jueves, 1 de noviembre de 2018

LAS RELIQUIAS DE LOS SANTOS

Brazos relicarios. Foto es.wikipedia.org


E
s una manifestación de piedad tener en gran estima y venerar los restos y reliquias de los santos, de modo similar a como se guardan y conservan con cariño los objetos que pertenecieron a nuestros seres queridos. Ya los cristianos de los primeros siglos conservaban como tesoros inestimables las reliquias de los mártires. Como señala el Catecismo Romano, si los vestidos (cfr. IV Reg. 2), los pañuelos (Cfr. Act 19), y hasta la sombra (Cfr. Act. 5) de los Santos, antes de que murieran, ahuyentaban las enfermedades y restituían las fuerzas, ¿quién osará negar que haga el Señor los mismos milagros por las sagradas cenizas, huesos y demás reliquias de los Santos?
Santo Tomás de Aquino se hace eco de una tradición intangible de la Iglesia cuando enseña, con relación a los Santos, que debemos, en su memoria, venerar dignamente todo aquello que nos han dejado, y sobre todo sus cuerpos, que fueron templos e instrumentos del Espíritu Santo, que habitaba y obraba en ellos, y que se configurarán con el Cuerpo de Cristo, después de su gloriosa resurrección. Por eso, el mismo Dios honra esas reliquias de manera conveniente, obrando milagros por ellas (S. Th., III, q. 25, a. 6).

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