La Transfiguración de
Tiziano (1566)
Así
responde Santo Tomas de Aquino al porqué de la transfiguración del Señor;
momento particularmente glorioso de la vida de Cristo que «nos invita a abrir los ojos del corazón al misterio de la luz de Dios presente
en toda la historia de la salvación» (Benedicto XVI, 6 de agosto de 2006).
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espués
de anunciar su pasión, el Señor había inducido a sus discípulos a seguirle por
el mismo camino. Ahora bien, para que uno marche directamente por el camino, es
necesario que, de algún modo, conozca el fin con anterioridad; así como el
arquero no disparará bien la flecha si antes no conoce el blanco al que tiene
que dirigirla. Por eso dijo Tomás en Jn
14, 5: Señor, no sabemos a dónde vas,
pues ¿cómo podemos saber el camino? Y esto es especialmente necesario cuando
el viaje es difícil y áspero y el camino laborioso, pero el fin alegre. Ahora
bien, Cristo llegó a conseguir la gloria por medio de su pasión, no sólo la del
alma, la cual gozó desde el principio de su concepción, sino también la del
cuerpo, según el pasaje de Lc 24, 26: Fue necesario que Cristo padeciese esto y
que entrase así en su gloria. A ésta conduce también a los que siguen las
huellas de su pasión, conforme a lo que se lee en Act 14, 21: Es necesario que
pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el reino de los cielos. Y
por esto fue conveniente que manifestase a sus discípulos la gloria de su
claridad (que es lo mismo que transfigurarse), con la que configurará a los
suyos, como leemos en Fil 3, 21: Transformará nuestro cuerpo miserable,
conformándolo a su cuerpo glorioso. Por lo que dice San Beda In Mar: Piadosamente proveyó que, mediante la breve contemplación del gozo eterno,
se animasen a tolerar las adversidades» (Santo Tomás de Aquino, S. Th., III, q. 45, a.1 c).
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