Es justo que el Padre y el Hijo y el Espíritu
Santo coronen a la Virgen como Reina y Señora de todo lo creado.
—¡Aprovéchate de ese poder! y, con atrevimiento
filial, únete a esa fiesta del Cielo. —Yo, a la Madre de Dios y Madre mía, la
corono con mis miserias purificadas, porque no tengo piedras preciosas ni
virtudes.
—¡Anímate!
(San Josemaría Escrivá, Forja
n° 285)
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