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aprecio y gratitud hacia la figura del Cardenal Ratzinger, luego Papa Benedicto
XVI, forma parte del alma que vivifica este humilde blog. Mucho se podría decir
de su persona; sin embargo, para conmemorar sus 90 años me ha parecido de
justicia componer una letanía de desagravio a tan buen siervo de Dios. Me mueve
a ello cierta personal convicción de que su pontificado fue una oportunidad luminosa que
Dios nos regaló y que no supimos aprovechar del todo. Por eso, perdona a tu pueblo Señor.
Por
la superficialidad reinante, que nos impidió valorar como era debido la
grandeza del don que ofrecías a tu Iglesia en la persona de tu Vicario
Benedicto,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
quienes acusaron a tu siervo de pesimismo, cada vez que nos mostró con verdad y
realismo la profunda crisis en la que se sumergió tu Iglesia tras el Concilio,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
quienes en los momentos difíciles de su reinado huyeron, abandonándolo
al fuego enemigo y anticatólico,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por cuantos rasgaron vestiduras frente a su disposición misericordiosa
y ecuménica de levantar unas penas canónicas,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
el escaso interés con que se acogió en tu Iglesia el motu proprio Summorum Pontificum, verdadero cimiento
de una resurrección litúrgica,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
los que no obedecieron o tardaron años en hacerlo, cuando dispuso que los
sacerdotes dijeran en la consagración lo mismo que tú dijiste en la última Cena,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
quienes criticaron su elegancia humana y sobrenatural, cuyo sentido no era otro
que el deseo humilde de esconderse a sí mismo tras la figura de Pedro, a quien
sucedía, y tras la tuya propia a quien representaba,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
la falsedad hipócrita de quienes acecharon cada uno de sus pasos, para sorprenderlo
y mal interpretarlo, tal como lo hicieron contigo escribas y fariseos,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
el extraño regocijo, apenas disimulado, que algunos manifestaron ante la
noticia de su renuncia, simplemente por hallarse extenuado en tu servicio,
Perdona
a tu pueblo Señor.
Por
quienes no vieron con buenos ojos su constante empeño por recobrar nuestra
conciencia e identidad católicas, hoy tan debilitadas,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
quienes no acataron su magisterio sobre la centralidad de la verdad y el dogma
para enfrentar la dictadura del relativismo que amenaza al mundo y a tu
Iglesia,
Perdona a tu pueblo Señor.
Por
el fastidio que siempre ocasionó al progresismo liberal, el verse obligado a
reconocer que la cabeza visible de tu Iglesia era una de las inteligencias más
preclaras del siglo,
Perdona a tu pueblo Señor. Y una vez alcanzado tu anhelado
perdón, haz fructificar la rica herencia de tu siervo Benedicto.
Muchas gracias, es un articulo muy interessante, Dios bendiga usted y el Papa Benedicto.
ResponderEliminarY a usted también.
ResponderEliminarCiertamente no hemos rezado por el Papa Benedicto XVI como nos pidió en su Misa Inaugural: Rezad por mí para que, por miedo, no huya ante los lobos.
ResponderEliminarLe dejamos solo.
Y los lobos aprovecharon esa soledad.
Ni Pablo VI estuvo nunca tan solo después de firmar -cuánto le costó- la Humanae Vitae.
Aun recuerdo la angustiosa Carta a todos los Obispos del Mundo Católico después de firmar el Motu Proprio Summorum Pontificum. El Papa tenía que defenderse ante tantos ataques. Y cayó extenuado. Lo dejamos solo. Solo ante Dios y la Historia.
La paciencia se agota señor buho.
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