«Éstos son los admirables beneficios de la cruz en favor
nuestro: la cruz es el trofeo erigido contra los demonios, la espada contra el
pecado, la espada con la que Cristo atravesó a la serpiente; la cruz es la
voluntad del Padre, la gloria de su Hijo único, el júbilo del Espíritu Santo,
el ornato de los ángeles, la seguridad de la Iglesia, el motivo de gloriarse de
Pablo, la protección de los santos, la luz de todo el orbe» (San Juan Crisóstomo, Hom. sobre el cementerio y la cruz, 2:
PG 49, 396).
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