo que me queda de vida, a no tener por lícito o libre el declinar las ocasiones de morir y derramar por ti mi sangre, a no ser que juzgue en algún caso ser más conveniente para tu gloria lo contrario. Me comprometo además a recibir de tu mano el golpe mortal, cuando llegue el momento, con el máximo contento y alegría; por eso, mi amantísimo Jesús, movido por la vehemencia de mi gozo, te ofrezco ya ahora mi sangre, mi cuerpo y mi vida, para que no muera sino por ti, si me concedes esta gracia, ya que tú te dignaste morir por mí. Haz que viva de tal modo, que merezca alcanzar de ti el don de esta muerte tan deseable. Así, Dios y Salvador mío, recibiré de tu mano la copa de tu pasión, invocando tu nombre: ¡Jesús, Jesús, Jesús»! (De los apuntes espirituales de san Juan de Brébeuf, presbítero y mártir. The Jesuit Relations and Allied Documents, The Burrow Brothers Co, Cleveland 1898, 164)

lunes, 15 de octubre de 2018

TERESA DE JESÚS, ¡QUÉ MUJER!

Santa Teresa de Ribera. Foto wikipedia.

En la historia de la espiritualidad la figura de Santa Teresa de Jesús se nos presenta fascinante y variada. Como dice un buen conocedor de su vida y de su espíritu, «más allá de sus libros y del influjo ejercido por los mismos en el campo del pensamiento después de su muerte, aparecen muy interesantes su figura humana, su conciencia de mujer y el estilo de su feminidad, su presencia en el mundo incluso en la esfera profana, su constante actualidad durante los cuatro siglos que la separan de nosotros; actualidad confirmada por la proclamación de Teresa de Jesús como doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970» (Cf. E. Ancilli, Diccionario de espiritualidad, Herder 1984, Tomo III, p. 473).

Con justa razón la misa de su fiesta comienza con estas palabras del salmo: «Como el siervo desea las fuentes de las aguas, así te anhela mi al alma, ¡oh Dios mío! Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo» (Sal 41, 2-3). Atraída por las fuentes cristalinas del amor de Dios, Teresa no deja de buscar al Señor, tanto en medio de pruebas y sequedades, como a la hora de los más dulces arrebatos místicos. A base de seguir a Cristo llega a ser no solo una gran santa, sino también una gran mujer.

En el capítulo IX  del Libro de la Vida, Teresa nos cuenta de qué modo comenzó el Señor a despertar su alma. Tras un largo período de incertidumbres y luchas entre un «sí» sincero a Dios y un «no» al mundo que no terminaba de ser radical, Dios vuelve a llamar a las puertas de su alma con dos golpes providenciales que serán el comienzo de su transformación definitiva: el encuentro inesperado con una imagen de Cristo sufriente y la lectura de las Confesiones de San Agustín. A través de acontecimientos aparentemente sencillos, se hacía presente el «toque divino» (expresión muy querida de San Juan de la Cruz) removiendo su corazón y fortaleciendo su voluntad. Así lo relata en su autobiografía:

«Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle» (Libro de la Vida, IX, 1). Y más adelante añade:

«En este tiempo me dieron las Confesiones de San Agustín, que parece el Señor lo ordenó, porque yo no las procuré ni nunca las había visto. Yo soy muy aficionada a San Agustín, porque el monasterio adonde estuve seglar era de su Orden y también por haber sido pecador, que en los santos que después de serlo el Señor tornó a Sí hallaba yo mucho consuelo, pareciéndome en ellos había de hallar ayuda y que como los había el Señor perdonado, podía hacer a mí; salvo que una cosa me desconsolaba, como he dicho, que a ellos sola una vez los había el Señor llamado y no tornaban a caer, y a mí eran ya tantas, que esto me fatigaba. Mas considerando en el amor que me tenía, tornaba a animarme, que de su misericordia jamás desconfié. De mí muchas veces.
Como comencé a leer las Confesiones, paréceme me veía yo allí. Comencé a encomendarme mucho a este glorioso Santo. Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto, no me parece sino que el Señor me la dio a mí, según sintió mi corazón. Estuve por gran rato que toda me deshacía en lágrimas, con gran aflicción y fatiga» (Id, 7-8).

Con estas primeras experiencias interiores y otras muchas que vendrán después, Teresa de Jesús siente en su propia vida lo que siglos antes había experimentado Agustín en la suya: «Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera. Brillaste y resplandeciste y pusiste en fuga mi ceguera. Exhalaste tu perfume y respiré y suspiro por Ti (Confesiones, L. VII). Contemplando la vida de esta santa mujer aprendemos la necesidad de abrirnos a la belleza irresistible de Dios, cada vez que se hace presente en nuestras propias vidas.

lunes, 8 de octubre de 2018

¿POR QUÉ FUE ABIERTO EL CORAZÓN DE CRISTO?

Pedro Pablo Rubens
La crucifixión. Detalle

Comparto una reflexión de San Agustín sobre el misterio de La lanzada. Desde la contemplación llena de asombro, al pie de la cruz, del propio evangelista Juan hasta nuestros días, la Iglesia no ha cesado de mirar al que traspasaron. La lanzada, en sí misma cruel y deshonrosa, actuó sin embargo como llave misteriosa que abrió para el mundo los tesoros infinitos del Corazón de Cristo. De esos tesoros que manan del costado abierto del Redentor vive la Iglesia, y con ellos riega el universo; contemplando esa llaga sangrante, la Iglesia contempla su propia cuna.

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«V
inieron, pues, los soldados y, por cierto, rompieron las piernas al primero y del otro que fue crucificado con él. En cambio, como hubiesen llegado a Jesús, cuando lo vieron muerto ya, no rompieron sus piernas; pero uno de los soldados abrió con una lanza su costado y al instante salió sangre y agua» (Jn 19, 32-24).
El evangelista ha usado una palabra cuidadosa, de forma que no dijera «golpeó» o «hirió» su costado, u otra cosa semejante, sino abrió, para que la puerta de la vida se abriera allí de donde han manado los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en aquella vida que es la auténtica vida. Esa sangre ha sido derramada para remisión de los pecados; esa agua prepara la copa saludable; ella proporciona el baño y la bebida. Esto lo prenunciaba la puerta que Noé mandó hacer en el costado del arca, para que por ella entrasen los animales que no iban a perecer en el diluvio, los cuales prefiguraban la Iglesia. En atención a esto, la primera mujer fue hecha del costado del marido, que dormía, y fue nominada vida y madre de los vivos, pues antes del gran mal de la prevaricación significó un gran bien. Aquí, el segundo Adán, inclinada la cabeza, durmió en la cruz para que de ahí –de eso que fluyó del costado del durmiente– le fuese formada la esposa. ¡Oh muerte en virtud de la cual los muertos reviven! ¿Qué más limpio que esa sangre? ¿Qué más saludable que esa herida?» (San Agustín, Sobre el Evangelio de san Juan CXX, 2)

jueves, 4 de octubre de 2018

DONDE FLORECE LA CASTIDAD


«Si queremos guardar la más bella de todas las virtudes, que es la castidad, hemos de saber que ella es una rosa que solamente florece entre espinas; y, por consiguiente, sólo la hallaremos, como todas las demás virtudes, en una persona mortificada» (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la penitencia).

lunes, 1 de octubre de 2018

LOS PEQUEÑOS COMBATES DE UNA GRAN SANTA


  «Creo que la perfección es algo muy fácil de practicar, pues he comprendido que lo único que hay que hacer es ganar a Jesús por el corazón», escribía Teresa de Lisieux.
Y no solo lo comprendió, sino que lo logró plenamente. ¡Con qué exquisita delicadeza conquistó el corazón de Jesús a base de salir victoriosa de tantos pequeños combates padecidos con amor y paciencia! Un camino humilde y asequible para escalar las cimas de la santidad. 

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«D
urante mucho tiempo, nos cuenta Teresita en uno de sus manuscritos, en la oración de la tarde estuve colocada delante de una hermana que tenía una rara manía... Apenas llegaba esta hermana, se ponía a hacer un ruidillo extraño, semejante al que se haría frotando las conchas una contra otra. Al parecer, nadie se apercibía de ello más que yo, pues tengo un oído extremadamente fino (demasiado, a veces).
Imposible me resulta, Madre mía, deciros cuánto me molestaba aquel ruidillo. Sentía grandes deseos de volver la cabeza y mirar a la culpable (...); esta hubiera sido la única manera de hacérselo notar.
Pero en el fondo del corazón sentía que era mejor sufrir aquello por amor de Dios y por no causar pena a la hermana. Así que permanecía tranquila, procurando unirme a Dios y olvidar el ruidillo... Pero todo era inútil; me sentía bañada en sudor, y me veía obligada a hacer sencillamente una oración de sufrimiento.
Pero al mismo tiempo que sufría trataba de hacerlo, no con irritación, sino con alegría y con paz, al menos en lo íntimo del alma. Me esforzaba por hallar gusto en aquel ruidillo tan desagradable; en lugar de procurar no oírlo (cosa que era imposible), ponía toda mi atención en escucharlo bien, como si se tratara de un concierto maravilloso, y toda mi oración (que no era precisamente oración de quietud) se me pasaba en ofrecer a Jesús aquel concierto». (J.P. Manglano, Orar con Teresa de Lisieux, Desclée De Brouwer 1997, p. 57-58).