lunes, 28 de noviembre de 2016

ADORAR CON ALMA Y CUERPO (I)

Minusvalorar el papel que juegan los actos externos de adoración en el culto que tributamos a Dios, es desconocer la naturaleza misma de nuestra condición de criaturas compuestas de alma y cuerpo. Santo Tomás, al tratar de la adoración como acto de la virtud de la religión se pregunta si la adoración comporta actos corporales. Su respuesta dice así: «Puesto que, como dice San Juan Damasceno, estamos “compuestos de doble naturaleza, intelectual y sensible”, ofrecemos a Dios una adoración espiritual y otra corporal. La espiritual consiste en la devoción interna de la mente, mientas que la corporal consiste en la humillación de nuestro cuerpo. Y, puesto que en todo acto de latría lo exterior entraña subordinación a lo interior, esta adoración exterior tiene por fin la interior. En efecto, los signos exteriores de humillación del cuerpo excitan a someterse con el corazón a Dios, pues nos es connatural el llegar a lo inteligible a través de lo sensible» (S. Th., II-II, q.84, a.2 c).
En el mismo artículo, a la objeción de que el nombre de adoración está tomado de “oración” que consiste sobre todo en un acto interior, San Tomás responde con la misma doctrina: «Al igual que la oración está primordialmente en la mente y de modo secundario en la expresión verbal, como se dijo, así la adoración consiste principalmente en la reverencia interior a Dios y secundariamente en ciertos signos corporales de humildad; así, al arrodillarnos damos a entender nuestra debilidad delante de Dios y al postrarnos confesamos la nada que somos» (Ibid., ad 2).
Si bien los gestos corporales de reverencia, tales como postrarse, arrodillarse, inclinar la cabeza o hacer genuflexión, no pertenecen a la esencia de la adoración en cuanto tal –los ángeles no tienen cuerpo y adoran sin interrupción la infinita majestad de Dios– en el caso del hombre, ser compuesto de alma y cuerpo, la auténtica adoración necesita de esos gestos externos, bien como expresión de redundancia de la adoración interna del alma, bien como incentivo que mueve y recoge la mente a la devoción interior. «Aunque los sentidos no alcancen a Dios, dirá el doctor Angélico, son las cosas sensibles las que excitan nuestro espíritu para tender a Él» (Ibid., ad 3).
La desafección moderna por estos actos de adoración externa ha conducido a un claro debilitamiento de la piedad y de la fe en los corazones de los fieles. Pensemos, por ejemplo, en la comunión de pie y en la mano. Tal "gestualidad" no guarda ninguna significación sagrada: ni la expresa, ni la estimula. De pie y en la mano se recibe cualquier cosa: un boleto, un vuelto, una entrada, una bebida, un ticket, etc. En cambio, quien se arrodilla para comulgar se dispone a hacerlo con devoción y espíritu de adoración; más aún, su mismo arrodillarse ante el Dios que nos visita, ya es un acto de fe y veneración que tiende a alejar cualquier sopor en el alma. Por tanto, la unidad de la persona humana no puede prescindir de los gestos corporales en su trato con Dios. «Quien aprende a creer, aprende también a arrodillarse; y una fe o una liturgia que desconociera el acto de arrodillarse estaría mortalmente enferma. Allí donde se ha perdido este gesto, debemos aprenderlo de nuevo, de modo que sigamos orando en la comunión de los apóstoles y mártires, en la comunión de todo el cosmos, en unidad con el mismo Jesucristo». (Joseph Ratzinger, Obras Completas. Teología de la liturgia, BAC, Vol. XI, Madrid 2012, p. 111). 

sábado, 26 de noviembre de 2016

SOBRE LA TRIPLE UTILIDAD DEL ADVIENTO. UN SERMÓN DE SAN BERNARDO

1. «Si celebramos con devoción la venida del Señor, hacemos lo que debemos, pues no solo viene a nosotros, sino para nosotros. Él no necesita de nosotros. La misma grandeza de su dignación pone de manifiesto la enormidad de nuestra indigencia. El riesgo de la enfermedad se conoce por el valor de la medicina, como la gama de los achaques por la variedad de los remedios. ¿Qué sentido tendrían las distintas gracias si no se diese ninguna diferencia en las necesidades?
Es muy difícil expresar en un sermón la gama de indigencias que nos achacan. Pero pueden reducirse a tres raíces comunes y en cierta manera principales. Ninguno de nosotros puede prescindir de consejo, de ayuda y de protección. Es general en toda la raza humana esta triple miseria. Y cuantos vivimos en la región de la sombra de muerte, en la debilidad del cuerpo, en el lugar de la tentación, si nos fijamos con atención, arrastramos miserablemente esta triple molestia. Porque nos dejamos seducir con facilidad; somos débiles en las obras y frágiles para resistir. Nos falta agudeza de discernimiento entre el bien y el mal y nos engañamos. Si procuramos hacer el bien, desfallecemos. Si intentamos resistir al mal, caemos y nos rendimos».

2. «Por esto necesitamos la venida del Salvador. Es imprescindible, para hombres así embargados, la presencia de Cristo. Y, ¡ojalá venga con tan infinita condescendencia, que more en nosotros por la fe e ilumine nuestra ceguera! Permanezca con nosotros y ayude a nuestra debilidad y que su fuerza proteja y defienda nuestra fragilidad.
Si él está en nosotros, ¿quién nos podrá engañar? Si él está con nosotros, ¿qué no será imposible con aquel que nos robustece? Si él está en favor nuestro, ¿quién estará contra nosotros? Es un fiel consejero que no puede engañarse ni engañar. Es el robusto cooperador que nunca se cansa. Es el eficaz protector que pisotea diestramente al mismo Satanás con nuestros propios pies y desbarata todas sus asechanzas. Es la sabiduría de Dios, siempre dispuesto a instruir a los ignorantes. Es la fuerza de Dios, capaz de alimentar siempre a los lánguidos y librar al que zozobra. Corramos con gran decisión, hermanos míos, hacia este único maestro. Llamemos en toda ocasión a este valiente compañero. Encomendemos nuestras almas a este fiel protector en todo combate. Vino a este mundo para vivir entre los hombres, con los hombres y en favor de los hombres; para iluminar nuestras tinieblas, suavizar nuestras penas y evitar los peligros». (San Bernardo, En el Adviento del Señor. Serm. 7, BAC, Vol. III. p. 105)

jueves, 24 de noviembre de 2016

LOS BENEFICIOS DE LA CRUZ

«Éstos son los admirables beneficios de la cruz en favor nuestro: la cruz es el trofeo erigido contra los demonios, la espada contra el pecado, la espada con la que Cristo atravesó a la serpiente; la cruz es la voluntad del Padre, la gloria de su Hijo único, el júbilo del Espíritu Santo, el ornato de los ángeles, la seguridad de la Iglesia, el motivo de gloriarse de Pablo, la protección de los santos, la luz de todo el orbe» (San Juan Crisóstomo, Hom. sobre el cementerio y la cruz, 2: PG 49, 396).

lunes, 21 de noviembre de 2016

AD IESUM PER MARIAM

A Jesús por María. Así resumiría esta piadosa consideración de San Alfonso María de Ligorio sobre la festividad que hoy celebra la Iglesia: la Presentación de la Santísima Virgen en el Templo.


«Así como nuestra celestial Niña se presentó en el templo y se ofreció a Dios tan presto y enteramente, así también nosotros presentémonos hoy a María sin tardanza y sin reserva, rogándole que por sus manos nos ofrezca a Dios, en la seguridad de que el señor no rehusará la ofrenda presentada por mediación de la que fue templo vivo del Espíritu Santo, las delicias del Señor y la Madre predilecta del Verbo eterno. Esperemos toda suerte de bienes de esta agradecidísima y excelsa Señora, que sabe recompensar con tesoros de amor y de gracias los homenajes que recibe de sus devotos». (San Alfonso María de Ligorio, Las glorias de María, Rialp, Madrid  1977, P. 380.)

viernes, 18 de noviembre de 2016

LA MISA TRADICIONAL EN PAMPLONA

Interior de la Catedral de Pamplona. A la derecha la capilla de santa Catalina

Todos los domingos la capilla de Santa Catalina de Alejandría de la Catedral de Pamplona (Navarra-España), con su precioso retablo barroco del S. XVII obra de Miguel de Bengoechea, es el escenario imponente donde se celebra la santa Misa en su forma extraordinaria. Deseamos a nuestros amigos de Pamplona, amantes de la misa tradicional, que por intercesión de Santa María la Real, esta celebración sea como el grano de mostaza que «con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando ha crecido es la más grande de todas las hortalizas y llega a hacerse un árbol, de suerte que las aves del cielo vienen a anidar en sus ramas» (Mt 13, 32).

Retablo de la capilla de santa Catalina

Las siguientes fotografías me las envía un amigo, profesor de la Universidad de Navarra, que asistió el domingo pasado a la santa Misa.




Santa María la Real, Patrona de la catedral

Sobre el valor histórico y artístico de la catedral de Pamplona, recomendamos el siguiente enlace:

miércoles, 16 de noviembre de 2016

CUANDO HABLAR DE DIOS RESULTA PELIGROSO


A modo de testimonio y como complemento del post anterior, transcribo un breve texto de Tatiana Góricheva, una joven intelectual rusa conversa al cristianismo y expulsada de su país en 1980. El contraste entre el cristianismo ortodoxo que abrazó en su patria, envuelto de sufrimiento y vivido en la clandestinidad, y cierto cristianismo decadente y burgués que le toca conocer por motivo de su emigración a Europa, le causa confusión y dolor. El día 20 de agosto de 1980, recién llegada a Viena, apunta en su diario:

«He visto por televisión la primera emisión religiosa en toda mi vida. Doy gracias a Dios de que entre nosotros haya ateísmo y no exista “formación religiosa”. Lo que hacía aquel hombre en la pantalla era capaz de hacer salir de la Iglesia a muchas más personas que la torpe palabrería de nuestros ateos pagados. Impecablemente vestido, aquel predicador satisfecho de sí mismo tenía que hablar de la caridad. Pero la forma en que se presentaba excluía por sí sola cualquier posibilidad de predicación. Hasta hubiera impedido una simple conversación con otra persona. Era un actor aburrido, malo, que actuaba con gestos mecánicos y estudiados. Era un actor  sin rostro. Por primera vez comprendí cuán peligroso es hablar de Dios. Cada palabra tiene que ser una palabra de sacrificio, rebosante de autenticidad hasta los bordes. De lo contrario es preferible callar» (Tatiana Góricheva, Hablar de Dios resulta peligroso. Mis experiencias en Rusia y en Occidente. Herder 1987, p. 125).

viernes, 11 de noviembre de 2016

EL ABISMO LITÚRGICO QUE SEPARA ORIENTE DE OCCIDENTE


Estoy convencido que mientras la Iglesia no se proponga seriamente recobrar el carácter sagrado y trascendente de su liturgia, el ecumenismo con nuestros hermanos ortodoxos no irá más allá de unos cuantos abrazos fraternos, algunos ósculos de la paz o la firma de alguna declaración conjunta que pasará a dormir muy pronto el sueño de los justos. Muchas de nuestras celebraciones litúrgicas, por desgracia frecuentes, no pueden ofrecer incentivo alguno al alma ortodoxa, particularmente sensible al aspecto mistérico y trascendente del culto; alma fidelísima a sus más remotas tradiciones litúrgicas y siempre deseosa de postrarse ante lo divino y entrever lo eterno. Así me lo daba a entender un amable sacristán, mientras visitaba una iglesia ortodoxa de rito bizantino. No olvidemos que también hay razones ecuménicas profundas para llevar a cabo la reforma de la reforma que desea impulsar el cardenal Sarah, siguiendo las huellas del Papa Benedicto. Y el mismo Papa Francisco es consciente de esta carencia en nuestras celebraciones litúrgicas. Tiempo atrás, en su viaje de regreso de Rio de Janeiro a Roma, comentó al respecto: «Las Iglesias ortodoxas han conservado esa liturgia prístina tan bella. Nosotros hemos perdido un poco el sentido de la adoración. Ellos la han conservado, ellos alaban a Dios, ellos adoran a Dios. Necesitamos esta renovación, esta luz que viene de Oriente».



domingo, 6 de noviembre de 2016

YO SOY EL PRIMERO QUE ALABA A DIOS


Oda al gallo es el título de un hermoso poema de Pablo Neruda. Con su genial maestría verbal y su talento lleno de musicalidad en el uso del lenguaje, el poeta canta así las virtudes de esta simpática y campestre ave de corral:

«Vi un gallo
de plumaje
castellano:
de tela negra y blanca
cortaron
su camisa,
sus pantalones cortos
y las plumas arqueadas
de su cola.
Sus patas enfundadas
en botas amarillas
dejaban
brillar los espolones
desafiantes
y arriba
la soberbia
cabeza
coronada
de sangre
mantenía
toda aquella apostura:
la estatua
del orgullo.
Nunca
sobre la tierra
vi tal seguridad,
tal gallardía:
era
como si el fuego
enarbolara
la precisión final
de su hermosura:
dos oscuros
destellos
de azabache
eran
apenas
los desdeñosos ojos
del gallo
que caminaba como si danzara
pisando casi sin tocar la tierra.

Pero apenas
un grano
de maíz, un fragmento
de pan vieron sus ojos
los levantó en el pico
como un joyero
eleva
con dedos delicados un diamante,
luego
llamó con guturales oratorias
a sus gallinas
y desde lo alto dejó caer
el alimento.

Presidente no he visto
con galones y estrellas
adornado
como este
gallo
repartiendo
trigo,
ni he visto
inaccesible
tenor
como este puro
protagonista de oro
que desde
el trono central de su universo
protegió  a las mujeres
de su tribu
sin dejarse en la boca
sino orgullo,
mirando a todos lados,
buscando
el alimento
de la tierra
sólo
para su ávida familia,
dirigiendo los pasos
al sol, a las vertientes,
a otro grano
de trigo.

Tu dignidad de torre,
de guerrero
benigno,
tu himno
hacia las alturas
levantado,
tu rápido amor,
rapto de sombras
emplumadas,
celebro,
gallo
negro y blanco,
erguido,
resumen
de la viril integridad campestre,
padre
del huevo frágil, paladín
de la aurora,
ave de la soberbia,
ave sin nido,
que al hombre
destinó su sacrificio
sin someter
su estirpe,
ni derrumbar su canto.

No necesita vuelo
tu apostura,
mariscal del amor
y meteoro
a tantas excelencias
entregado,
que si esta
oda
cae
al gallinero
la picarás con displicencia suma
y la repartirás a tus gallinas».



Agradecido, aunque no del todo satisfecho por este homenaje que le tributa el hombre, el gallo toma ahora la palabra y nos revela en persona su más noble prerrogativa:

Ego sum primus qui laudat Deum

viernes, 4 de noviembre de 2016

CUANDO LOS ROSTROS HABLAN MEJOR QUE LOS HECHOS

Hay circunstancias en que las caras se tornan especialmente significativas y elocuentes. Es el caso de esta instantánea que recoge un momento del reciente encuentro ecuménico entre el Papa y las autoridades luteranas realizado en Lund, Suecia. Esos rostros parecen reflejar más tedio que contento; más cansancio que relajo, más pena que alegría, más razones de condolencia que de celebración. Puede que se trate simplemente de una fotografía poco agraciada o fotogénica. Sin embargo soy un convencido que al silencioso lenguaje de la fotografía nunca se le escapa ese aire artificioso y poco natural que suele respirarse en los encuentros ecuménicos, volviéndolos por lo general estériles para el fin que se proponen. Es probable que el ecumenismo, tal como como se ha llevado a cabo en estas últimas décadas, no haya obtenido ni un solo prosélito a la Iglesia Católica. En todo caso no hay motivo para abandonar la esperanza de que Dios pueda servirse de nuestras comedias para cosechar frutos de conversión.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

ORACIONES POR LOS DIFUNTOS

Requiem æternam dona eis, Domine,
et lux perpetua luceat eis.
Requiescant in pace.
Amen.

Dales, Señor, el descanso eterno;
y brille para ellos la luz perpetua.
Descansen en paz.
Amén. 

Pie Iesu, Domine,
dona eis requiem sempiternam.

Señor, piadosísimo Jesús,
concédeles el descanso eterno.