miércoles, 27 de diciembre de 2023

JUAN, APÓSTOL BIENAVENTURADO

Iste est Ioánnes, qui supra pectus Dómini in cena recúbuit: beátus Apóstolus, cui reveláta sunt secréta caeléstia, et verba vitae in toto terrárum orbe diffúdit

Este es Juan, que durante la cena reclinó su cabeza en el pecho del Señor: Apóstol bienaventurado, a quien fueron revelados los secretos divinos y difundió la palabra de vida por toda la tierra


(Antífona de entrada
misa de San Juan Apóstol y Evangelista)



martes, 26 de diciembre de 2023

EL TESTIMONIO DE SAN ESTEBAN

Imagen: wikipedia.org

Extracto de una catequesis de Benedicto XVI sobre San Esteban protomártir.

«La historia de san Esteban nos da varias lecciones. Por ejemplo, nos enseña que el compromiso social de la caridad no se debe separar nunca del anuncio valiente de la fe. Era uno de los siete que se encargaban sobre todo de la caridad. Pero la caridad no se podía separar del anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio.

Esta es la primera lección que podemos aprender de san Esteban: la caridad y el anuncio van siempre juntos.

San Esteban sobre todo nos habla de Cristo, de Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida. Podemos comprender que la cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal. En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la famosa frase de Tertuliano, en fuente de misión para los nuevos cristianos. Cito sus palabras: "Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla" (Apologético 50, 13: "Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis christianorum"). Pero también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte en bendición y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano incluso en los momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva a él y de él se alimenta la Iglesia.

Que san Esteban nos enseñe a aprender estas lecciones; que nos enseñe a amar la cruz, puesto que es el camino por el que Cristo se hace siempre presente entre nosotros». (Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 10 de enero de 2007).

Fuente: vatican.va




 

viernes, 22 de diciembre de 2023

O ADMIRABILE COMMERCIUM! EL MISTERIO DE LA NAVIDAD

Murillo. La adoración de los pastores.

Dice San Ireneo que «este es el motivo por el cual el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre, al entrar en comunión con el Verbo y recibiendo así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios» (Adversus haereses, 3, 19, 1). En continuidad con esta antigua tradición patrística, el Beato Columba Marmión nos recuerda que la gracia propia del misterio de la Navidad consiste en el maravilloso intercambio que Dios ha establecido con su nacimiento en la tierra: asume nuestra condición humana para hacernos partícipes de su condición divina.

* * *

«¿Cuál es, me preguntaréis, la gracia íntima del misterio de la Navidad? ¿De qué gracia se trata, cuando quiere la Iglesia con sumo interés que nos dispongamos a recibirla? ¿Qué fruto hemos de sacar de la contemplación del Niño Dios?

En la primera misa, la de la medianoche, nos lo indica nuestra madre la Iglesia. Hecha la ofrenda del pan y del vino que dentro de breves momentos se convertirán, en virtud de las palabras de la consagración, en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, resume sus anhelos y votos en la siguiente oración: Dígnate, Señor, aceptar la oblación que te presentamos en la solemnidad de este día, y haz que con tu gracia y mediante este intercambio santo y sagrado reproduzcamos en nosotros la imagen de Aquel que unió contigo nuestra naturaleza.

Pedimos, pues, la gracia de tener parte en esta divinidad con la cual está unida nuestra humanidad. Hay como un intercambio: Dios, al encarnarse, toma nuestra naturaleza humana, y a cambio nos da una participación en su naturaleza divina.

Este pensamiento, tan conciso en su forma, se halla expresado de modo más explícito en la secreta de la segunda Misa: Haz, Señor, que nuestras ofrendas sean conformes con los misterios de Navidad, que hoy celebramos, y así como el niño que acaba de nacer con naturaleza humana resplandece también como Dios, del mismo modo esta sustancia terrestre (a la que se une) nos comunique lo que hay en el Él de divino.

La gracia propia de la celebración del misterio de este día consiste en hacernos partícipes de la Divinidad a la cual ha quedado unida nuestra humanidad en la persona de Jesucristo, y recibir este divino don por medio de esta misma Humanidad…

¡Oh comercio admirable!, cantaremos el día de la octava, el Creador del género humano, vistiéndose de un cuerpo animado, se dignó nacer de una Virgen, y presentándose en el mundo como un hombre, nos ha hecho partícipes de su divinidad». (Dom Columba Marmión, Jesucristo en sus Misterios, VII).


martes, 14 de noviembre de 2023

NADA ES DEMASIADO BELLO PARA DIOS

Recojo unas palabras del Papa Benedicto XVI tomadas de la homilía que pronunció en la celebración de las Vísperas en la Catedral de Notre-Dame de París, el 12 de septiembre de 2008. Con ellas quisiera recordar una idea central del pensamiento litúrgico de Benedicto XVI: la necesaria belleza a la que nuestras celebraciones litúrgicas deben tender más y más. La belleza de la liturgia terrena no es capricho estético; tiene su fundamento en el hecho de que ella debe asemejarse lo más posible a la liturgia de la Jerusalén celeste, hacerla presentir y pregustar. En este sentido, también la presencia de la liturgia tradicional en nuestros templos puede jugar un rol importante; ella contribuye poderosamente a sublimar y dar renovado esplendor al culto que rendimos a Dios. Todos sus ritos son exigentes en pulcritud y cuidado, señales propias de amor auténtico.

 * * *

«Su Palabra, el Verbo, que desde siempre está junto a Él (cf. Jn 1, 1), nació de una mujer, nacido bajo la Ley, ‘para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción’ (Ga 4, 4-5). El Hijo de Dios se encarnó en el seno de una Mujer, de una Virgen. Vuestra catedral es un himno vivo de piedra y de luz para alabanza de este acto único de la historia humana: la Palabra eterna de Dios entrando en la historia de los hombres en la plenitud de los tiempos para rescatarlos por la ofrenda de sí mismo en el sacrificio de la Cruz. Las liturgias de la tierra, ordenadas todas ellas a la celebración de un Acto único de la historia, no alcanzarán jamás a expresar totalmente su infinita densidad. En efecto, la belleza de los ritos nunca será lo suficientemente esmerada, lo suficientemente cuidada, elaborada, porque nada es demasiado bello para Dios, que es la Hermosura infinita. Nuestras liturgias de la tierra no podrán ser más que un pálido reflejo de la liturgia, que se celebra en la Jerusalén de arriba, meta de nuestra peregrinación en la tierra. Que nuestras celebraciones, sin embargo, se le parezcan lo más posible y la hagan presentir».

Fuente: vatican.va

 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

NO ESTAMOS SOLOS

Especialmente apropiadas para meditar en un día como hoy, fiesta de todos los Santos, son las palabras con que Benedicto XVI comenzó la inolvidable homilía que pronunció durante la Misa del solemne inicio de su pontificado el Domingo 24 de abril de 2005. En la vida y en la muerte, y en todos los momentos de nuestro peregrinar terreno, nos acompaña la muchedumbre de los bienaventurados.

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«Por tres veces nos ha acompañado en estos días tan intensos el canto de las letanías de los santos: durante los funerales de nuestro Santo Padre Juan Pablo II; con ocasión de la entrada de los Cardenales en Cónclave, y también hoy, cuando las hemos cantado de nuevo con la invocación: Tu illum adiuva, asiste al nuevo sucesor de San Pedro. 

He oído este canto orante cada vez de un modo completamente singular, como un gran consuelo. ¡Cómo nos hemos sentido abandonados tras el fallecimiento de Juan Pablo II! El Papa que durante 26 años ha sido nuestro pastor y guía en el camino a través de nuestros tiempos. Él cruzó el umbral hacia la otra vida, entrando en el misterio de Dios. Pero no dio este paso en solitario. Quien cree, nunca está solo; no lo está en la vida ni tampoco en la muerte. En aquellos momentos hemos podido invocar a los santos de todos los siglos, sus amigos, sus hermanos en la fe, sabiendo que serían el cortejo viviente que lo acompañaría en el más allá, hasta la gloria de Dios. Nosotros sabíamos que allí se esperaba su llegada. Ahora sabemos que él está entre los suyos y se encuentra realmente en su casa. 

Hemos sido consolados de nuevo realizando la solemne entrada en cónclave para elegir al que Dios había escogido. ¿Cómo podíamos reconocer su nombre? ¿Cómo 115 Obispos, procedentes de todas las culturas y países, podían encontrar a quien Dios quería otorgar la misión de atar y desatar? Una vez más, lo sabíamos; sabíamos que no estamos solos, que estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios. Y ahora, en este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo seré capaz de llevarlo a cabo? Todos vosotros, queridos amigos, acabáis de invocar a toda la muchedumbre de los santos, representada por algunos de los grandes nombres de la historia que Dios teje con los hombres. De este modo, también en mí se reaviva esta conciencia: no estoy solo. No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce. Y me acompañan, queridos amigos, vuestra indulgencia, vuestro amor, vuestra fe y vuestra esperanza. En efecto, a la comunidad de los santos no pertenecen sólo las grandes figuras que nos han precedido y cuyos nombres conocemos. Todos nosotros somos la comunidad de los santos; nosotros, bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; nosotros, que vivimos del don de la carne y la sangre de Cristo, por medio del cual quiere transformarnos y hacernos semejantes a sí mismo. Sí, la Iglesia está viva; ésta es la maravillosa experiencia de estos días».

Fuente: www.vatican.va


martes, 24 de octubre de 2023

ALABAD A DIOS CON BELLEZA Y MAESTRÍA

Texto tomado de una catequesis de San Juan Pablo II sobre la debida grandeza que debe acompañar nuestra alabanza al Creador. El Papa exhorta a permanecer vigilantes para que la liturgia no se contamine de elementos impropios y poco acordes con la grandeza del acto que se celebra.

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«Resuena por segunda vez en la liturgia de Laudes el salmo 150, que acabamos de proclamar:  un himno festivo, un aleluya al ritmo de la música. Es el sello ideal de todo el Salterio, el libro de la alabanza, del canto y de la liturgia de Israel.

El texto es de una sencillez y transparencia admirables. Sólo debemos dejarnos llevar por la insistente invitación a alabar al Señor: “Alabad al Señor (...), alabadlo (...), alabadlo”. Al inicio, Dios se presenta en dos aspectos fundamentales de su misterio. Es, sin duda, trascendente, misterioso, distinto de nuestro horizonte:  su morada real es el “templo” celestial, su “fuerte firmamento”, semejante a una fortaleza inaccesible al hombre. Y, a pesar de eso, está cerca de nosotros:  se halla presente en el “templo” de Sión y actúa en la historia a través de sus “obras magníficas”, que revelan y hacen visible “su inmensa grandeza” (cf. vv. 1-2).

Así, entre la tierra y el cielo se establece casi un canal de comunicación, en el que se encuentran la acción del Señor y el canto de alabanza de los fieles. La liturgia une los dos santuarios, el templo terreno y el cielo infinito, Dios y el hombre, el tiempo y la eternidad …

Por tanto, es necesario descubrir y vivir constantemente la belleza de la oración y de la liturgia. Hay que orar a Dios no sólo con fórmulas teológicamente exactas, sino también de modo hermoso y digno.

A este respecto, la comunidad cristiana debe hacer un examen de conciencia para que la liturgia recupere cada vez más la belleza de la música y del canto. Es preciso purificar el culto de impropiedades de estilo, de formas de expresión descuidadas, de músicas y textos desaliñados, y poco acordes con la grandeza del acto que se celebra». 

(San Juan Pablo II, Audiencia general, miércoles 26 de febrero de 2003). Los destacados son nuestros.

Fuente: www.vatican.va




 

martes, 22 de agosto de 2023

CATEQUESIS DE BENEDICTO XVI SOBRE MARÍA REINA

Extracto de la Audiencia que Benedicto XVI dedicó a la realeza de María el miércoles 22 de agosto de 2012 en Castelgandolfo, fiesta de Santa María Reina.

Fuente: vatican.va

«Este es el fundamento de la fiesta de hoy: María es Reina porque fue asociada a su Hijo de un modo único, tanto en el camino terreno como en la gloria del cielo. El gran santo de Siria, Efrén el siro, afirma, sobre la realeza de María, que deriva de su maternidad: ella es Madre del Señor, del Rey de los reyes (cf. Is 9, 1-6) y nos señala a Jesús como vida, salvación y esperanza nuestra. El siervo de Dios Pablo VI recordaba en su exhortación apostólica Marialis cultus: «En la Virgen María todo se halla referido a Cristo y todo depende de él: con vistas a él, Dios Padre la eligió desde toda la eternidad como Madre toda santa y la adornó con dones del Espíritu Santo que no fueron concedidos a ningún otro» (n. 25).

Pero ahora nos preguntamos: ¿qué quiere decir María Reina? ¿Es sólo un título unido a otros? La corona, ¿es un ornamento junto a otros? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es esta realeza? Como ya hemos indicado, es una consecuencia de su unión con el Hijo, de estar en el cielo, es decir, en comunión con Dios. Ella participa en la responsabilidad de Dios respecto al mundo y en el amor de Dios por el mundo. Hay una idea vulgar, común, de rey o de reina: sería una persona con poder y riqueza. Pero este no es el tipo de realeza de Jesús y de María. Pensemos en el Señor: la realeza y el ser rey de Cristo está entretejido de humildad, servicio, amor: es sobre todo servir, ayudar, amar. Recordemos que Jesús fue proclamado rey en la cruz con esta inscripción escrita por Pilato: «rey de los judíos» (cf. Mc 15, 26). En aquel momento sobre la cruz se muestra que él es rey. ¿De qué modo es rey? Sufriendo con nosotros, por nosotros, amando hasta el extremo, y así gobierna y crea verdad, amor, justicia. O pensemos también en otro momento: en la última Cena se abaja a lavar los pies de los suyos. Por lo tanto, la realeza de Jesús no tiene nada que ver con la de los poderosos de la tierra. Es un rey que sirve a sus servidores; así lo demostró durante toda su vida. Y lo mismo vale para María: es reina en el servicio a Dios en la humanidad; es reina del amor que vive la entrega de sí a Dios para entrar en el designio de la salvación del hombre. Al ángel responde: He aquí la esclava del Señor (cf. Lc 1, 38), y en el Magníficat canta: Dios ha mirado la humildad de su esclava (cf. Lc 1, 48). Nos ayuda. Es reina precisamente amándonos, ayudándonos en todas nuestras necesidades; es nuestra hermana, humilde esclava.

De este modo ya hemos llegado al punto fundamental: ¿Cómo ejerce María esta realeza de servicio y de amor? Velando sobre nosotros, sus hijos: los hijos que se dirigen a ella en la oración, para agradecerle o para pedir su protección maternal y su ayuda celestial tal vez después de haber perdido el camino, oprimidos por el dolor o la angustia por las tristes y complicadas vicisitudes de la vida. En la serenidad o en la oscuridad de la existencia, nos dirigimos a María confiando en su continua intercesión, para que nos obtenga de su Hijo todas las gracias y la misericordia necesarias para nuestro peregrinar a lo largo de los caminos del mundo. Por medio de la Virgen María, nos dirigimos con confianza a Aquel que gobierna el mundo y que tiene en su mano el destino del universo. Ella, desde hace siglos, es invocada como celestial Reina de los cielos; ocho veces, después de la oración del santo Rosario, es implorada en las letanías lauretanas como Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los Apóstoles, de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, de todos los santos y de las familias. El ritmo de estas antiguas invocaciones, y las oraciones cotidianas como la Salve Regina, nos ayudan a comprender que la Virgen santísima, como Madre nuestra al lado de su Hijo Jesús en la gloria del cielo, está siempre con nosotros en el desarrollo cotidiano de nuestra vida.

El título de reina es, por lo tanto, un título de confianza, de alegría, de amor. Y sabemos que la que tiene en parte el destino del mundo en su mano es buena, nos ama y nos ayuda en nuestras dificultades».


 

lunes, 14 de agosto de 2023

MARÍA LA GRANDE. UNA FERVIENTE SÚPLICA DE SAN ANSELMO

La Asunción de la Virgen. Anónimo del siglo XVII.
Museo Santa Clara, Bogotá.

Publico la primera parte de una oración de San Anselmo dirigida a Santa María para excitar en sí el amor de Dios y de su bienaventurada Madre.

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«esforzaos en alabar sus méritos, en amar su felicidad, en admirar su elevación, en implorar su benevolencia»

«¡Oh María, María la grande, la mayor de las bienaventuradas Marías, la mayor de todas las mujeres! ¡Oh gran Señora!, mi corazón quiere amaros, mi boca desea alabaros, mi espíritu desea veneraros, mi alma aspira a rogaros, todo mi ser se recomienda a tu protección. ¡Oh corazón de mi alma!, esfuérzate, y vosotras, profundidades íntimas de mi mismo, tanto como podéis, si lo podéis, esforzaos en alabar sus méritos, en amar su felicidad, en admirar su elevación, en implorar su benevolencia, porque tenéis cada día necesidad de su patrocinio; al tener necesidad lo deseáis, vuestro deseo suplica; vuestras súplicas obtendrán, si no según vuestros deseos, ciertamente más allá de vuestros méritos.

¡Oh Reina de los ángeles, Soberana del mundo, Madre de aquel que purifica el mundo!, confieso que mi corazón está demasiado manchado para que no tenga que avergonzarme de dirigirme a ti, la pureza misma, y, volviéndome a ella, pueda ser digna de tocarla. ¡Oh Madre de aquel que ilumina mi corazón, nutricia de aquel que salvó mi alma!, todo mi corazón te suplica en cuanto puede. Escúchame, ¡oh Señora mía! séme propicia, ayúdame con tu omnipotencia, a fin de que queden purificadas las manchas de mi alma, que las tinieblas reciban la luz, que mi tibieza se abrase, que yo me despierte de mi torpor en la espera de aquel día en que tu bienaventurada santidad, que supera a todas las demás, a excepción de tu Hijo, dominador de todas las cosas, será exaltada, a causa de tu Hijo omnipotente y glorioso, por la bendición de tus hijos de la tierra. Por encima de todo (a excepción de mi Señor y mi Dios, Dios de todas las cosas, Hijo tuyo), que mi corazón te conozca y admire, te ame y te implore no con el ardor de un ser imperfecto que no tiene más que deseos, sino tanto como debe hacerlo el que ha sido creado y salvado, rescatado y resucitado por tu Hijo». (San Anselmo, Obras completas II, BAC, Madrid 2009, p. 313-314).


 

lunes, 24 de julio de 2023

ÓRGANO Y MÚSICA SAGRADA

Órgano de la basílica de Nuestra Señora de la Antigua Capilla 

Discurso de Benedicto XVI durante la ceremonia de bendición del nuevo órgano de la basílica de «Nuestra Señora de la Antigua Capilla» en Ratisbona, 13 de septiembre de 2006.

Fuente: vatican.va

Queridos amigos:

Esta venerable casa de Dios, la basílica de "Nuestra Señora de la Antigua Capilla", como vemos, ha sido restaurada de modo espléndido, y cuenta ahora con un nuevo órgano que, en este momento, será bendecido y destinado solemnemente a su finalidad: la glorificación de Dios y la edificación de la fe.

Fue un canónigo de esta colegiata, Carl Joseph Proske, quien dio en el siglo XIX un impulso esencial a la renovación de la música sacra. El canto gregoriano y la antigua polifonía vocal clásica se integraron en la composición litúrgica. El cuidado de la música sagrada litúrgica en la “Antigua Capilla” tenía una importancia que se extendía más allá de los confines de la región y hacía de Ratisbona un centro del movimiento de reforma de la música sacra, cuyo influjo llega hasta el presente.

En la constitución sobre la sagrada liturgia del concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, se pone de relieve que “el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne” (n. 112). Esto significa que la música y el canto son algo más que un embellecimiento —tal vez superfluo— del culto, pues forman parte de la actuación de la liturgia, más aún, son liturgia. Por tanto, una solemne música sacra con coro, órgano, orquesta y canto del pueblo no es una añadidura que enmarca y hace agradable la liturgia, sino un modo importante de participación activa en el acontecimiento cultual.

El órgano, desde siempre y con razón, se considera el rey de los instrumentos musicales, porque recoge todos los sonidos de la creación y —como se ha dicho hace poco— da resonancia a la plenitud de los sentimientos humanos, desde la alegría a la tristeza, desde la alabanza a la lamentación. Además, trascendiendo la esfera meramente humana, como toda música de calidad, remite a lo divino. La gran variedad de los timbres del órgano, desde el piano hasta el fortísimo impetuoso, lo convierte en un instrumento superior a todos los demás. Es capaz de dar resonancia a todos los ámbitos de la existencia humana. Las múltiples posibilidades del órgano nos recuerdan, de algún modo, la inmensidad y la magnificencia de Dios.

El salmo 150, que acabamos de escuchar y de seguir interiormente, habla de trompas y flautas, de arpas y cítaras, de címbalos y tímpanos:  todos estos instrumentos musicales están llamados a dar su contribución a la alabanza del Dios trino. En un órgano, los numerosos tubos y los registros deben formar una unidad. Si en alguna parte algo se bloquea, si un tubo está desafinado, tal vez en un primer momento solamente lo perciba un oído ejercitado. Pero si varios tubos no están bien entonados, entonces se produce un desafinamiento, y esto comienza a ser insoportable. También los tubos de este órgano están expuestos a cambios de temperatura y a factores de desgaste.

Esta es una imagen de nuestra comunidad en la Iglesia. Del mismo modo que en el órgano una mano experta debe hacer continuamente que las desarmonías se transformen en la debida consonancia, así también en la Iglesia, dentro de la variedad de los dones y los carismas, mediante la comunión en la fe debemos encontrar siempre el acorde en la alabanza a Dios y en el amor fraterno. Cuanto más nos dejemos transformar en Cristo a través de la liturgia, tanto más seremos capaces de transformar también el mundo, irradiando la bondad, la misericordia y el amor de Cristo a los hombres.

En definitiva, los grandes compositores, cada uno a su modo, con su música querían glorificar a Dios. Johann Sebastian Bach escribió en el título de muchas de sus partituras las letras S.D.G.:  soli Deo gloria, solamente para gloria de Dios. También Anton Bruckner ponía al inicio las palabras:  “Dedicado a Dios”.

Ojalá que la grandiosidad de la capilla y la liturgia enriquecida por la armonía del nuevo órgano y el canto solemne guíen a todos los que frecuentan esta magnífica basílica a la alegría de la fe. Es mi deseo en el día de la inauguración de este nuevo órgano.


 

jueves, 13 de julio de 2023

VIVIR EN LA INMENSIDAD DE DIOS

El 29 de mayo de 1919, la santa y joven carmelita chilena Teresa de los Andes comenzaba su retiro de preparación para la fiesta de Pentecostés. Las primeras notas que recoge en su Diario sobre aquellos días de silencio, son reflejo de su profunda vida interior y del deseo que animó cada uno de los pasos de su corta vida: ser toda de Dios.

* * *

«Entré ayer a retiro: N. Señor me dijo que fuera por Él a su Padre. Que lo único que quería en este retiro era que me escondiera y sumergiera en la Divinidad para conocer más a Dios y amarlo, y conocerme más a mí y aborrecerme. Que quería que me dejase guiar por el Espíritu Santo enteramente. Que mi vida debe ser una alabanza continua de amor. Perderme en Dios. Contemplarle siempre sin perderle de vista jamás. Para esto, vivir en un silencio y olvido de todo lo creado, pues Dios, por su naturaleza, siempre vive solo. Todo es silencio, armonía, unidad en Él. Y para vivir en Él, es necesario simplificarse, no tener sino un solo pensamiento y actividad: alabar». (Santa Teresa de los Andes, Diario y Cartas, Ed. Carmelo Teresiano, Santiago de Chile 1993, p.105)


 

sábado, 8 de julio de 2023

¿RESUCITARÁ «SUMMORUM PONTIFICUM»?

Ayer recordamos con agradecimiento el decimosexto aniversario del motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI. A los cuatro años de su entrada en vigor y tal como estaba establecido, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, con la aprobación expresa del Papa Benedicto, dispuso y concretó nuevas normas para continuar el camino de aplicación de Summorum Pontificum. El documento (Instrucción Universae Ecclesiae de 2011) comienza con esta declaración decidida y favorable: «La carta apostólica motu proprio data «Summorum Pontificum» del Sumo Pontífice Benedicto XVI, del 7 de julio de 2007, que entró en vigor el 14 de septiembre de 2007, ha hecho más accesible a la Iglesia universal la riqueza de la Liturgia romana». Nada en su lectura hace presagiar el panorama sombrío que una década después (demasiado poco tiempo para juzgar con perspectiva algo de tanta trascendencia para la vida de la Iglesia) nos presentará Traditiones Custodes y la Carta a los obispos que lo acompaña.

Especial interés tiene lo que se dice en el punto 8 de la Instrucción sobre los objetivos del motu proprio de Benedicto XVI:

«El documento tiene como objetivo:

a) ofrecer a todos los fieles la Liturgia Romana en el usus antiquior, considerada como un tesoro precioso que hay que conservar;

b) garantizar y asegurar realmente el uso de la forma extraordinaria a quienes lo pidan, considerando que el uso de la Liturgia romana que entró en vigor en 1962 es una facultad concedida para el bien de los fieles y, por lo tanto, debe interpretarse en sentido favorable a los fieles, que son sus principales destinatarios;

c)  favorecer la reconciliación en el seno de la Iglesia».

A la luz de estos objetivos y teniendo en cuenta lo vivido en este último par de años es natural que surjan algunas interrogantes: ¿El usus antiquior de la misa ya no se considera un tesoro precioso que deba conservarse? ¿Por qué se consultó solo a la jerarquía y no a los fieles laicos (vivimos tiempos de sinodalidad), siendo que ellos eran los principales destinatarios de este valioso beneficio? ¿Se ha favorecido la reconciliación en la Iglesia o más bien se han exacerbado los ánimos y las contiendas litúrgicas?

Summorum Pontificum es un documento hecho con sabiduría y amor pastoral, largamente estudiado y rezado en profundidad. Decía Benedicto XVI justo antes de iniciar el articulado de la Carta Apostólica: «Después de la consideración por parte de nuestro predecesor Juan Pablo II de las insistentes peticiones de estos fieles, después de escuchado a los Padres Cardenales en el consistorio del 22 de marzo de 2006, y haber reflexionado profundamente sobre cada uno de los aspectos de la cuestión, invocando al Espíritu Santo y contando con la ayuda de Dios, con las presentes Cartas Apostólicas establecemos lo siguiente…»

Pero la mayor esperanza de resurrección de Summorum Pontificum se funda en las palabras con que Benedicto XVI termina la Carta explicativa a los obispos adjunta al motu proprio: «Confío a la potente intercesión de María, Madre de la Iglesia, estas nuevas normas…»

(Los destacados son nuestros)


 

lunes, 3 de julio de 2023

VAYAMOS TAMBIÉN NOSOTROS Y MURAMOS CON ÉL

Santo Tomás Apóstol. Pedro Pablo Rubens.

Extracto de la catequesis que Benedicto XVI dedicó al Apóstol Tomás el miércoles 27 de septiembre de 2006.

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«El cuarto evangelio, sobre todo, nos ofrece algunos rasgos significativos de su personalidad. El primero es la exhortación que hizo a los demás apóstoles cuando Jesús, en un momento crítico de su vida, decidió ir a Betania para resucitar a Lázaro, acercándose así de manera peligrosa a Jerusalén (cf. Mc 10, 32). En esa ocasión Tomás dijo a sus condiscípulos: «Vayamos también nosotros a morir con Él» (Jn 11, 16). Esta determinación para seguir al Maestro es verdaderamente ejemplar y nos da una lección valiosa: revela la total disponibilidad a seguir a Jesús hasta identificar su propia suerte con la de Él y querer compartir con Él la prueba suprema de la muerte.

En efecto, lo más importante es no alejarse nunca de Jesús. Por otra parte, cuando los evangelios utilizan el verbo «seguir», quieren dar a entender que adonde se dirige Él tiene que ir también su discípulo. De este modo, la vida cristiana se define como una vida con Jesucristo, una vida que hay que pasar juntamente con Él. San Pablo escribe algo parecido cuando tranquiliza a los cristianos de Corinto con estas palabras: «En vida y muerte estáis unidos en mi corazón» (2 Co 7, 3).

Obviamente, la relación que existe entre el apóstol y sus cristianos es la misma que tiene que existir entre los cristianos y Jesús: morir juntos, vivir juntos, estar en su corazón como Él está en el nuestro».


 

jueves, 29 de junio de 2023

SAN PEDRO Y SAN PABLO


Las lágrimas de San Pedro. El Greco

Breve reflexión de Benedicto XVI sobre el simbolismo de las llaves y de la espada con que la iconografía cristiana suele representar a los Apóstoles Pedro y Pablo respectivamente.

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«A Jesús, que le pregunta “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”, Pedro responde:  "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 15-16). Acto seguido, Jesús pronuncia la declaración solemne que define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia: “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (...). A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 18-19).

Las tres metáforas que utiliza Jesús son en sí muy claras:  Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca oportuno; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá decidir o prohibir lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que es y sigue siendo de Cristo. Siempre es la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Así queda descrito con imágenes muy plásticas lo que la reflexión sucesiva calificará con el término: “primado de jurisdicción”. (Benedicto XVI, Audiencia general, 7 de junio de 2006).

San Pablo en prisión. Rembrandt

«La tradición iconográfica representa a san Pablo con la espada, y sabemos que ésta significa el instrumento con el que fue asesinado. Pero, leyendo los escritos del apóstol de los gentiles, descubrimos que la imagen de la espada se refiere a su misión de evangelizador. Él, por ejemplo, sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: «He luchado el noble combate» (2 Tm 4,7). No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia». (Benedicto XVI, Homilía 29 de junio de 2012).

 

martes, 27 de junio de 2023

COMO MARÍA AL PIE DE LA CRUZ

«Si deseamos un perfecto dechado de los sentimientos de que debemos estar animados al asistir a la santa misa, no busquemos otro que María al pie de la cruz. En pie, como un sacerdote ante el altar, ofrece a su Hijo, y se ofrece a sí misma con él, como víctima para la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Participa de los sufrimientos y de los interiores afectos de la víctima; padece en su corazón todos los tormentos, todas las humillaciones que padeció Jesús en su cuerpo y en su alma. Mártir es en supremo grado, porque, de ver padecer a su Hijo, sufre más que si ella padeciera todas aquellas angustias. Y lo es de buena voluntad y libremente, porque, sabiendo ser necesario el sacrificio para la gloria de Dios y nuestra salvación, da su consentimiento para la obra reparadora que lleva a cabo su Hijo, y le da con todo cariño, dichosa de cooperar a nuestra redención. ¡Cuán fecundos son de esa manera sus dolores! Padeciendo con Jesús y por los mismos fines, tendrá parte en la dispensa de las gracias merecidas por Él.; será, secundariamente y dependiente de su Hijo, la Medianera universal de la gracia; y, para declarar este cometido, Jesús, antes de expirar, le entrega como hijo a San Juan y, con éste, a todos sus discípulos.

Cuando, pues, oímos misa, trasladémonos en espíritu al pie del calvario, postrémonos humildemente junto a María, madre del Salvador y nuestra, y pidámosle nos comunique un tanto de sus sentimientos. Las estrofas del Stabat Mater nos inspirarán excelentes oraciones:

“Oh Madre, fuente de amor, haz que sienta tu dolor; que llore contigo.

“Haz que arda mi corazón en el amor de Cristo Dios para darle gozo.

“Santa Madre, graba fuertemente en mi corazón las llagas del Crucificado.

“De tu llagado Hijo, que se dignó padecer tanto por mí, dame parte en los dolores.

“Dame que llore contigo, que me duela con el Crucificado mientras viva.

“Quiero estar contigo junto a la cruz, y juntar mi llanto con el tuyo.

“Virgen la más preclara de las vírgenes, no seas dura conmigo; dame que contigo llore.

“Pon sobre mí la muerte de Cristo; dame parte en su pasión y que medite sus llagas.

“Con sus llagas hiéreme; con su cruz y con la sangre de tu Hijo embriágame. 

¿No es verdad que sentir así con María es corresponder al deseo de Jesús, de que la misa sea una memoria y representación viva de la Pasión; es comulgar con los sentimientos y afectos de Jesús y percibir abundantemente los frutos del santo sacrificio; es mantenerse unidos al divino Crucificado durante doto el día ofreciendo con él y por él todas nuestras obras como otras tantas víctimas inmoladas por obediencia y amor?». (A. Tanquerey, La Santa Misa, Santiago de Chile 1937. P. 42-43).

sábado, 17 de junio de 2023

UN REFUGIO SEGURO


«Sancta Maria, Stella maris» —Santa María, Estrella del mar, ¡condúcenos Tú!

    —Clama así con reciedumbre, porque no hay tempestad que pueda hacer naufragar el Corazón Dulcísimo de la Virgen. Cuando veas venir la tempestad, si te metes en ese Refugio firme, que es María, no hay peligro de zozobra o de hundimiento.

(San Josemaría Escrivá, Forja n. 1055)

 

lunes, 12 de junio de 2023

LITURGIA Y MAJESTAD DE DIOS

Imagen: wikipedia.org

En un logrado artículo que lleva por título Offerimus praeclarae divinae maiestati tuae (Ofrecemos a tu excelsa Majestad divina), expresión inspirada en una de las oraciones del Canon Romano, don Enrico Finotti expone algunas implicaciones luminosas que el concepto de Majestad divina irradia necesariamente sobre la liturgia y el culto en general. Publico en español el primer apartado de este sugerente escrito, digno de una atenta reflexión.



Offerimus praeclarae divinae maiestati tuae
Por don Enrico Finotti

Fuente: liturgiaculmenetfons.it

I

La majestad de la Trinidad divina

El Canon romano, la Anáfora eucarística príncipe y modelo originario de la regula sacrificalis Romanae Ecclesiae (regla sacrificial de la Iglesia romana), presenta de manera acabada la actitud justa que se debe adoptar en el culto sagrado: se trata de acceder ante la divina Majestad. El Prefacio establece sus protocolos con expresiones inequívocas: Per quem maiestatem tuam laudant Angeli, adorant Dominationes, tremunt Potestates. Caeli, caelorumque Virtutes, ac beata Seraphim, socia exultatione concelebrant. El Trisagio lleva a su máxima exaltación la gloria de la divina Majestad cuando proclama: Sanctus, sanctus, sanctus, Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt caeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis. Dos de los mayores embolismos del Canon guían los pasos del pontifex (sacerdos) en el acto del ejercicio cultual, especialmente en la ofrenda sacrificial, con locuciones precisas y nobles; en el Unde et memores dice: Offerimus praeclarae maiestati tuae (Ofrecemos a tu excelsa Majestad); en el Supplices se repite: In conspectu divinae maiestatis tuae (Ante la presencia de tu divina Majestad). Además, la tradición latina rodea con un silencio solemne toda la recitación del Canon, mientras que la griega cubre el cumplimiento de los santos Misterios a la mirada de los fieles con el iconostasio. Un clima de temor sagrado envuelve la hora tremenda en la que el cielo desciende a la tierra. La expresión también se hace eco en la piedad popular cuando en las letanías del Sagrado Corazón de Jesús se aclama: Cor Iesu, maiestatis infinitae.   

Que Dios sea Majestad viene atestiguado igualmente por breves referencias en la doctrina cristiana. El Catecismo de San Pío X comienza diciendo que Dios es el ser perfectísimo, Creador y Señor del cielo y de la tierra. Él no solo es el origen de todas las cosas, sino que es su Señor y a todas las gobierna con su Providencia. En el Credo del Pueblo de Dios, pronunciado por Pablo VI (1968), se dice: Dios es absolutamente uno en su esencia infinitamente santa, así como en todas sus perfecciones, en su omnipotencia, en su ciencia infinita, en su providencia, en su voluntad y en su amor. Por esta razón el Catecismo tridentino recomienda a los párrocos un celo ardiente, para que el pueblo fiel ascienda, temeroso y con máximo respeto, a contemplar la gloria de la majestad divina dentro de los límites establecidos por Dios (parte I art. I). Si ya la catequesis y la predicación nos ponen frente al concepto de la divina Majestad, cuanto más la liturgia en su más insigne monumento, el Canon Romano, deberá conducirnos a percibir el sentido de la Majestad a la que se ofrece la sagrada oblación. No es casualidad que la misma Constitución litúrgica Sacrosanctum Concilium declare que la liturgia es principalmente culto de la Divina Majestad (SC 33).

La Majestad divina se manifiesta por medio de acontecimientos absolutamente singulares, poderosos y tremendos en las teofanías bíblicas del Antiguo Testamento, y viene celebrada en las visiones del Apocalipsis donde ya se contempla en el misterio aquel culto del todo maravilloso, solemne y majestuoso que el Kyrios, inmolado y glorioso, recibe de las huestes angélicas y del número inmenso de los elegidos que se postran ante Él y por Él adoran al Padre Eterno y a la Trinidad Santa. El Apocalipsis describe entonces la liturgia vigente en la eternidad bienaventurada y nos comunica aquí en la tierra los acontecimientos del culto celestial hacia los que estamos orientados y que son objeto de nuestro vivo deseo. En este sentido, la liturgia realizada en el altar del cielo por los ángeles y los santos en el lumen gloriae (luz e la gloria) es para la Iglesia peregrinante modelo e inspiración sublime para el culto que celebra aquí en la tierra en el lumen fidei (luz de la fe). 

Este es el motivo por el que la Iglesia católica, a lo largo de toda su historia, ha comprendido la naturaleza de la divina liturgia y la ha celebrado siempre bajo una modalidad de alto perfil espiritual, de indiscutible calidad artística, de generosa profusión de materiales preciosos, de grandiosas galas rituales, de solemnes himnos místicos y de excelentes sustancias perfumadas. Se trata de elevar con incansable ardor nuestro débil patrimonio espiritual y nuestra opaca visión sobrenatural para recibir de ese culto perfecto y eterno la irradiación mística que nos habilita, con tanta paciencia y misericordia, para la liturgia celestial que nos aguarda allá arriba ante el esplendor de la Majestad divina. 

La Iglesia, instruida interiormente por la moción del Espíritu Santo, ha percibido que a la Majestad se accede con solemnidad; a la Belleza se accede mediante lo bello; al Orden se accede con protocolo; a lo Sobrenatural se accede con asombro místico; al Misterio se accede con gravedad. 

De aquí procede el carácter breve, noble y solemne del Rito romano clásico y el carácter complejo, hierático y místico de los ritos orientales. Se trata de dos modalidades distintas, iguales en su origen y complementarias en su principio inspirador: acceder dignamente ante la divina Majestad y adorar con fe y amor a la Trinidad Santísima. 

En realidad, todos los pueblos están de acuerdo en que Dios es Majestad infinita. Forma parte de la ley natural, esa ley inscrita en la naturaleza del hombre, percibir inmediatamente el carácter apofático y trascendente que envuelve a la divinidad. A pesar del profundo daño infligido por el pecado original a la dimensión religiosa intrínseca del ser humano, todas las religiones manifiestan de algún modo el sentido de la majestad en su relación con la divinidad, y emplean sus mejores energías en elevar un culto lo más espléndido posible para obtener la complacencia del Todopoderoso. El culto del Antiguo Testamento y luego el culto definitivo del Nuevo Testamento no hacen sino purificar los cultos humanos y darles aquella plena realización que es ese único culto grato a Dios que el Hijo Unigénito ofrece eternamente a la Majestad divina sobre el altar de oro del cielo.

 



 

domingo, 4 de junio de 2023

GLORIA AL PADRE Y AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO

En estas pocas líneas Benedicto XVI sintetiza el sentido de la celebración litúrgica del misterio de la Santísima Trinidad. Somos invitados a festejar y alabar el misterio mismo de Dios en toda su bondad, belleza y fecundidad. 

«En esta solemnidad, la liturgia nos invita a alabar a Dios no sólo por una maravilla realizada por él, sino sobre todo por cómo es él; por la belleza y la bondad de su ser, del que deriva su obrar. Se nos invita a contemplar, por decirlo así, el Corazón de Dios, su realidad más profunda, que es la de ser Unidad en la Trinidad, suma y profunda comunión de amor y de vida. Toda la sagrada Escritura nos habla de él. Más aún, es él mismo quien nos habla de sí en las Escrituras y se revela como Creador del universo y Señor de la historia».

(Extracto de una homilía de Benedicto XVI en Savona, 17 de mayo de 2008, fiesta de la Santísima Trinidad).

 

 

lunes, 22 de mayo de 2023

EL «COMMUNICANTES» DE LA ASCENSIÓN

En la oración del Communicantes de la fiesta de la Ascensión del Señor, el Canon Romano alude con hermosa concisión al misterio que la Iglesia celebra. Jesucristo culmina su misión redentora colocando nuestra frágil naturaleza humana, asumida en la unidad de su persona, junto a la gloria del Padre. 

Communicántes, et diem sacratíssimum celebrántes, quo Dóminus noster, unigénitus Fílius tuus, unítam sibi fragilitátis nostrae substántiam in glóriae tuae déxtera collocávit: sed et memóriam venerántes, in primis gloriósa semper Vírginis Maríae, Genétricis eiúsdem Dei et Dómini nostri Iesu Christi … 

Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, habiendo tomado nuestra débil condición humana, la exaltó a la derecha de tu gloria, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor …

lunes, 8 de mayo de 2023

LA RESURRECCIÓN COMO NUEVA CREACIÓN

La Ascensión de Rembrandt. 
Foto: wikipedia.org 

Extracto de un sermón de San Gregorio de Nisa sobre la resurrección de Cristo como día en que el cielo y la tierra fueron recreados de manera admirable. Por la fuerza y el poder del Resucitado, primogénito entre muchos hermanos (Rm 8, 29), somos arrastrados hacia la gloria del Padre.

Cristo arrastra tras de sí a todos los que ahora son ya de su raza

«Éste es el día en que actuó el Señor, día totalmente distinto de aquellos otros establecidos desde el comienzo de los siglos y que son medidos por el paso del tiempo. Este día es el principio de una nueva creación, porque, como dice el profeta, en este día Dios ha creado un cielo nuevo y una tierra nueva. ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. Y, ¿qué tierra? El corazón bueno que, como dijo el Señor, es semejante a aquella tierra que se impregna con la lluvia que desciende sobre ella y produce abundantes espigas.

En esta nueva creación, el sol es la vida pura; las estrellas son las virtudes; el aire, una conducta sin tacha; el mar, aquel abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento de Dios; las hierbas y semillas, la buena doctrina y las enseñanzas divinas en las que el rebaño, es decir, el pueblo de Dios encuentra su pasto; los árboles que llevan fruto son la observancia de los preceptos divinos.

En este día es creado el verdadero hombre, aquel que fue hecho a imagen y semejanza de Dios. ¿No es, por ventura, un nuevo mundo el que empieza para ti en este día en que actuó el Señor? ¿No habla de este día el Profeta, al decir que será un día y una noche que no tienen semejante?

Pero aún no hemos hablado del mayor de los privilegios de este día de gracia: lo más importante de este día es que él destruyó el dolor de la muerte y dio a luz al primogénito de entre los muertos, a aquel que hizo este admirable anuncio:

Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. ¡Oh mensaje lleno de felicidad y de hermosura! El que por nosotros se hizo hombre semejante a nosotros, siendo el Unigénito del Padre, quiere convertirnos en sus hermanos y, al llevar su humanidad al Padre, arrastra tras de sí a todos los que ahora son ya de su raza».

(San Gregorio de Nisa, Sermón 1 sobre la resurrección de Cristo; Cf. Oficio de lecturas Lunes V semana de Pascua).

martes, 18 de abril de 2023

LA HONDURA DE LA MISERICORDIA DE DIOS

El Greco. La Curación del ciego

Así explica Santo Tomás de Aquino por qué compete a Dios ser misericordioso en grado sumo:

«Se debe atribuir a Dios la misericordia en grado máximo, aunque no por lo que tiene de afecto emocional, sino por lo que tiene de eficiente. Para entender esto, adviértase que decir de alguien que es misericordioso es como decir que tiene el corazón lleno de miserias, o sea que ante la miseria de otro experimenta la misma sensación de tristeza que experimentaría si fuese suya; de donde proviene que se esfuerce en remediar la tristeza ajena como si de la propia se tratase, y éste es el efecto de la misericordia. Pues bien, a Dios no le compete entristecerse por la miseria de otro; pero remediar las miserias, entendiendo por miseria un defecto cualquiera, es lo que más compete a Dios, pues lo que remedia las deficiencias son las perfecciones que confiere el bien, y el primer origen de toda bondad es Dios, como hemos dicho» (S. Th., I, q. 21, a. 3).

Ilustrativo al respecto es el siguiente comentario del autor que redacta la introducción a la cuestión 21 de la primera parte de la Suma Teológica:

«Al atribuir a Dios la misericordia debemos antes despojarla de las imperfecciones que tiene en los hombres. La tristeza, o condolencia del mal ajeno, que va implicada en la misericordia humana, no puede tener lugar en Dios. Al hablar de la misericordia en Dios, queremos significar el propósito o decisión de la divina voluntad de remediar los males o defectos que hay en las cosas, y particularmente en el hombre. Un defecto se remedia comunicando la perfección de que dicho defecto priva, como el pecado se perdona por la infusión de la gracia. Dios derrama de mil maneras su perfección sobre todas las cosas, ahuyentando los defectos contrarios que en ellas hubiere; luego remedia los defectos de las criaturas, y, por tanto, obra misericordiosamente con ellas». (Introducción a la cuestión 21. De la Justicia y de la Misericordia de Dios, BAC 1964).

martes, 11 de abril de 2023

EL DINAMISMO DE LA RESURRECCIÓN

Los apóstoles Pedro y Juan corriendo hacia el sepulcro. 
Eugène Burnand  (1898). 

Quita la esperanza y habrás paralizado el mundo, decía un alma cristiana. Por contraste, la resurrección de Cristo, en cuanto sólido fundamento de fe y esperanza teologal, imprime a nuestro caminar terreno una especial alegría y dinamismo. Lo recordaba recientemente el Papa con estas significativas palabras: “en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera”.

 * * *

«Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado, como se proclama en las Iglesias de Oriente: Christòs anesti! Ese verdaderamente nos dice que la esperanza no es una ilusión, ¡es verdad! Y que, a partir de la Pascua, el camino de la humanidad, marcado por la esperanza, avanza veloz. Nos lo muestran con su ejemplo los primeros testigos de la Resurrección. Los Evangelios describen la prisa con la que el día de Pascua «las mujeres corrieron a dar la noticia a los discípulos» (Mt 28, 8). Y, después que María Magdalena «corrió al encuentro de Simón Pedro» (Jn 20, 2), Juan y el mismo Pedro “corrieron los dos juntos” (cf. v. 4) para llegar al lugar donde Jesús había sido sepultado. Y después, la tarde de Pascua, habiendo encontrado al Resucitado en el camino de Emaús, dos discípulos “partieron sin demora” (cf. Lc 24, 33) y se apresuraron para recorrer muchos kilómetros en subida y a oscuras, movidos por la alegría incontenible de la Pascua que ardía en sus corazones (cf. v. 32). Es la misma alegría por la que Pedro, viendo a Jesús resucitado a orillas del lago de Galilea, no pudo quedarse en la barca con los demás, sino que se tiró al agua de inmediato para nadar rápidamente hacia Él (cf. Jn 21, 7). En definitiva, en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo». (Papa Francisco, Extracto del mensaje Urbi et Orbi. Pascua de Resurrección, 9 de abril de 2023).

Fuente: vatican.va

jueves, 6 de abril de 2023

«AUMENTA EL NÚMERO DE TUS APÓSTOLES»

Dos grandes regalos entregó Jesucristo a su Iglesia el Jueves Santo: la Eucaristía y el Sacerdocio. El santo Cura de Ars, consciente de su pequeñez, pero también del grandioso don del sacerdocio, decía: «Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina». No extraña, por tanto, que otra alma santa y delicada como Teresa de Lisieux hiciera de la oración por los sacerdotes una auténtica característica de su vocación contemplativa y eclesial. He aquí una conocida oración de Teresita por los sacerdotes:


Oh, Jesús, que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra la obra divina de salvar a las almas, 
protege a tus sacerdotes en el refugio de tu Sagrado Corazón. 

Guarda sin mancha sus manos consagradas,
que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo,
y conserva puros sus labios teñidos con tu preciosa sangre.

Haz que se preserven puros sus corazones,

marcados con el sello sublime del sacerdocio,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.

Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu santo amor los proteja de todo peligro.

Bendice sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de su apostolado obtengan la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el cielo. Amén.


martes, 4 de abril de 2023

UNA MIRADA SOBRE LEÓN BLOY

En su libro Una biblioteca en el oasis, un conjunto de 60 reseñas de buena literatura, Juan Manuel de Prada nos ofrece una síntesis del estilo y tenor de los Diarios de León Bloy. Selecciono una aguda observación del autor sobre el escritor francés. Sucede a menudo que tras la pluma destemplada de Bloy suele asomarse un corazón infantil.

* * *

«Pero no todo son intemperancias en los Diarios de Bloy. A un sacerdote que confiesa que «no tiene alma de santo», Bloy le recuerda que todos la tenemos, puesto que todos (lo mismo san Francisco de Asís que el burgués más horroroso) fuimos comprados por el mismo precio: «No hay hombre que no sea un santo, virtualmente, y el pecado o los pecados, incluso los más renegridos, no son más que accidentes que no modifican su sustancia». Y a la señora que se queja de que su hija es en exceso devota le responde: «La palabra exageración, cuando se trata del amor que a Dios se le debe, me parece ininteligible». Y es que, en efecto, Bloy amaba exageradamente a Dios, lo amaba con un amor abnegado e hiperbólico, con una falta de medida que chocaba a los hombres de su tiempo, tan calculadores y mesurados que no podían comprender cómo un escritor de tanto genio mostraba tan pocos respetos humanos, sin importarle convertirse en un apestado. Los católicos calculadores le reprochaban su falta de sentido práctico y le recomendaban que se «acomodase al siglo»; pero Bloy, que sólo escribía para «las tres Personas divinas», había decidido decir sin miedo todo lo que asusta, aun a riesgo de quedarse solo». (Juan Manuel de Prada, Una biblioteca en el oasis, Magnificat 2021, p. 185). (Los destacados son nuestros)