viernes, 28 de abril de 2017

SED DE DIOS

«Quemadmodum desiderat cervus ad fontes aquarum,
ita desiderat anima mea ad te, Deus.
Sitivit anima mea ad Deum fortem, vivum;
Quando veniam, et apparebo ante faciem Dei?»


«Como el ciervo desea las fuentes de las aguas,
así te anhela mi alma, ¡oh Dios mío!
Mi alma está sedienta del Dios, del Dio vivo:
¿Cuándo iré y veré la faz de Dios»?
(Ps 41, 2-3)

martes, 25 de abril de 2017

HACIA LA TIERRA PROMETIDA


«Q
uien reforma un rito hiere a un dios», escribió Nicolás Gómez Dávila (Escolios, Tomo II, p. 286). Y tengo para mí que la reforma apresurada y desprolija del rito romano ha herido el corazón de Jesucristo. Como sucedió antaño con el pueblo de Israel, hemos sido castigados a vagar por más de medio siglo a través de un desierto litúrgico abrasador. En el pontificado de Benedicto XVI pudimos vislumbrar la tierra prometida y gustar de sus sabrosos frutos. No hagas caso, Señor, de los que ahora reclaman volver a la esclavitud egipcia.

sábado, 22 de abril de 2017

LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE

Pedro Pablo Rubens, Cristo resucitado, ca. 1615-1616. 
Florencia, Galería Palatina, Palacio Pitti. 
Foto Claudio Giusti, Studio Garosi.

En su comentario al Símbolo de los Apóstoles, Santo Tomás de Aquino nos ofrece cuatro razones sobre la utilidad de la fe y de la esperanza en el misterio de la resurrección de la carne; resurrección que Cristo nos ha hecho posible con su triunfante, gloriosa y personal resurrección del sepulcro.
 
«P
rimero, para sobreponernos a la tristeza que nos produce la muerte de los nuestros. Es imposible que uno no sienta la muerte de un ser querido; pero si esperamos su resurrección, se mitiga considerablemente el dolor. Hermanos no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos, para que no os entristezcáis como los hombres sin esperanza (I Thes 4, 12).

Segundo, porque libran del  miedo de la muerte. Si el hombre no espera otra vida mejor después de su fallecimiento, la muerte sería sin duda muy de temer, y se justificaría cualquier cosa con tal de no morir. Pero como creemos que existe esa vida mejor, a la que llegaremos después de la muerte, está claro que nadie debe temerla ni cometer maldad alguna por evitarla. Para aniquilar por medio de su muerte al que detentaba el señorío de la muerte, es decir, al diablo, y libertar a cuantos, por miedo a la muerte, estaban de por vida sometidos a la esclavitud (Heb 2, 14-15).

Tercero, porque nos vuelven alertados y afanosos para obrar bien. Si no contase el hombre con más vida que la actual, tampoco tendría mayor afán por obrar virtuosamente; hiciese lo que hiciese, quedaría insatisfecho, puesto que sus deseos solo tendrían como objeto un bien limitado a un cierto tiempo. Pero como creemos que por lo que hacemos aquí recibiremos bienes eternos en la resurrección, esta fe nos impulsa a practicar el bien. Si solo para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres (I Cor 15, 19).

Cuarto, porque nos retraen del mal. Del mismo modo que es un estímulo para obrar bien la esperanza del premio, retrae del mal el miedo al castigo que creemos estar reservado a los malos. Y marcharán los que hayan hecho el bien a una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal a una resurrección de condena (Jn 5, 29)» (Santo Tomás de Aquino, Obras catequéticas, Ed. Eunate, Pamplona 1995, p. 90-91).

sábado, 15 de abril de 2017

90 AÑOS DEL PAPA RATZINGER. PERDONA A TU PUEBLO SEÑOR


E
l aprecio y gratitud hacia la figura del Cardenal Ratzinger, luego Papa Benedicto XVI, forma parte del alma que vivifica este humilde blog. Mucho se podría decir de su persona; sin embargo, para conmemorar sus 90 años me ha parecido de justicia componer una letanía de desagravio a tan buen siervo de Dios. Me mueve a ello cierta personal convicción de que su pontificado fue una oportunidad luminosa que Dios nos regaló y que no supimos aprovechar del todo. Por eso, perdona a tu pueblo Señor.

Por la superficialidad reinante, que nos impidió valorar como era debido la grandeza del don que ofrecías a tu Iglesia en la persona de tu Vicario Benedicto,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por quienes acusaron a tu siervo de pesimismo, cada vez que nos mostró con verdad y realismo la profunda crisis en la que se sumergió tu Iglesia tras el Concilio,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por quienes en los momentos difíciles de su reinado huyeron, abandonándolo al fuego enemigo y anticatólico,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por cuantos rasgaron vestiduras frente a su disposición misericordiosa y ecuménica de levantar unas penas canónicas,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por el escaso interés con que se acogió en tu Iglesia el motu proprio Summorum Pontificum, verdadero cimiento de una resurrección litúrgica,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por los que no obedecieron o tardaron años en hacerlo, cuando dispuso que los sacerdotes dijeran en la consagración lo mismo que tú dijiste en la última Cena,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por quienes criticaron su elegancia humana y sobrenatural, cuyo sentido no era otro que el deseo humilde de esconderse a sí mismo tras la figura de Pedro, a quien sucedía, y tras la tuya propia a quien representaba,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por la falsedad hipócrita de quienes acecharon cada uno de sus pasos, para sorprenderlo y mal interpretarlo, tal como lo hicieron contigo escribas y fariseos,
Perdona a tu pueblo Señor. 
Por el extraño regocijo, apenas disimulado, que algunos manifestaron ante la noticia de su renuncia, simplemente por hallarse extenuado en tu servicio, 
Perdona a tu pueblo Señor.
Por quienes no vieron con buenos ojos su constante empeño por recobrar nuestra conciencia e identidad católicas, hoy tan debilitadas,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por quienes no acataron su magisterio sobre la centralidad de la verdad y el dogma para enfrentar la dictadura del relativismo que amenaza al mundo y a tu Iglesia,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por el fastidio que siempre ocasionó al progresismo liberal, el verse obligado a reconocer que la cabeza visible de tu Iglesia era una de las inteligencias más preclaras del siglo,
Perdona a tu pueblo Señor. Y una vez alcanzado tu anhelado perdón, haz fructificar la rica herencia de tu siervo Benedicto. 

viernes, 14 de abril de 2017

TEXTOS PARA SEMANA SANTA. LA COMPASIÓN DE MARÍA


«Y
 ahora, ¿qué lengua será bastante a declarar, o qué entendimiento a comprender, oh Virgen Santa, la inmensidad de tus desolaciones? Presente a todos esos martirios, participando en todos ellos, viste con tus propios ojos aquella carne bendita y santa, que tú virginalmente concebiste, y tiernamente alimentaste y criaste, y tantas veces reclinaste en tu seno y besaste juntando labios con labios, vístela desgarrada por los azotes, perforada por las espinas, ya herida con la caña, ya injuriada con puñadas y bofetones, ya taladrada con clavos, ya pendiente del madero de la cruz, rasgada con su propio peso, expuesta a todos los escarnios y en fin amargada por la hiel y el vinagre. Viste también con los ojos de la mente aquella alma divinísima repleta de la hiel de todas las amarguras, ya sacudida de espirituales estremecimientos, ya llena de pavor, ya de tedio, ya agonizante, ya angustiada, ya turbada, ya abatida por la tristeza y el dolor, parte por el vivísimo sufrimiento del cuerpo, parte por el ardiente celo de reparar el divino honor, violado por el pecado, parte por la afectuosa conmiseración de nuestras miserias, parte por la compasión que de ti, su Madre dulcísima, tenía, cuando, desgarrado el corazón, viéndote presente, te dirigió una mirada de piedad y aquellas dulces palabras: Mujer, he ahí a tu hijo (Jn 19, 26), para consuelo de tu alma angustiada, pues sabía que te traspasaba la espada de la compasión más fuertemente que si fueras herida en tu propio cuerpo» (San Buenaventura, El árbol de la vida, en 10 Opúsculos místicos, Buenos Aires 1947, p. 145).

martes, 11 de abril de 2017

TEXTOS PARA SEMANA SANTA. JESÚS, TRAIDORAMENTE VENDIDO

San Buenaventura, conocido también con el nombre de Doctor Seráfico, fue un gran contemplativo de la pasión de Cristo. La meditación amorosa y perseverante de los dolores de Jesucristo inflamó de tal modo su corazón que mereció ser reconocido como el Doctor Seráfico, porque Serafín significa “el que arde en amor por Dios” y este santo doctor, con su vida y sus escritos, demostró vivir lleno de un amor inmenso hacia Nuestro Señor, a semejanza de la jerarquía angélica de los serafines. A continuación recojo una conmovedora reflexión suya sobre la traición de Judas, paso particularmente doloroso para Jesús, por tratarse de la traición de uno de los suyos.

Giotto, El beso de Judas. Capilla de los Scrovegni. Padua

«E
l alma que devotamente quiera considerar la pasión de Jesucristo, lo primero que se le ofrece es la perfidia del traidor. Rebosó de tanto veneno de fraude, que entregó a su Maestro y Señor; se abrasó en tales llamas de codicia, que vendió por dinero a Dios infinitamente bueno, y a vil precio la sangre preciosísima de Cristo; tan grande fue su ingratitud, que persiguió de muerte al que le había confiado todas las cosas y enaltecido a la gloria del apostolado; tan obstinada su dureza, que no pudieron apartarlo de su pérfida alevosía ni la familiaridad de la cena, ni la humildad del lavatorio, ni la suavidad de la plática. ¡Oh admirable bondad del Maestro para con el duro discípulo, del piadoso Señor con el peor de los siervos! Cierto, más le valiera no haber nacido (Mat 26, 24). Mas, con ser tan inexplicable la impiedad del traidor, lo es mucho más la mansedumbre del Cordero de Dios, dada en ejemplo a los mortales, para que el débil corazón humano, traicionado por la amistad, no diga en adelante: Si fuera un enemigo quien me afrentara, eso lo soportaría (Ps 54, 13); pero ¡he aquí al hombre en quien Jesucristo puso toda su confianza, el hombre que parecía ser uno en la voluntad con el Maestro, su íntimo y familiar, el hombre que saboreaba el pan de Cristo y que en la sagrada Cena comía con Él los regalados manjares, levantó contra Él el golpe de la iniquidad! Y sin embargo de esto, el mansísimo Cordero, sin engaño ni dolo, en la misma hora de la traición no dudó en aplicar sus labios divinos a la boca rebosante de malicia, sellándola con beso suavísimo, para dar al discípulo aleve todas las muestras de afecto, que hubieran podido ablandar la dureza del corazón más perverso».
(San Buenaventura, Diez opúsculos místicos de San Buenaventura, Ed. Pax et Bonum, Buenos Aires 1947, p. 138) 

domingo, 9 de abril de 2017

TEXTOS PARA SEMANA SANTA. PROCESIÓN Y PASIÓN

El domingo de ramos, pórtico de entrada a los misterios de la Semana Santa, nos ofrece en su liturgia dos elementos significativos: la procesión de los ramos y la lectura de la Pasión. San Bernardo nos muestra cómo se entrelazan ambos aspectos en la celebración de esta fiesta alegre y dramática al mismo tiempo. 


«N
o sin motivo la Iglesia, que tiene el espíritu de aquel Señor que es su Esposo y su Dios, presenta hoy unidas de modo nuevo y maravilloso la pasión y la procesión; siendo así que la precesión lleva consigo el aplauso; la pasión, el llanto.
En la procesión está representada la gloria de la soberana patria, y en la pasión el camino para llegar a ella. Si en la procesión te vino al pensamiento aquella gloria que esperamos y aquel gozo, grande sobremanera, que tendremos al ser arrebatados en las nubes para encontrar a Cristo en los cielos; si con todo tu deseo aspiras a ver aquel día, en que será recibido Jesucristo Nuestro Señor en la Jerusalén celestial, llevando el triunfo de la victoria, la Cabeza acompañada de todos sus miembros, aplaudiéndole no ya las populares turbas, sino las virtudes angélicas, clamando de todas partes los pueblos de uno y otro Testamento: bendito sea el que viene en el nombre del Señor (Mat 21, 9); si consideraste en la precesión, vuelvo a decir, hacia donde debes apresurar tus pasos, aprende en la pasión el camino por donde debes ir. La tribulación presente es el camino de la vida, el camino de la gloria, el camino de la ciudad que merece habitarse, el camino del reino» (San Bernardo, In dominica palmarum, sermo 1).

jueves, 6 de abril de 2017

TEXTOS PARA TIEMPOS DE PASIÓN. ACOMPAÑAR A CRISTO EN SU AGONÍA

En el capítulo 9 del Libro de la Vida, Santa Teresa narra de qué modo comenzó el Señor a despertar su alma del letargo espiritual en que se hallaba. Muchos “toques” del divino Artista para hacer de esa buena monja una de las santas más extraordinarias de la historia de la Iglesia, guardan relación con su Pasión. Recojo a continuación algunos textos de gran valor testimonial, teológico y místico de la santa de Ávila, apropiados para meditar en tiempos de pasión.

«Pues ya andaba mi alma cansada y –aunque quería– no la dejaban descansar las malas costumbres que tenía. Me acaeció que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, al mirarla, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y me arrojé junto a Él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle».

«Mas esta vez de esta imagen que digo, me parece me aprovechó más, porque estaba ya muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios. Le dije entonces, que no me había de levantar de allí hasta que hiciese lo que le suplicaba. Creo cierto me aprovechó, porque fui mejorando mucho desde entonces».

«Tenía este modo de oración: como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí; y me hallaba mejor en las partes adonde le veía más solo; me parecía que, estando solo y afligido, como persona necesitada me había de admitir a mí.

De estas simplicidades tenía muchas; en especial me hallaba muy bien en la oración del Huerto; allí era mi acompañarle; pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido; si podía, deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor; pero me acuerdo que jamás osaba determinarme a hacerlo, porque se representaban mis pecados tan graves. Me estaba allí lo más que me dejaban mis pensamientos, porque eran muchos los que me atormentaban. Muchos años, las más noches, antes que me durmiese –cuando para dormir me encomendaba a Dios– siempre pensaba un poco en este paso de la oración del Huerto, aun antes de ser monja, porque me dijeron se ganaban muchos perdones. Y tengo para mí que por aquí ganó muy mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber qué era, y ya la costumbre me hacía no dejar esto, como el no dejar de santiguarme para dormir». (Santa Teresa de JesúsLibro de la Vida I, Ed. Rialp, Madrid 1982, p. 87-88).

martes, 4 de abril de 2017

TEXTOS PARA TIEMPOS DE PASIÓN. PANEGÍRICO A LA CRUZ


«Que nuestra alma, iluminada por el Espíritu de verdad, reciba con puro y libre corazón la gloria de la cruz, que irradia por cielo y tierra, y trate de penetrar interiormente lo que el Señor quiso significar cuando, hablando de la pasión cercana, dijo: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Y más adelante: Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica a tu Hijo. Y como se oyera la voz del Padre, que decía desde el cielo: Lo he glorificado y volveré a glorificarlo, dijo Jesús a los que lo rodeaban: Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.

¡Oh admirable poder de la cruz! ¡Oh inefable gloria de la pasión! En ella podemos admirar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del Crucificado.

Atrajiste a todos hacia ti, Señor, porque la devoción de todas las naciones de la tierra puede celebrar ahora, con sacramentos eficaces y de significado claro, lo que antes sólo podía celebrarse en el templo de Jerusalén y únicamente por medio de símbolos y figuras.

Ahora, efectivamente, brilla con mayor esplendor el orden de los levitas, es mayor la grandeza de los sacerdotes, más santa la unción de los pontífices, porque tu cruz es ahora fuente de todas las bendiciones y origen de todas las gracias: por ella, los creyentes encuentran fuerza en la debilidad, gloria en el oprobio, vida en la misma muerte. Ahora al cesar la multiplicidad de los sacrificios carnales, la sola ofrenda de tu cuerpo y sangre lleva a realidad todos los antiguos sacrificios, porque tú eres el verdadero Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo; de esta forma, en ti encuentran su plenitud todas las antiguas figuras, y así como un solo sacrificio suple todas las antiguas víctimas, así un solo reino congrega a todos los hombres».
(San León Magno, Papa, Sermón 8 sobre la pasión del Señor, 6-8: PL 54, 340-342)

domingo, 2 de abril de 2017

EL MISAL DE SAN PÍO V, CANTERA DE SANTOS


«En este encuentro cara a cara con Dios, que es la liturgia, nuestro corazón debe estar puro de toda enemistad, lo que presupone que cada persona sea respetada con su propia sensibilidad. Esto significa concretamente que, si bien debe afirmarse que el Concilio Vaticano II nunca pidió hacer tabla rasa del pasado y por lo tanto abandonar el Misal llamado de San Pío V, que produjo tantos santos, por mencionar solo tres sacerdotes tan admirables como San Juan M. Vianney, el Cura de Ars, San Pío de Pietrelcina (Padre Pío) y San Josemaría Escrivá de Balaguer, al mismo tiempo es esencial promover la renovación litúrgica pretendida por ese mismo Concilio, por lo que los libros litúrgicos se actualizaron siguiendo la Constitución Sacrosanctum Concilium, en particular el Misal conocido como misal del Beato Papa Pablo VI». (Cardenal Robert Sarah, Mensaje-Conferencia al Coloquio “Fuente del Futuro”, con motivo del 10° aniversario de la publicación del motu proprio Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI)

Texto completo del mensaje traducido al inglés: catholicworldreport.com