domingo, 6 de agosto de 2017

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR, UN BREVE ANTICIPO DEL GOZO ETERNO

La Transfiguración de Tiziano (1566)

Así responde Santo Tomas de Aquino al porqué de la transfiguración del Señor; momento particularmente glorioso de la vida de Cristo que «nos invita a abrir los ojos del corazón al misterio de la luz de Dios presente en toda la historia de la salvación» (Benedicto XVI, 6 de agosto de 2006).

«D
espués de anunciar su pasión, el Señor había inducido a sus discípulos a seguirle por el mismo camino. Ahora bien, para que uno marche directamente por el camino, es necesario que, de algún modo, conozca el fin con anterioridad; así como el arquero no disparará bien la flecha si antes no conoce el blanco al que tiene que dirigirla. Por eso dijo Tomás en Jn 14, 5: Señor, no sabemos a dónde vas, pues ¿cómo podemos saber el camino? Y esto es especialmente necesario cuando el viaje es difícil y áspero y el camino laborioso, pero el fin alegre. Ahora bien, Cristo llegó a conseguir la gloria por medio de su pasión, no sólo la del alma, la cual gozó desde el principio de su concepción, sino también la del cuerpo, según el pasaje de Lc 24, 26: Fue necesario que Cristo padeciese esto y que entrase así en su gloria. A ésta conduce también a los que siguen las huellas de su pasión, conforme a lo que se lee en Act 14, 21: Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el reino de los cielos. Y por esto fue conveniente que manifestase a sus discípulos la gloria de su claridad (que es lo mismo que transfigurarse), con la que configurará a los suyos, como leemos en Fil 3, 21: Transformará nuestro cuerpo miserable, conformándolo a su cuerpo glorioso. Por lo que dice San Beda In Mar: Piadosamente proveyó que, mediante la breve contemplación del gozo eterno, se animasen a tolerar las adversidades» (Santo Tomás de Aquino, S. Th., III, q. 45, a.1 c).

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