miércoles, 14 de noviembre de 2018

HUMILDAD Y MORTALIDAD, UN SERMÓN DE SAN AGUSTÍN

Cementerio General de Santiago, Chile
Foto: Daniel Concha B.

  En un sermón sobre los beneficios que reporta al alma el pensamiento de la muerte, San Agustín se detiene a considerar la incertidumbre que envuelve la hora de la muerte y que grava aún más nuestra ya penosa condición mortal. Poena certa est, hora incerta, la muerte es segura pero su hora incierta, repite; y añade: «no hay entre todas las cosas humanas una más cierta que la incertidumbre de la muerte». Por eso, «mientras vivimos, debemos estar alerta; es aquí donde hemos de escoger lo que allá hemos de tener». Y así como la transitoriedad de la vida terrena, gravada por la incertidumbre del fin, nos invita a una permanente vigilancia, la mortalidad de nuestra actual condición debe ser motivo de una profunda humildad: ni a los ángeles caídos les fue dicho acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás.
  «¿Cómo, pues, –continúa diciendo el Santo doctor– hemos podido cantar en el salmo: Tened piedad de mí, ¡oh Señor!, porque me ha pisoteado el hombre? (Ps 55, 2). Hombre aquí se dice quien vive a lo humano; quienes viven a lo divino son llamados dioses: Dioses sois, y todos hijos del Altísimo; en tanto que, a los réprobos, que, llamados a ser hijos de Dios, quisieron ser más bien hombres, es decir, vivir a lo humano, se les dice: Pero vosotros moriréis como hombres y caeréis como uno de los príncipes (Ps 81, 6). Si, en efecto, es mortal el hombre ¿no debe ser ello motivo de ordenar bien su vida, más que de jactarse? ¿De qué se ufana este gusano que mañana morirá? Digo a vuestra caridad, hermanos míos, que aun del diablo tienen los hombres orgullosos que aprender a ruborizarse. Él, aunque soberbio, es inmortal; aunque maligno, es un espíritu y para el último día le aguarda un fallo condenatorio. Con todo, esta muerte que a nosotros nos aflige, él no la padece. Al hombre fue a quien se le dijo: Morirás de muerte (Gen 2, 17). Use, pues, bien el hombre de este castigo. ¿Qué significa “use bien de este castigo”? Que no haga razón de orgullo lo mismo que mereció el castigo; que su condición mortal le sirva para quebrar su altivez, y vea se dirigen a él estas palabras: ¿De qué te ensoberbeces, polvo y ceniza? (Eccli 10, 9). El diablo, aunque soberbio, no es tierra ni ceniza. Para prevenir al hombre contra la soberbia se le dijo: Pero vosotros moriréis como hombres y caeréis como uno de los príncipes. Use, pues, bien el hombre de su castigo, hermanos; use bien de su mal, y le será de provecho. ¿Quién ignora que la necesidad de morir no es sino un castigo, que agrava la incertidumbre del cuándo»? (San Agustín, Sermón 97. Sobre el pensamiento de la muerte).

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