jueves, 28 de julio de 2016

PRIMERA MISA SOLEMNE EN RITO EXTRAORDINARIO

El padre Adolfo Andrés Hormazábal, sacerdote chileno del Instituto del Buen Pastor, recibió la Ordenación sacerdotal el pasado 25 de junio en Francia, de manos de Mons. François Robert Bacqué, Arzobispo titular de Gradisca y Nuncio Apostólico emérito de los Países Bajos.
De paso por Chile, el padre Adolfo celebrará su primera Misa Solemne, según la forma extraordinaria del rito romano, en el templo parroquial de la Vera Cruz de la ciudad de Santiago. La ceremonia tendrá lugar el próximo sábado 30 de Julio, a las 10.00 h. Nuestros mejores augurios al neo presbítero; porque «sin el sacerdote –en palabras del Santo Cura de Ars-, la Muerte y la Pasión de nuestro Señor no servirían de nada».

viernes, 22 de julio de 2016

MARÍA MAGDALENA, “APOSTOLORUM APOSTOLA” SEGÚN TOMÁS DE AQUINO

Comentando la aparición de Cristo a María Magdalena según la narración de Juan (cf. Jn 20, 14-18), Santo Tomás señala tres privilegios que Dios otorgó a la Magdalena como recompensa de su fe y amor perseverantes: el profético, el angelical y el apostólico. Dice así:

«Ubi notandum est triplex privilegium, quod Magdalenae est collatum. Primo quidem propheticum, per hoc quod meruit Angelos videre: propheta enim est medius inter Angelos et populum. Secundo Angelorum fastigium, per hoc quod vidit Christum, in quem desiderant Angeli prospicere. Tertio officium apostolicum, immo facta est apostolorum apostola, per hoc quod ei committitur ut resurrectionem dominicam discipulis annuntiet: ut sicut mulier viro primo nuntiavit verba mortis, ita et mulier primo nuntiaret verba vitae». (In Io. lect., c. 20, lect 3)

«Aquí hay que notar un triple privilegio que se ha conferido a la Magdalena. Primero, ciertamente, el profético, por el hecho de que mereció ver a los ángeles. En efecto, el profeta es como un medio entre los ángeles y el pueblo. Segundo, el angelical, por el hecho de que vio a Cristo, a quien desean mirar los ángeles. Tercero, el oficio apostólico, pues fue hecha apóstol de los apóstoles (facta est apostolorum apostola), por el hecho de que se le encarga a ella anunciar a los discípulos la resurrección del Señor, de modo que así como una mujer anunció a un varón palabras de muerte, así también una mujer anunciara primero palabras de vida». 

jueves, 21 de julio de 2016

SANTA MARÍA MAGDALENA, FIESTA

La Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, por deseo expreso del Papa Francisco, ha elevado la memoria de santa María Magdalena a la categoría de fiesta en el Calendario Romano General  que se celebra el 22 de julio. En la misa y en el oficio divino que se celebrarán a partir de ahora dicho día, se utilizarán los textos habituales utilizados en el Misal Romano y en la Liturgia de las Horas, pero la celebración de la Misa contará con un prefacio propio titulado de apostolorum apostola (Apóstol de los apóstoles), que reproducimos a continuación:

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
aclamarte siempre,
Padre todopoderoso,
de quien la misericordia
no es menor que el poder,
por Cristo, Señor nuestro.

El cual se apareció visiblemente en el huerto
a María Magdalena,
pues ella lo había amado en vida,
lo había visto morir en la cruz,
lo buscaba yacente en el sepulcro,
y fue la primera en adorarlo
resucitado de entre los muertos;
y él la honró ante los apóstoles
con el oficio del apostolado
para que la buena noticia de la vida nueva
llegase hasta los confines del mundo.

Por eso, Señor,
nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
Santo, Santo, Santo…

Texto oficial latino:

Vere dignum et iustum est,
æquum et salutáre,
nos te, Pater omnípotens,
cuius non minor est misericórdia quam potéstas,
in ómnibus prædicáre
per Christum Dóminum nostrum.
Qui in hortu maniféstus appáruit Maríæ Magdalénæ,
quippe quae eum diléxerat vivéntem,
in cruce víderat moriéntem,
quæsíerat in sepúlcro iacéntem,
ac prima adoráverat a mórtuis resurgéntem,
et eam apostolátus offício coram apóstolis honorávit
ut bonum novæ vitæ núntium
ad mundi fines perveníret.
Unde et nos, Dómine, cum Angelis et Sanctis univérsis
tibi confitémur, in exsultatióne dicéntes:
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth…

Fray Luis de Granada hace notar con delicada expresión el privilegio de la Magdalena como primer testigo de la resurrección de Jesús, después de la Madre de Jesús: «Y mira bien que después de la Madre a aquella primero apareció, que más amó, más perseveró, más lloró y más solícitamente le buscó; para que así tengas por cierto que hallarás a Dios si con estas mismas lágrimas y diligencias le buscares». (Vida de Cristo, Madrid 1990, p.153)

domingo, 17 de julio de 2016

LA PRUEBA AMARGA DE EVELYN WAUGH

El 10 de abril de 2016 se cumplió medio siglo de la muerte del famoso escritor inglés Evelyn Waugh. En un sencillo e interesante artículo aparecido en la página de Catholic Herald, C. Bowskill ha querido recordar un aspecto importante en la vida de Waugh y que marcó dolorosamente sus últimos años: el combate -siempre respetuoso- por preservar el rito antiguo de la Misa y su fuerte oposición a la introducción de la lengua vernácula en Inglaterra.
Ser conscientes del dolor que padecieron tantos fieles católicos frente a la tan defectuosa implementación de la reforma litúrgica, me parece importante para captar un aspecto poco valorado del motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI: su condición de acto de justicia y reparación.   

La batalla olvidada de Evelyn Waugh por conservar la Misa latina

por Clare Bowskill
Viernes, 8 de Julio de 2016

Considerado uno de los más grandes novelistas de Gran Bretaña, y reputado ampliamente como uno de los católicos prominentes de su tiempo, Evelyn Waugh, autor de Retorno a Brideshead, cumple ahora 50 años de su muerte.
Pese a que será recordado por sus grandes obras de ficción, muchos católicos no están familiarizados con su vinculación a la Misa en Latín y con los orígenes de la asociación Latin Mass Society (LMS).
En la década de los años 60, Waugh tenía graves preocupaciones en relación al Vaticano II y la reforma litúrgica que estaba en curso. Escribió muchos artículos sobre el tema y registró en sus diarios y cartas cuán dolido estaba, sobre todo por las anteriores reformas de la Semana Santa en 1955, la Misa dialogada, cada vez más frecuente, y la Misa en Inglés.
En un artículo publicado en Spectator, al inicio del Concilio, escribió:
«Participar en la Misa no significa escuchar nuestras propias voces. Significa más bien que Dios oye las nuestras. Sólo Él sabe quién está «participando» en la Misa. Salvando las diferencias, yo creo que ‘participo’ en una obra de arte cuando la estudio y la amo en silencio. No hay necesidad de gritar... Si los alemanes quieren hacer ruido, allá ellos. Pero ¿por qué deberían perturbar nuestras devociones?
Esa es una idea clave: las respuestas, el inglés, dar brincos hacia arriba y abajo, los apretones de manos, etc., perturban nuestras devociones: la importante tarea de participar piadosamente en la Misa»
En 1965, se realizaron varios intentos de crear una organización en Inglaterra y Gales en defensa de la Misa en latín. Después de que se publicara una carta en el Catholic Herald, el 22 de enero de 1965, por un banquero llamado Hugh Byrne haciendo un llamado a la formación inmediata de una organización, se formó un grupo para poner las cosas en marcha.
El Herald registra en 1965: “Se están haciendo esfuerzos en esta semana para comenzar una sociedad nacional en favor de la Misa en latín en Gran Bretaña. Se le ha pedido al Sr. Evelyn Waugh, uno de los oponentes más fuertes al uso de la lengua vernácula, convertirse en Presidente de la Sociedad, que tendría como objetivo promover una campaña para que haya al menos una misa latina rezada en cada iglesia los domingos ".
Hasta su muerte en 1966, Waugh actuó como portavoz oficioso de los conservadores, expresando su creciente desencanto tanto al cardenal Heenan como en la prensa. También jugó un papel decisivo, junto a Sir Arnold Lunn y Hugh Ross Williamson, en la fundación de la Latin Mass Society  durante la Pascua de 1965.
La primera reunión, una reunión para todos los interesados, tuvo lugar en el Hotel Rembrandt, frente al Oratorio de Londres, el 10 de abril. Al encuentro asistieron el organizador Hugo Byrne, Anthony Couldery, Gillian Edwards, Catherina Hindmarsh, Geoffrey Houghton-Browne, Peter Kenworthy-Browne, Jean Le Clercq, señorita Lowe, Ruth McQuillan, Mary Teresa Parnall y Barbara Witty, todos los cuales estuvieron de acuerdo con formar el comité de la Sociedad propuesta.
En 1966, la Latin Mass Society publicó un folleto, Sancta Lingua, que contenía una antología de textos que contribuía a “poner en evidencia la angustia generalizada que las innovaciones han causado entre los católicos” y a la vez mostraba que los “motivos para la preservación de la Misa en latín se basaban en consideraciones espirituales y plenamente conformes con las enseñanzas de la Iglesia”.  Junto a los documentos de la Iglesia y artículos publicados a gusto de Evelyn Waugh, había extractos de cartas recibidas por la LMS.
Las preocupaciones de Evelyn Waugh y las respuestas del Cardenal Heenan a sus cartas, han sido recogidas  en un libro, A Bitter Trial (editado por Alcuin Reid). Waugh no vivió para ver el Misal de 1970, pero a pesar de rehusar la invitación a ser presidente de la LMS, posiblemente debido a su mala salud, siguió apoyando la organización hasta su muerte en 1966.
Para conmemorar la muerte de Waugh, la Latin Mass Society ha organizado hoy una celebración de Vísperas Pontificales a las 5:30 PM en la iglesia católica de Santa María Magdalena, en Wandsworth, Londres. Será celebrada por el arzobispo Thomas Gullickson, actual Nuncio en Suiza, y contará con música de compositores renacentistas como Asola y Palestrina, y del contemporáneo de Waugh Edward Elgar.
Traducción de Luis A. Silva.
Los destacados son nuestros.


martes, 12 de julio de 2016

ESCUCHAR LA VOZ DEL “ABUELO SABIO”

Sorpresa ha causado la nota aclaratoria de la Sala de Prensa de la Santa Sede desautorizando la voz del Cardenal Sarah sobre la conveniencia de la celebración ad orientem, o, como también me gusta llamarla, ad Tabernaculum, que es materia de su total competencia. En todo caso, cuando de materias litúrgicas se trata, nada más prudente que oír la voz del papa Ratzinger, el abuelo sabio que está en casa, como gusta decir al Papa Francisco. Y esta es su opinión:

«Para el cristiano que asiste regularmente a la celebración de la liturgia, los dos efectos más obvios de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II parecen ser la desaparición del latín y la colocación del altar cara al pueblo. El que lea los textos más relevantes de la Constitución conciliar no podrá menos de extrañarse de que ninguno de esos elementos se encuentre literalmente en los documentos del Concilio. No cabe duda de que el empleo de las lenguas vernáculas está permitido, sobre todo en la liturgia de la Palabra, pero la regla general que precede al texto conciliar dice literalmente: «Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular» (Sacrosanctum Concilium 36, 1). Sobre la orientación del altar de cara al pueblo, el texto no dice nada; ese detalle no aparece más que en las Instrucciones postconciliares. La directiva más importante se encuentra en el párrafo 262 de la Institutio Generalis Missalis Romani (Instrucción General sobre el nuevo Misal Romano), publicada en 1969, que dice así: «Es preferible que el altar mayor se encuentre exento, y no pegado a la pared, de modo que se pueda rodear fácilmente y celebrar el servicio divino cara al pueblo (versus populum)». Y la Instrucción General sobre el Misal, publicada en 2002, mantiene el texto inalterado, aunque añade una cláusula subordinada: «Lo cual es deseable siempre que sea posible». En muchos sectores, esta cláusula se interpretó como una manera de forzar el texto de 1969, para hacerle decir que, en adelante, era obligatorio colocar el altar de cara al pueblo, donde fuera posible. Sin embargo, esa interpretación fue rechazada el 25 de septiembre de 2000 por la Congregación para el Culto Divino, al declarar que el término expedit (= es deseable) no implicaba una obligación, sino que era sólo una sugerencia. La Congregación decía que la orientación material debe distinguirse de la espiritual. Aunque el sacerdote celebre versus populum, siempre tendrá que estar orientado hacia Dios por medio de Jesucristo (versus Deum per Iesum Christum). Los ritos, los signos, los símbolos y las palabras jamás podrán explicar de manera exhaustiva la realidad misma del misterio de la salvación. Por eso, la Congregación añade una advertencia contra cualquier postura unilateral y rígida en este debate.
Es una clarificación importante, porque da a entender lo que en las formas simbólicas externas de la liturgia es puramente relativo, y se opone al fanatismo que, por desgracia, ha sido tan frecuente en las controversias de los últimos cuarenta años. Al mismo tiempo, subraya el dinamismo interior de la acción litúrgica, que jamás podrá expresarse en su totalidad por medio de fórmulas puramente externas. Y esa orientación interior es válida tanto para el sacerdote como para el pueblo congregado; es una orientación hacia el Señor, es decir, hacia el Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo. De este modo, la respuesta de la Congregación aboga por un nuevo planteamiento más relajado en el que podamos encontrar la mejor manera de llevar a la práctica el misterio de la salvación. Y eso se conseguirá no con una condena recíproca, sino con una escucha atenta de los diversos pareceres y, lo que es más importante, con una apertura a la guía interna de la propia liturgia…»  (Prólogo de Joseph Ratzinger –actual papa emérito Benedicto XVI- al libro de Uwe Michael Lang, Volverse hacia el Señor, Ed. Cristiandad, Madrid 2007, p 13-14).


lunes, 11 de julio de 2016

BENEDICTO XVI HABLA DE SU PATRONO

En muchas ocasiones el Papa Benedicto XVI se refirió a la persona y misión de San Benito, su santo patrono. En el pensamiento del Papa Ratzinger San Benito y su orden vienen siempre reconocidos como el alma que vivificó e hizo posible el nacimiento de la cultura europea, hoy, por desgracia, amenazada en sus mismos cimientos por una extraña resistencia a reconocer y abrazar sus raíces profundamente cristianas.

«Mañana –decía a los pocos meses de su ascensión a la Cátedra de Pedro- se celebra la fiesta de san Benito abad, patrono de Europa, un santo al que aprecio de forma especial, como se puede intuir por haber elegido su nombre. Benito, que nació en Nursia alrededor del año 480, hizo los primeros estudios en Roma, pero, defraudado por la vida de la ciudad, se retiró a Subiaco, donde permaneció cerca de tres años en una cueva -el célebre "sacro speco"-, dedicándose totalmente a Dios. En Subiaco, utilizando las ruinas de una ciclópea villa del emperador Nerón, construyó, junto con sus primeros discípulos, algunos monasterios, dando vida a una comunidad fraterna fundada en el primado del amor a Cristo, en la que la oración y el trabajo se alternaban armoniosamente para alabanza de Dios. Algunos años después, en Montecassino, dio forma definitiva a este proyecto, y lo puso por escrito en la "Regla", la única obra suya que ha llegado hasta nosotros.
Entre las cenizas del Imperio romano, Benito, buscando ante todo el reino de Dios, sembró, quizá sin darse cuenta, la semilla de una nueva civilización, que se desarrollaría integrando los valores cristianos con la herencia clásica, por una parte, y con las culturas germánica y eslava, por otra.
Hay un aspecto típico de su espiritualidad, que hoy quisiera destacar en particular. Benito no fundó una institución monástica destinada principalmente a la evangelización de los pueblos bárbaros, como otros grandes monjes misioneros de su época, sino que indicó a sus seguidores como objetivo fundamental de la existencia, más aún, el único, la búsqueda de Dios:  "Quaerere Deum". Pero sabía que, cuando el creyente entra en relación profunda con Dios, no puede contentarse con vivir de modo mediocre según una ética minimalista y una religiosidad superficial. Desde esta perspectiva se comprende mejor la expresión que Benito tomó de san Cipriano y que sintetiza en su Regla (IV, 21) el programa de vida de los monjes: "Nihil amori Christi praeponere", "No anteponer nada al amor de Cristo". En esto consiste la santidad, propuesta que vale para todo cristiano y que es una verdadera urgencia pastoral en nuestra época, en la que se siente la necesidad de arraigar la vida y la historia en sólidas referencias espirituales».  (Benedicto XVI, Angelus, 10 julio 2005).

«Nuestra situación actual -decía en otra ocasión- bajo muchos aspectos, es distinta de la que Pablo encontró en Atenas, pero, pese a la diferencia, sin embargo, en muchas cosas es también bastante análoga. Nuestras ciudades ya no están llenas de altares e imágenes de múltiples divinidades. Para muchos, Dios se ha convertido realmente en el gran Desconocido. Pero como entonces tras las numerosas imágenes de los dioses estaba escondida y presente la pregunta acerca del Dios desconocido, también hoy la actual ausencia de Dios está tácitamente inquieta por la pregunta sobre Él. Quaerere Deum buscar a Dios y dejarse encontrar por Él: esto hoy no es menos necesario que en tiempos pasados. Una cultura meramente positivista que circunscribiera al campo subjetivo como no científica la pregunta sobre Dios, sería la capitulación de la razón, la renuncia a sus posibilidades más elevadas y consiguientemente una ruina del humanismo, cuyas consecuencias no podrían ser más graves. Lo que es la base de la cultura de Europa, la búsqueda de Dios y la disponibilidad para escucharle, sigue siendo aún hoy el fundamento de toda verdadera cultura». (Benedicto XVI, Discurso en el Collège des Bernardins, París 12  de septiembre de 2008) 

jueves, 7 de julio de 2016

VOLVER A ENTRONIZAR A CRISTO EN LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

El Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha hecho un solemne llamamiento a sacerdotes y obispos para recuperar la orientación Ad Orientem en la celebración de la Misa. Un paso sencillo quizá, pero que se presenta como la puerta de entrada para emprender la urgente tarea de volver a entronizar a Cristo en el centro de la celebración litúrgica.

«Quiero hacer un llamamiento a todos los sacerdotes. Quizá hayan leído mi artículo en L'Osservatore Romano hace un año (12 de junio de 2015) o mi entrevista en la revista Familia Cristiana en mayo de este año. En ambas ocasiones he dicho que creo que es muy importante que volvamos tan pronto como sea posible a una orientación común, de sacerdotes y fieles, vueltos todos juntos en una misma dirección, hacia el este o al menos hacia el ábside, hacia el Señor que viene, en aquellas partes de los ritos litúrgicos cuando nos dirigimos a Dios. Esta práctica está permitida por la legislación litúrgica actual. Es perfectamente legítimo en el rito moderno. De hecho, creo que es un paso muy importante para garantizar que en nuestras celebraciones el Señor está verdaderamente en el centro.
Y así, queridos padres, les pido implementar esta práctica en cualquier parte donde sea posible, con la prudencia y con la catequesis necesaria, sin duda, pero también con la confianza de un pastor que sabe que esto es algo bueno para la Iglesia, algo bueno para nuestro pueblo.  Vuestro propio juicio pastoral determinará cómo y cuándo esto sea posible, pero quizá se pueda comenzar a partir del próximo primer domingo de Adviento de este año, cuando esperamos al Señor que vendráy que no tardará (Cf. Introito Misa del miércoles de la primera semana de Adviento). Estimados padres, deberíamos volver a escuchar el lamento de Dios proclamado por el profeta Jeremías: ellos me han dado la espalda (Jer 2, 27). ¡Volvamos de nuevo hacia el Señor!» (Cardenal Robert Sarah, Extracto de la Conferencia de apertura del Congreso Sacra Liturgia 2016, que se realiza en Londres. Martes 5 de julio). 

martes, 5 de julio de 2016

UNA MUCHEDUMBRE CONCELEBRANTE

Este breve aforismo de Gómez Dávila: «Para Dios no hay sino individuos» (Escolios Vol. I p. 19), hace que me pregunte hasta qué punto es razonable la pastoral de multitudes, sobre todo en las celebraciones litúrgicas. Comprendo perfectamente la preocupación manifestada en cierta ocasión por el Papa Benedicto XVI sobre las misas multitudinarias: «Para mí, queda un problema, porque la comunión concreta en la celebración es fundamental; por eso, creo que de ese modo aún no se ha encontrado realmente la respuesta definitiva. También en el Sínodo pasado suscité esta pregunta, pero no encontró respuesta. También hice que se planteara otra pregunta sobre la concelebración multitudinaria, porque si por ejemplo concelebran mil sacerdotes, no se sabe si se mantiene aún la estructura querida por el Señor. Pero en cualquier caso son preguntas». (Palabras del Papa Benedicto XVI a los párrocos, sacerdotes y diáconos de Roma, jueves 7 de febrero de 2008). Preguntas, en efecto, pero que ya va siendo hora de responder, antes de que los fieles –sacerdotes y laicos- olviden lo que es estar a solas con Dios y cómo comportarse en tales casos. 
«Poned amor en el altar de vuestra iglesia y, siempre que podáis, no concelebréis ¡Por el amor de Dios! Sed sacerdotes, buscad el trato directo con Cristo», decía en una oportunidad San Josemaría Escrivá. (Apuntes de un coloquio familiar con sacerdotes, 10-X-1972). Era solo un consejo, pero el consejo de un santo, que también concelebró alguna vez con sus vicarios de todo el mundo, pero que muy pronto percibió también el riesgo de las concelebraciones: que el sacerdote, de persona -en el altar, la mismísima persona de Jesucristo-, se convirtiera en número, en masa anónima, con el consiguiente enfriamiento de su piedad eucarística.

viernes, 1 de julio de 2016

UNA DOLOROSA PÉRDIDA LITÚRGICA

SANGUIS CHRISTI, IN FLAGELLATIONE PROFLUENS,
MISERERE NOBIS
Sangre de Cristo, vertida copiosamente en la flagelación,
ten misericordia de nosotros

Poco convincentes aparecen hoy las razones con las que se quiso justificar la supresión de la fiesta de la Preciosísima Sangre del nuevo calendario litúrgico: «1 de julio. Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Se suprime la fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, establecida en el Calendario Romano en 1849, cuando Roma fue liberada de una sedición. La razón es que la Preciosísima Sangre de Cristo Redentor ya se venera en las solemnidades de la Pasión, como también en las de la Santísima Eucaristía y del Sacratísimo Corazón de Jesús y en la fiesta de la Exaltación de la Cruz. Con todo, la Misa de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo pasa a figurar entre las Misas Votivas». (Calendarium Romanum, editio typica 1969).

¿Pero acaso la Sangre de Cristo no merecía una festividad propia y explícita? ¿No era todavía reciente la carta apostólica Inde a primis del Papa Juan XXIII, exhortando a todos los obispos del mundo a fomentar esta hermosa devoción entre el pueblo cristiano? «Nos parece muy oportuno  -decía entonces el santo Papa Juan- llamar la atención de nuestros queridos hijos sobre la conexión indisoluble que debe unir a las devociones, tan difundidas entre el pueblo cristiano, a saber, la del Santísimo Nombre de Jesús y su Sacratísimo Corazón, con la que tiende a honrar la Preciosísima Sangre del Verbo encarnadoderramada por muchos en remisión de los pecados. Y añadía «Conviene recordar que por mandato de Benedicto XIV se compusieron la Misa y el Oficio en honor de la Sangre adorable del Divino Salvador; y que Pío IX, en cumplimiento de un voto hecho en Gaeta, extendió la fiesta litúrgica a la Iglesia universal. Por último Pío XI, de feliz memoria, como recuerdo del XIX Centenario de la Redención, elevó dicha fiesta a rito doble de primera clase, con el fin de que, al incrementar la solemnidad litúrgica, se intensificase también la devoción y se derramasen más copiosamente sobre los hombres los frutos de la Sangre redentora» Más adelante señalaba «¡Ah! Si los cristianos reflexionasen con más frecuencia en la advertencia paternal del primer Papa: Vivid con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, considerando que habéis sido rescatados de vuestro vano vivir no con plata y oro, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha! (I Petr 17-19). Si prestasen más atento oído a la exhortación del Apóstol de las gentes: Habéis sido comprados a gran precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo (I Cor. 6, 20». (CARTA APOSTÓLICA INDE A PRIMIS DE SU SANTIDAD JUAN XXIII SOBRE EL FOMENTO DEL CULTO A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. 30-VI- 1960, vigilia de la fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo). 
Al igual que lo sucedido con las fiestas del Santo Nombre de Jesús y del Santo nombre de María, esperemos que también esta fiesta de la Preciosísima Sangre sea prontamente restituida en el actual calendario, con su valor cristológico y soteriológico propio, tal como se expresa en las cartas de los Apóstoles Pedro y Pablo.
La actualidad de esta devoción se manifiesta también en esta hermosa invocación de sus letanías: Sanguis Christi, flumen misericordiae, miserere nobis; Sangre de Cristo, río de misericordia, ten piedad de nosotros.