Con
esta breve y emotiva oración, el Papa Francisco puso ayer su vida a los pies de
Nuestra Señora de Aparecida:
Oh
María Santísima, de los méritos de nuestro Señor Jesucristo en tu querida
imagen de Aparecida, alcanza numerosos beneficios sobre todo a Brasil. Yo,
aunque indigno de pertenecer al número de tus hijos e hijas, pero lleno de
deseo de participar de los beneficios de tu misericordia, postrado a tus pies
consagro mi entendimiento para que siempre piense en el amor que mereces. Te
consagro mi lengua para que siempre te alabe y propague tu devoción. Te
consagro mi corazón para que, después de Dios, te ame sobre todas las cosas. Recíbeme,
Oh Reina incomparable. Tú, que en Cristo crucificado eres nuestra Madre, cuéntame
en el dichoso número de tus hijos e hijas y recíbeme bajo tu protección. Socórreme
en todas mis necesidades espirituales y temporales, sobre todo en la hora de mi
muerte. Bendíceme oh celestial cooperadora; y con tu poderosa intercesión, fortaléceme
en mi flaqueza a fin de que te sirva fielmente en esta vida y después pueda
alabarte, amarte y darte gracias en el cielo por toda la eternidad.
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