Entre
las lecturas patrísticas que nos propone la Liturgia de las Horas para el
oficio de Santa María en sábado, se encuentra un sermón de San Sofronio
(560-638), nacido en Damasco y más tarde Patriarca de Jerusalén, sobre la Anunciación
de la Madre de Dios. Sintiéndose igualmente invitado a la alegría por el saludo
del ángel, Sofronio contempla con fe el misterio acontecido y se dispone a
cantar con gozo y afecto filial las glorias de Nuestra Señora. Sirva este
extracto para unirnos a su canto.
“… El Señor está contigo. ¿Y quién es el que
puede competir contigo? Dios proviene de ti; ¿quién no te cederá el paso, quién
habrá que no te conceda con gozo la primacía y la precedencia? Por todo ello,
contemplando tus excelsas prerrogativas, que destacan sobre las de todas las
criaturas, te aclamo con el máximo entusiasmo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Pues tú eres la
fuente del gozo no sólo para los hombres, sino también para los ángeles del
cielo.
Verdaderamente,
bendita tú entre las mujeres, pues
has cambiado la maldición de Eva en bendición; pues has hecho que Adán, que
yacía postrado por una maldición, fuera bendecido por medio de ti.
Verdaderamente,
bendita tú entre las mujeres, pues
por medio de ti la bendición del Padre ha brillado para los hombres y los ha
liberado de la antigua maldición.
Verdaderamente,
bendita tú entre las mujeres, pues
por medio de ti encuentran la salvación tus progenitores; pues tú has
engendrado al Salvador que les concederá la salvación eterna.
Verdaderamente,
bendita tú entre las mujeres, pues
sin concurso de varón has dado a luz aquel fruto que es bendición para todo el
mundo, al que ha redimido de la maldición que no producía sino espinas.
Verdaderamente,
bendita tú entre las mujeres, pues a
pesar de ser una mujer, criatura de Dios como todas las demás, has llegado a
ser, de verdad, Madre de Dios. Pues lo que nacerá de ti es, con toda verdad, el
Dios hecho hombre, y, por lo tanto, con toda justicia y con toda razón, te
llamas Madre de Dios, pues de verdad das a luz a Dios.” (De los sermones de San
Sofronio, obispo (Sermón 2, en la Anunciación de la Santísima Virgen, 21-22.
26: PG 87, 3, 3242. 3250)
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