Sugerentes
me parecen estas observaciones de Sandro Magister al reciente discurso del Papa
Francisco sobre liturgia:
«Claramente
no es obra suya. Nos referimos al discurso que el Papa Francisco ha leído el 25
de agosto a los participantes a la semana anual del Centro de Acción Litúrgica
italiano. Un discurso lleno de referencias históricas, de citaciones doctas con
sus correspondientes notas, sobre una materia que él nunca ha dominado.
Sin
embargo, es posible captar silencios y palabras que reflejan muy bien su
pensamiento.
Lo
que ha dado más que hablar ha sido esta declaración solemne que ha hecho a
propósito de la reforma litúrgica puesta en marcha por el Concilio Vaticano II:
"Podemos
afirmar con seguridad y autoridad magisterial que la reforma litúrgica es
irreversible".
Dicha
declaración ha sido interpretada por la mayoría como una orden del Papa
Francisco a detener la presunta marcha atrás iniciada por Benedicto XVI con el
motu proprio "Summorum
pontificum" de 2007, que restituía plena ciudadanía a la forma
pre-conciliar de la misa en rito romano, permitiendo su libre celebración como
segunda forma "extraordinaria" del mismo rito.
Efectivamente:
en el largo discurso leído por el Papa Francisco se citan en abundancia a Pío
X, Pío XII y Pablo VI. Pero, en cambio, ni una sola referencia a Benedicto XVI,
grandísimo estudioso de la liturgia, o a su motu proprio, a pesar de que este
verano se cumplía, precisamente, el décimo aniversario de su publicación.
Muy
marginal es también la referencia a las enormes degeneraciones en la que ha
caído, por desgracia, la reforma litúrgica post-conciliar, superficialmente
denunciadas como "recepciones parciales y praxis que la desfiguran".
Silencio
total también sobre el cardenal Robert Sarah, prefecto de la congregación para
el culto divino, y sobre todo respecto a sus boicoteadas batallas en favor de
una "reforma de la reforma" que restituya a la liturgia latina su
auténtica naturaleza».
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