miércoles, 29 de octubre de 2014

ARTE Y ORACIÓN EN BENEDICTO XVI

Atrás quedaron los años de barbarie antiestética que acompañaron la reforma litúrgica posconciliar. Una herencia valiosa que el Papa Benedicto XVI ha dejado a la Iglesia y a la humanidad es la constante presencia, en su magisterio, de la importancia de la belleza como camino de encuentro con el Dios vivo y verdadero. A continuación recojo un extracto de una Audiencia dedicada a las relaciones entre arte y oración.

“El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos hacia lo alto.
Pero hay expresiones artísticas que son auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema; más aún, son una ayuda para crecer en la relación con él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que expresan la fe. Podemos encontrar un ejemplo cuando visitamos una catedral gótica: quedamos arrebatados por las líneas verticales que se recortan hacia el cielo y atraen hacia lo alto nuestra mirada y nuestro espíritu, mientras al mismo tiempo nos sentimos pequeños, pero con deseos de plenitud… O cuando entramos en una iglesia románica: se nos invita de forma espontánea al recogimiento y a la oración. Percibimos que en estos espléndidos edificios está de algún modo encerrada la fe de generaciones. O también, cuando escuchamos un fragmento de música sacra que hace vibrar las cuerdas de nuestro corazón, nuestro espíritu se ve como dilatado y ayudado para dirigirse a Dios...


Queridos amigos, os invito a redescubrir la importancia de este camino también para la oración, para nuestra relación viva con Dios. Las ciudades y los pueblos en todo el mundo contienen tesoros de arte que expresan la fe y nos remiten a la relación con Dios. Por eso, la visita a los lugares de arte no ha de ser sólo ocasión de enriquecimiento cultural —también esto—, sino sobre todo un momento de gracia, de estímulo para reforzar nuestra relación y nuestro diálogo con el Señor, para detenerse a contemplar —en el paso de la simple realidad exterior a la realidad más profunda que significa— el rayo de belleza que nos toca, que casi nos «hiere» en lo profundo y nos invita a elevarnos hacia Dios”. (Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 31 de agosto de 2011) 

lunes, 27 de octubre de 2014

UN CONTENTO EN EXPANSIÓN

“Estoy muy contento de que el usus antiquior viva ahora una paz plena en la Iglesia, también entre los jóvenes, apoyado y celebrado por grandes cardenales. Estaré espiritualmente con ustedes…”

(De la carta de Benedicto XVI, Papa emérito, al Delegado General del Coetus Internationalis Summorum Pontificum, 10-X-2014).


viernes, 24 de octubre de 2014

¿LA CASTIDAD DEJÓ DE SER UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO (II)

Presento la segunda parte del artículo de don Enrico Cattaneo aparecido en La Nuova Bussola Quodiana (2o-X-2014)

“Que el Sínodo haya ignorado por completo este aspecto, parece algo desconcertante y preocupante. Si la Iglesia ya no sabe más proponer íntegramente el mensaje evangélico sobre la sexualidad, esto significa entonces que la mentalidad del mundo ha entrado simplemente en la Iglesia. Y yendo un poco al fondo de la cuestión, hay un motivo de este confusionismo, que ha llegado desde el momento en que se ha pretendido nivelar todas las vocaciones, todos los carismas, diciendo que la elección de la virginidad por el Reino de los cielos no es "mejor" que la del estado matrimonial. ¿No habla Pablo de “aspirar a los mejores carismas” (1 Cor 12, 13)? ¿Y acaso no dice también que quien se casa “hace una cosa buena”, pero que quien no se casa para pertenecer completamente al Señor “hace algo mejor” (cf. 1 Cor 7, 32-38)? ¿Y no ha sido siempre ésta la posición de la Iglesia Católica en sus dos mil años de historia? ¿Acaso Dios no es libre de dar sus dones, y ofrecer a uno cinco talentos, y a otro dos, y a otro incluso uno? Corresponderá luego a cada uno hacer fructificar al máximo el don recibido, y según esto valorará el Señor la santidad de la persona.
  Volviendo al Sínodo, debería quedar claro que la crisis de la familia también es debida a la crisis de la moral sexual. Ahora bien, en vez de rociar un poco de agua bendita sobre situaciones objetivas de pecado (y ya se ha señalado cómo en la relación-síntesis falta justamente este concepto), ¿por qué no hacer también para la sexualidad aquella propuesta positiva que se quiere hacer para la familia ? Dicho en otras palabras, hay dos "bellezas" evangélicas que presentar: "la belleza de la familia", escuela de amor sacrificado, de fecundidad y comunión, y la "belleza de la castidad,  “escuela de autodisciplina y de elevación del amor humano y cristiano. 
  Si la reflexión sobre la familia que se llevará a cabo hasta el Sínodo ordinario del próximo año, se redujera a copiar de los ortodoxos lo referente a la comunión de los divorciados vueltos a casar; a copiar de los protestantes el considerar el Evangelio como un ideal, dejando a la conciencia de cada uno el decidir en las situaciones concretas; a copiar de los anglicanos el entender la sinodalidad como un resolver las cuestiones a fuerza de mayoría, entonces no se comprende en qué queda aquella "creatividad" que ha sido solicitada por el papa Francisco”.

jueves, 23 de octubre de 2014

¿LA CASTIDAD DEJÓ DE SER UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO (I)

Ofrezco en dos entradas sucesivas una traducción al español de un interesante artículo de don Enrico Cattaneo, publicado en La Nuova Bussola Quotidiana, el pasado 20 de octubre, sobre el reciente Sínodo. Con mesura y claridad el autor apunta hacia una de las más notorias insuficiencias de esta primera etapa sinodal.
¿LA CASTIDAD YA NO ES UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO 
Por Enrico Cattaneo
“Pienso que no solo los Padres sinodales, sino también todos los católicos y todas las personas de buena voluntad han vivido con mucho dolor interior el dilema debatido en el Sínodo entre el ser fieles a la doctrina de Cristo sobre el matrimonio y al mismo tiempo salir al encuentro de tantas situaciones de fragilidad, de quiebra, de crisis de la familia. Esta laceración interior, presente ciertamente en todos los Padres sinodales y en los demás participantes (matrimonios, religiosos y observadores de otras confesiones), impide clasificar con simpleza las varias posiciones, contraponiendo los "conservadores" a los "abiertos",  y los "rígidos" a los "misericordiosos."
También la relación-síntesis de la primera semana, hecha por el card. Erdó, reflejaba esta laceración, e indicaba las posibles vías para afrontar los problemas de la familia, manteniendo firme la doctrina. Las cosas positivas presentes en esta relación son muchas, pero otras dejan un sentimiento de malestar. Entre las cosas positivas debe subrayarse la actitud de fondo de asumir, de cara a la crisis de la institución familiar, la presentación de "el Evangelio de la familia", es decir de toda la belleza del matrimonio y de la familia cristiana, testimoniada por tantos esposos y por muchas familias. Esta "belleza", fruto de la gracia, pasa ciertamente por el camino de la cruz, hasta el heroísmo del amor sacrificado.
La relación del card. Erdó también tocaba muchas situaciones que están más o menos directamente en conexión con la familia, como la convivencia (y por lo mismo las relaciones prematrimoniales), las uniones de hecho, el matrimonio civil entre bautizados y la cuestión de la homosexualidad.
Ahora nos preguntamos: en lugar de plantear soluciones ambiguas, que no hacen más que desorientar a los fieles, ¿por qué no se ha dicho ninguna palabra sobre la "belleza de la castidad” como valor auténticamente humano y cristiano? ¿Es que a lo mejor la castidad ya dejó de ser una virtud? ¿O quizá es que la Iglesia ya no tiene la valentía de indicar a los jóvenes, a los novios y también a las parejas casadas, el valor de la castidad y la virginidad por el Reino de los cielos? ¿No sería éste el verdadero mensaje profético para nuestro tiempo”?
Por otra parte, los primeros cristianos, que estaban inmersos en un mundo corrompido bajo todo punto de vista, se presentaron proclamando, de una parte, la belleza del matrimonio cristiano, monógamo e indisoluble, signo de la unión de Cristo con la Iglesia, pero también proponiendo la superior belleza de la virginidad, abrazada a causa de Cristo y del Evangelio. ¿Acaso Jesús no fue virgen? ¿Y la Madre de Jesús, María, no ha sido proclamada en todo tiempo "la siempre Virgen?" Ciertamente, los tiempos modernos exigen una presentación conforme a las problemáticas de hoy. ¿Pero será posible que no existan hoy teólogos, pastores, médicos, psicólogos, sociólogos, que puedan mostrar la belleza de la castidad como valor humano, y sobre todo la virginidad por el Reino de los cielos? Éste debería ser el trabajo a realizar, y esperamos que se haga en el año dedicado a la vida consagrada (noviembre 2014-2015).

martes, 21 de octubre de 2014

ADVERTENCIA


Racionalizar el dogma, ablandar la moral, simplificar el rito, no facilitan el acercamiento del incrédulo sino el acercamiento al incrédulo.
(Nicolás Gómez Dávila)

miércoles, 15 de octubre de 2014

PRESENTIMIENTO

“La Iglesia necesitará siglos de oración y de silencio 
para forjar de nuevo su alma emblandecida”
(Nicolás Gómez Dávila)


lunes, 13 de octubre de 2014

EL DOBLE MILAGRO DE LA CONSAGRACIÓN

“¿Qué sucede, pues, en la Misa cuando el sacerdote, habiendo tomado el pan y el vino, repite las mismas palabras de Jesús?
Con un doble milagro, asistido por la omnipotencia divina, la Eucaristía se constituye como sacrifico de Cristo y como sacramento de Cristo. El primer milagro concierne al tiempo; el segundo al espacio. Por el primer milagro, en el momento en que se pronuncian las palabras de la doble consagración del pan y del vino, nos hacemos invisiblemente presentes al sacrifico cruento de la Cruz, ofrecido de una vez por todas en Jerusalén para la salud del mundo: he ahí el aspecto sacrificial de la Eucaristía. El segundo milagro es aquel por el que el cuerpo glorioso de Cristo se hace presente en cada uno de nuestros altares, en un lugar de nuestro espacio: he ahí el aspecto sacramental de la Eucaristía. Estos dos milagros están tan estrechamente unidos, que se les puede considerar como las dos caras de un único milagro”. (Charles Journet, La Eucaristía, Sacrificio y Sacramento de Cristo, México 1973, p. 25-26).

En el texto arriba citado, Charles Journet, Cardenal y teólogo insigne, explica que en la Misa, durante la Consagración, asistimos a un doble milagro en el que las leyes del tiempo y del espacio, por acción del poder de Dios, quedan en un misterioso suspenso. Es tan grandioso lo que ocurre en ese instante divino, que solo el estupor silencioso del alma y la quietud del cuerpo arrodillado merecen ser reconocidos como la verdadera y auténtica respuesta del creyente ante la presencia de tan grande misterio.                

lunes, 6 de octubre de 2014

LA MISA TRADICIONAL DEFIENDE EL SENTIDO DE LO SAGRADO. HABLA UNA VOZ AUTORIZADA

Ofrecemos una traducción de la entrevista que Don Roberto Spataro SDB, secretario de la Pontificia Academia Latinitas, creada por Benedicto XVI en 2012 para estudio y difusión de la lengua y cultura latinas, ha dado a Lettera Napoletana con ocasión de su visita a Bacoli (Nápoles) el pasado 27 de julio. Don Spataro, docente de literatura cristiana, es un gran amante y defensor de la liturgia tradicional. En sus respuestas, breves pero incisivas, resalta el papel siempre actual y necesario de la Forma Extraordinaria del rito Romano.

P. ¿Considera que la Misa en el rito romano antiguo sea una respuesta, para los fieles que participan en ella, a la pérdida del sentido de lo sagrado en nuestra sociedad?
R. Estoy de acuerdo. En el mundo occidental, como está a la vista de todos, el proceso de secularización se vuelve dramáticamente siempre más agresivo e invasivo. Por tanto, es necesario ofrecer espacios donde lo "sagrado", es decir, la presencia objetiva de Dios, sea comunicado y aprendido, acogido y asimilado. La Misa "tridentina" privilegia un lenguaje, hecho de palabras en una lengua reservada a Dios, y de elocuentes símbolos, que involucran todos los sentidos externos e internos del hombre, capaz de transmitir inmediatamente y con eficacia la belleza y la potencia de lo "sagrado".
P. ¿Cómo explica el hecho de que sobre todo en los países anglosajones, pero también en Brasil, sean especialmente los jóvenes los más atraídos por el rito tradicional?
R. En los países anglosajones sucede un fenómeno significativo: no son pocos los jóvenes que procedentes de varias denominaciones protestantes adhieren al Catolicismo y aman la Misa "tridentina" porque en ella encuentran lo que, movidos por la gracia de Dios, buscaban: la naturaleza sacrificial de la Misa, el papel insustituible del sacerdocio ordenado, la fe en la presencia real y en la transubstanciación. Por otra parte, perciben en la Misa Tridentina una verdadera y propia suma de la fe católica a la que han dado su apoyo con entusiasmo y, a veces, soportando obstáculos e incomprensiones.
P. En relación al clero, se encuentran mucho más fácilmente sacerdotes de entre 30 a 40 años dispuestos a celebrar el rito tridentino que sacerdotes de entre 50 a 60. ¿Cómo es eso?
R. Los sacerdotes que hoy tienen entre 50 y 70 años se formaron en los años del postconcilio, cuando existía una cierta sospecha, por no decir una verdadera y propia hostilidad, hacia la Tradición, y se buscaba, en la teología y en la pastoral, un "novum" concebido ingenuamente como un "bonum". Están, por tanto, psicológicamente bloqueados hacia lo que consideran un "retorno al pasado". En las generaciones más jóvenes, especialmente entre aquellos seminaristas y jóvenes que han seguido con alegría la enseñanza del Papa Benedicto XVI, este prejuicio no existe, porque no han vivido ni los años del Concilio ni las primeras décadas que le siguieron. Para algunos de ellos, la Tradición es un recurso, un "regreso al futuro", si se me permite el oxímoron.
P. En una reciente conferencia usted habló de "minorías creativas" en relación a los grupos de fieles que se organizan para pedir a los párrocos celebrar con el Vetus Ordo y ha recordado que las reformas, también litúrgicas, han comenzado a veces de pequeñas comunidades monásticas.
R. El concepto de "minoría creativa" ha sido valorizado por el entonces Cardenal Ratzinger para describir grupos de personas que, con sus fuertes motivaciones, su testimonio de vida, a veces con su organización, y sobre todo con su adhesión a un pensamiento "fuerte", inspirado en los valores del humanismo cristiano, los "principios no negociables", pueden regenerar desde dentro la sociedad corroída por la "dictadura del relativismo", un poco como las antiguas comunidades monásticas han salvado y renovado de modo creativo la civilización romana en su crepúsculo. En el fondo, "minoría creativa" es un concepto cercano a la categoría bíblica de "pequeño resto", aquellos pocos que, a causa de su fidelidad a Dios, se vuelven un instrumento de su acción redentora. Incluso en las épocas más oscuras de la historia, Dios, en su providencia, siempre suscita la presencia de personas piadosas y buenas, humildes y valientes.
P. Después del Motu Proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI piensa que el clima esté cambiando y que, al menos en Italia, la difusión del rito romano antiguo ocurra con mayor dificultad?
R. No estoy en condiciones de establecer un "ranking" nacional de resistencia al Motu Proprio. Ciertamente, miembros del clero y conocidos prelados en Italia no han ocultado su oposición a Summorum Pontificum. Pero séame permitido decir que, no pocas veces, gentes que expresan su desacuerdo con la Misa tridentina tienen un conocimiento superficial y contestan un documento pontificio sin haberlo leído nunca en su totalidad.
P. Para tantos católicos desorientados por la agresión de la cultura laicista y por la desacralización, ¿piensa que el retorno de la Misa tridentina sea una esperanza?
R. ¡Indudablemente! En torno a esta noble forma litúrgica, realmente culmen et fons (culmen y fuente), fieles laicos y sacerdotes organizan su propia vida espiritual. Sacan los tesoros de la gracia divina y encuentran, como puedo constatar sobre todo entre los fieles laicos, un alimento sólido para corroborar la propia fe y dar un testimonio valiente, en un ambiente que tiende a marginar el Cristianismo y su incidencia social, con los resultados de volver el mundo, justo por su indiferencia y hostilidad  a Dios, menos humano y misericordioso, como nos lo recuerda el Papa Francisco.
Fuente: Lettera Napoletana, en www.summorumpontificum.org/2014/09/don-roberto-spataro-la-messa-tridentina-difende-il-senso-del-sacro/

jueves, 2 de octubre de 2014

LOS ÁNGELES CUSTODIOS, ESCOLTAS Y AMIGOS

Así responde Santo Tomás de Aquino a la cuestión sobre la conveniencia de que a todo hombre le sea dado un ángel custodio:

“El hombre se encuentra en la vida presente como en un camino por el que ha de marchar hacia su patria. En este camino le amenazan muchos peligros, tanto interiores como exteriores, según aquello del salmo 141, 4: En la senda por donde voy me han escondido una trampa. Por eso, así como a los que van por caminos inseguros se les pone guardias, así también a cada uno de los hombres, mientras camina por este mundo, se le da un ángel que le guarde. Pero cuando haya llegado al término de este camino, ya no tendrá ángel custodio, sino que tendrá en el cielo un ángel que con él reine, o en el infierno un demonio que le torture” (S. Th., I, q.113, a.4 c).
Y hoy mismo, festividad de los Santos Ángeles Custodios, el Papa Francisco ha recordado esta doctrina de fe, expresión de la exquisita delicadeza con que la Providencia Divina cuida de sus criaturas, y ha formulado algunas peguntas para despertar en los fieles esta antiquísima devoción: “Hoy, haría la pregunta: ¿cómo es mi relación con el ángel custodio? ¿Lo escucho? ¿Le digo buen día, a la mañana? ¿Le digo: ‘custódiame durante el sueño?’.¿Hablo con él? ¿Le pido consejo? Él está a mi lado. Esta pregunta podemos responderla hoy, cada uno de nosotros: ¿Cómo es mi relación con este ángel que el Señor ha enviado para custodiarme y acompañarme en el camino, y que ve siempre el rostro del Padre que está en los cielos?” (Papa Francisco, Homilía en Santa Marta, 2.X.2014).

miércoles, 1 de octubre de 2014

TERESA DE LISIEUX Y SU ASCENSOR AL CIELO

Teresita de Lisieux, siempre consciente del abismo que la separaba de los grandes santos, nunca perdió la esperanza de encontrar un camino corto que la condujera pronta y fácilmente a la fascinación por Cristo, que era todo su anhelo. Dos textos de la Escritura le mostrarán el camino que buscaba: Si alguno es pequeño, que venga a mí (Prov 9, 4); Como una madre acaricia a su hijo, así yo os consolaré, os llevaré en mi regazo y os meceré sobre mis rodillas (Is 66, 13). Y de pronto se abre ante sus ojos todo el camino de la infancia espiritual: hacerse niña delante de Dios para que sea Él quien haga las cosas, tal como un buen padre o una buena madre le hacen todo a sus hijos pequeños y desvalidos. He aquí su propio testimonio: “Sabéis, Madre mía, que siempre he deseado ser santa. Pero ¡ay!, cuantas veces me he comparado con los santos siempre he comprobado que entre ellos y yo existe la misma diferencia que entre una montaña cuya cima se pierde en los cielos y el oscuro grano de arena que a su paso pisan los caminantes.
Pero en  vez de desanimarme, me he dicho a mí misma: Dios no podría inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad… Pero quiero hallar el modo de ir al cielo por un caminito muy recto, muy corto, por un caminito del todo nuevo. Estamos en el siglo de los inventos. Ahora no hay que tomarse ya el trabajo de subir los peldaños de una escalera; en las casas de los ricos el ascensor la suple ventajosamente. Pues bien, yo quisiera encontrar también un ascensor para elevarme hasta Jesús, pues soy demasiado pequeña para subir la ruda escalera de la perfección”.

Es entonces cuando lee y medita los textos de la Sagrada Escritura citados arriba y exclama inundada de gozo: “¡Ah, nunca palabras más tiernas, más melodiosas, me alegraron el alma! ¡El ascensor que ha de elevarme al cielo son vuestros brazos, oh Jesús! Por eso, no necesito crecer, al contrario, he de permanecer pequeña, empequeñecerme cada vez más” (Ms C Fol. 2v°).