viernes, 26 de mayo de 2017

EL VIÁTICO DE SAN FELIPE NERI

«San Felipe, el venerado apóstol de Roma, que tuvo la dicha de morir el día mismo del Corpus Christi, yacía sobre su lecho, extenuado de fuerzas por los males que le afligían; octogenario, había llegado ya al término de su carrera. No habla el santo anciano; parece que duerme. Pero no duerme; es que está absorto en Dios; está en espera y aguarda… De repente un sonido de campanillas lo conmueve… ¡Es el Viático, es el Señor que viene… el Señor! A este sonido, sus fuerzas retornan, sus miembros parecen reanimarse; quiere arrojarse del lecho y arrodillarse a toda costa… Y cuando ve aparecer el Santísimo Sacramento, no es ya hombre de la tierra; en aquel momento, Felipe Neri es ángel del cielo; diré mejor, es un serafín herido, un serafín que arde, que grita: ¡He ahí el Amor mío, he ahí el Amor mío…dadme, dadme el Amor mío! Si nadie hubiese escrito la vida de San Felipe Neri, esta escena de cielo bastaría para revelarla; bastaría este momento solo para testificar la virtud de sus gloriosos ochenta años. El último grito de su vida sería su panegírico más hermoso; y solo el Viático demostraría que era un gran santo, y especialmente un grande enamorado del Santísimo Sacramento» (Antonio de Castellammare, El alma eucarística, Ed. Casals, p. 261).

jueves, 25 de mayo de 2017

UN DIAGNÓSTICO SIEMPRE ACTUAL Y CERTERO


En un par de textos que copio a continuación, separados por un lapso de casi 20 años –1997 el primero y 2015 el segundo–, Benedicto XVI mantiene intacto su diagnóstico sobre la crisis de la Iglesia y la raíz de índole litúrgica que la nutre. Además, recientemente nos ha señalado al hombre capaz de llevarnos adelante en medio de esta borrasca: «con el cardenal Sarah, maestro del silencio y de la oración interior, la liturgia está en buenas manos».

«Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte del hundimiento de la liturgia, que a veces se concibe directamente “etsi Deus non daretur”: como si en ella ya no importase Dios y si nos habla y nos escucha. Pero si en la liturgia no aparece ya la comunión de la fe, la unidad universal de la Iglesia y de su historia, el misterio de Cristo viviente, ¿dónde hace acto de presencia la Iglesia en su sustancia espiritual? Entonces la comunidad se celebra sólo así misma, que es algo que no vale la pena. Y dado que la comunidad en sí misma no tiene subsistencia, sino que, en cuanto unidad, tiene origen por la fe del Señor mismo, se hace inevitable en estas condiciones que se llegue a la disolución en partidos de todo tipo, a la contraposición partidaria en una Iglesia que se desgarra a sí misma. Por todo esto tenemos necesidad de un nuevo movimiento litúrgico que haga revivir la verdadera herencia del concilio Vaticano II» (Joseph Ratzinger, Mi vida, Ed. Encuentro, Madrid 2005, p. 150-151).

«En los años que siguieron al Concilio Vaticano II he vuelto a ser consciente de la prioridad de Dios y de la Liturgia Divina. La malinterpretación de la reforma litúrgica, que se ha extendido ampliamente en la Iglesia Católica, llevó a poner siempre cada vez más en primer plano el aspecto de la instrucción y de la propia actividad y creatividad. El hacer de los hombres hizo casi olvidar la presencia de Dios. En esta situación se hace cada vez más claro que la existencia de la Iglesia vive de la correcta celebración de la liturgia y que la Iglesia está en peligro cuando el primado de Dios ya no aparece en la liturgia y, por tanto, en la vida. La causa más profunda de la crisis que ha derruido a la Iglesia reside en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la liturgia. Todo esto me llevó a dedicarme al tema de la liturgia más ampliamente que en el pasado, porque sabía que la verdadera renovación de la liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia. Sobre la base de esta convicción nacieron los estudios que se han recogido en este volumen 11 de las Opera omnia. Pero en el fondo, a pesar de todas las diferencias, la esencia de la liturgia en Oriente y Occidente es única y la misma. Y así, espero que este libro pueda ayudar también a los cristianos de Rusia a comprender de modo nuevo y mejor el gran regalo que se nos ha dado en la Santa Liturgia». (Benedicto XVI, Extracto del prefacio para la edición rusa del volumen XI de su Opera Omnia, Ciudad del Vaticano 2015). Los destacados son nuestros. 




lunes, 22 de mayo de 2017

LA MISA TRADICIONAL ES COMO UN LEÓN: DESENCADÉNENLA Y VERÁN LO QUE HACE


En entrevista a un importante diario católico de Polonia, Mons. Atanasio Schneider, obispo auxiliar de Karaganda (Kazajstán), desenmascara la incoherencia pastoral de quienes se oponen obstinadamente a la difusión de la misa tradicional.

«El rito tradicional de la Misa es una proclamación del Evangelio muy artística y poderosa, que realiza la obra de nuestra salvación. Cuando clérigos y obispos obstruyen o restringen la celebración de la Misa tradicional, no obedecen lo que el Espíritu Santo dice a la Iglesia, y actúan de manera muy anti-pastoral. Se comportan como propietarios del tesoro de la liturgia, que no les pertenece, porque son solo administradores. Al denegar la celebración de la Misa tradicional o cuando la obstruyen o discriminan, ellos se comportan como un administrador infiel y caprichoso que -contra las instrucciones del padre de familia- mantiene la despensa bajo llave, o como una malvada madrastra que da a los niños una escasa ración. Tal vez estos clérigos sientan miedo del gran poder de verdad que irradia la celebración de la Misa tradicional. Uno puede comparar la Misa tradicional con un león: dejadlo libre, y él sabrá defenderse».

Ver también: adelantelafe y unavocesevilla

sábado, 13 de mayo de 2017

«LA VICTORIA, SI LLEGA, LLEGARÁ POR MARÍA»

Foto Rorate Caeli

Recojo un significativo texto del papa San Juan Pablo II sobre su convencimiento de que la victoria de la Iglesia es inseparable del triunfo de María.

«¡No tengáis medio!», decía Cristo a los apóstoles (Lc 24, 36) y a las mujeres (Mt 28, 10) después de la resurrección. En los textos evangélicos no consta que la Señora haya sido destinataria de esta recomendación; fuerte en su fe, Ella «no tuvo miedo». El modo en que María participa en la victoria de Cristo yo lo he conocido sobre todo por la experiencia de mi nación. De la boca del cardenal Wyszn'ski sabía también que su predecesor, el cardenal August Hlond, al morir, pronunció estas significativas palabras: «La victoria, si llega, llegará por medio de María». Durante mi ministerio pastoral en Polonia, fui testigo del modo en que aquellas palabras se iban realizando.
Mientras entraba en los problemas de la Iglesia universal, al ser elegido Papa, llevaba en mí una convicción semejante: que también en esta dimensión universal, la victoria, si llega, será alcanzada por María. Cristo vencerá por medio de ella, porque Él quiere que las victorias de la Iglesia en el mundo contemporáneo y en el mundo futuro estén unidas a ella.

(Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la Esperanza, Ed. Plaza & Janes, Barcelona 1994, p. 215)

viernes, 12 de mayo de 2017

FÁTIMA, ESPERANZA DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO

«Eia ergo, advocata nostra, 
illos tuos misericordes oculos ad nos converte»

«Ea, pues, Señora, abogada nuestra, 
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos»

miércoles, 10 de mayo de 2017

MEJOR PROCLAMAR QUE DIALOGAR


En un mensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso leo lo siguiente: «Jesucristo y Buda promovieron la no violencia y fueron constructores de paz». Si alguien cree, no digo que este sea el caso, que para un fructífero diálogo interreligioso es necesario camuflar la persona divina de Cristo, el Verbo hecho carne por la salvación del mundo –Buda incluido– con los ropajes de un humanismo pacifista, que no se asombre si tarde o temprano comprueba que ha perdido miserablemente el tiempo. En asuntos de esta índole, prefiero adherirme al sentir de Gómez Dávila: «Detesto al que predica la verdad que salva suplicando que la salven» (Escolios, Tomo II, p. 330). 

Texto completo del mensaje: press.vatican.va2017 

sábado, 6 de mayo de 2017

LA GRANDEZA DEL SILENCIO

El Cardenal Sarah reza en silencio 
ante los restos mortales de Mons. Javier Echevarría.
Foto Revista Mundo Cristiano 
Enero 2017 

«E
l silencio no es una ausencia; al contrario: se trata de la manifestación de una presencia, la presencia más intensa que existe. El descrédito que la sociedad moderna atribuye al silencio es el síntoma de una enfermedad grave e inquietante. En esta vida lo verdaderamente importante ocurre en silencio. La sangre corre por nuestras venas sin hacer ruido, y solo en el silencio somos capaces de escuchar los latidos del corazón» (Cardenal Robert Sarah, La fuerza del silencio, Ed. Palabra, Madrid 2017, p. 30. El destacado es nuestro).

miércoles, 3 de mayo de 2017

ELENA Y SU PASIÓN POR LA CRUZ

D
espués de la victoria reportada por Constantino merced a la Cruz que vio en el cielo con la leyenda por este signo vencerás, su madre santa Elena marchó a Jerusalén para buscar allí la verdadera Cruz del Señor. A principios del siglo II el emperador Adriano había cubierto el Calvario y el Santo Sepulcro bajo una capa de escombros y en aquel mismo lugar había mandado erigir una estatua de Júpiter y un templo de Venus. Pero Elena hizo derribar ambos monumentos, y cavando en el suelo, se descubrieron los santos Clavos y el glorioso trofeo de donde brota «nuestra salvación, vida y resurrección» (Introito de la misa, Gal 6, 14). La vera Cruz se reconoció al contacto con una difunta, que al instante resucitó.
Elena dividió en tres trozos del precioso leño, que «fue digno de cargar con el Rey del cielo» (Aleluya de la misa), figurado ya en la cruz en la cual Moisés levantara la serpiente de bronce (Evangelio de la misa). Uno de aquellos trozos se llevó a Roma, a la iglesia que por este motivo se llamó de la Santa Cruz de Jerusalén; el otro a Constantinopla y el tercero se quedó en Jerusalén. Habiendo sido esta última reliquia robada por los persas, y recobrada luego por Heraclio, este emperador la devolvió solemnemente a Jerusalén el 3 de mayo de 628. Entraba en la ciudad el emperador bizantino cargado de oro y pedrería, cuando de pronto sintióse detenido por una fuerza irresistible. Dejó entonces Heraclio sus ricos vestidos y así pudo seguir con la Cruz (Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, 14 de Sept.)

(Tomado de una reseña del misal diario de Dom Gaspar Lefebvre [1947] para la fiesta de la invención de la Santa Cruz, 3 de mayo. Tras la reforma de la liturgia romana por Juan XXIII en 1960, con el motu proprio Rubricarum instructum, esta fiesta perdió importancia en el calendario romano y luego se suprimió.)