«Estoy convencido de que
la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte del
hundimiento de la liturgia, que a veces se concibe directamente “etsi Deus non
daretur”: como si en ella ya no importase Dios y si nos habla y nos escucha. Pero si en la liturgia
no aparece ya la comunión de la fe, la unidad universal de la Iglesia y de su
historia, el misterio de Cristo viviente, ¿dónde hace acto de presencia la
Iglesia en su sustancia espiritual? Entonces
la comunidad se celebra sólo así misma, que es algo que no vale la pena. Y
dado que la comunidad en sí misma no tiene subsistencia, sino que, en cuanto
unidad, tiene origen por la fe del Señor mismo, se hace inevitable en estas
condiciones que se llegue a la disolución en partidos de todo tipo, a la contraposición
partidaria en una Iglesia que se desgarra a sí misma. Por todo esto tenemos necesidad de un nuevo movimiento litúrgico que
haga revivir la verdadera herencia del concilio Vaticano II» (Joseph
Ratzinger, Mi vida, Ed. Encuentro,
Madrid 2005, p. 150-151).
«En los años que siguieron al Concilio Vaticano II he vuelto a ser consciente de la prioridad de Dios y de la Liturgia Divina. La malinterpretación de la reforma litúrgica, que se ha extendido ampliamente en la Iglesia Católica, llevó a poner siempre cada vez más en primer plano el aspecto de la instrucción y de la propia actividad y creatividad. El hacer de los hombres hizo casi olvidar la presencia de Dios. En esta situación se hace cada vez más claro que la existencia de la Iglesia vive de la correcta celebración de la liturgia y que la Iglesia está en peligro cuando el primado de Dios ya no aparece en la liturgia y, por tanto, en la vida. La causa más profunda de la crisis que ha derruido a la Iglesia reside en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la liturgia. Todo esto me llevó a dedicarme al tema de la liturgia más ampliamente que en el pasado, porque sabía que la verdadera renovación de la liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia. Sobre la base de esta convicción nacieron los estudios que se han recogido en este volumen 11 de las Opera omnia. Pero en el fondo, a pesar de todas las diferencias, la esencia de la liturgia en Oriente y Occidente es única y la misma. Y así, espero que este libro pueda ayudar también a los cristianos de Rusia a comprender de modo nuevo y mejor el gran regalo que se nos ha dado en la Santa Liturgia». (Benedicto XVI, Extracto del prefacio para la edición rusa del volumen XI de su Opera Omnia, Ciudad del Vaticano 2015). Los destacados son nuestros.
«En los años que siguieron al Concilio Vaticano II he vuelto a ser consciente de la prioridad de Dios y de la Liturgia Divina. La malinterpretación de la reforma litúrgica, que se ha extendido ampliamente en la Iglesia Católica, llevó a poner siempre cada vez más en primer plano el aspecto de la instrucción y de la propia actividad y creatividad. El hacer de los hombres hizo casi olvidar la presencia de Dios. En esta situación se hace cada vez más claro que la existencia de la Iglesia vive de la correcta celebración de la liturgia y que la Iglesia está en peligro cuando el primado de Dios ya no aparece en la liturgia y, por tanto, en la vida. La causa más profunda de la crisis que ha derruido a la Iglesia reside en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la liturgia. Todo esto me llevó a dedicarme al tema de la liturgia más ampliamente que en el pasado, porque sabía que la verdadera renovación de la liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia. Sobre la base de esta convicción nacieron los estudios que se han recogido en este volumen 11 de las Opera omnia. Pero en el fondo, a pesar de todas las diferencias, la esencia de la liturgia en Oriente y Occidente es única y la misma. Y así, espero que este libro pueda ayudar también a los cristianos de Rusia a comprender de modo nuevo y mejor el gran regalo que se nos ha dado en la Santa Liturgia». (Benedicto XVI, Extracto del prefacio para la edición rusa del volumen XI de su Opera Omnia, Ciudad del Vaticano 2015). Los destacados son nuestros.
El Bavaro màs estorbado, ultimo Papa de la Iglesia Catolica, rezamos por él, verdadero hombre de Dios.
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