viernes, 11 de agosto de 2017

SAN JOSEMARÍA Y SU APRECIO POR LA SOTANA

Padre J. A. Williams junto al Estrecho de Magallanes 
Punta Arenas, Chile

Cuando por los años setenta se generalizaba en la Iglesia el abandono de la sotana por un extraño afán de no manifestar externamente la condición sacerdotal, San Josemaría Escrivá no cesaba de inculcar a los sacerdotes la necesidad de vestir el traje sacerdotal, de modo particular el hábito talar. Suyas son las palabras que recojo a continuación, tomadas en coloquios o tertulias de aquellos años:

«Quiero insistir en que estiméis el traje talar, que tanto respeto nos merece. No es posible que nos dé vergüenza que nos reconozcan como lo que somos, como sacerdotes. Ahora que se habla tanto de testimonio, éste es un hermoso testimonio: ser hombres que no se avergüenzan de ser sacerdotes, que no se esconden, que no se disfrazan. Además, de otra forma, es muy difícil ir bien cuidado. La sotana tiene siempre una cierta dignidad».

«Los sacerdotes tenemos que mostrar que somos sacerdotes, de un modo que sea evidente para todos. Si no llevase una manifestación externa de mi sacerdocio, muchas personas que podrían acudir a mí en la calle, o en cualquier otro sitio, no vendrán porque no saben que soy ministro de Dios».

«Los fieles se sienten confirmados en la fe, asegurados en la fe, miran con un cariño loco al sacerdote que no se esconde».

Tres razones creo vislumbrar en estos textos que parecen validar suficientemente el uso de la sotana:

1° Testimonio: La sotana como vestimenta propia del sacerdote es ante todo un precioso testimonio de amor a la propia vocación y un hermoso signo de su pertenencia a Dios.
2° Servicio: La sotana manifiesta sobremanera la disposición del sacerdote de estar pronto a servir a las almas.
3° Dignidad: la sotana asegura al sacerdote un porte externo digno y conveniente a su condición de representante de Cristo y dispensador de los misterios de Dios.

Algo de esto atisbaba un joven monaguillo, con claras inquietudes vocacionales, cuando confidenciaba a sus padres: yo quiero ser sacerdote, pero de los de sotana.




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