Recojo
a continuación unos cuantos aforismos litúrgicos entresacados de las obras del pensador colombiano Nicolás Gómez Dávila. No son simples disparos nostálgicos de un espíritu conservador; son juicios agudos de un observador atento, de un creyente serio, que no se obnubila frente a una realidad por
ser simplemente novedosa o entretenida. Reflejan también aspectos de la profunda crisis que asoló a la Iglesia en los años posteriores al Concilio, y la tristeza por la pérdida injustificada de tantos signos litúrgicos de incalculable valor para el culto.
La
liturgia definitivamente sólo puede hablar en latín. En vulgar es vulgar.
El
incienso litúrgico es el oxígeno del alma.
El
sacrificio de la misa es hoy el suplicio de la liturgia.
El
odio al pasado es síntoma inequívoco de una sociedad que se aplebeya.
Sobre el campanario de la iglesia moderna, el clero progresista, en vez de cruz,
coloca una veleta.
Los
católicos no sospechan que el mundo se siente estafado con cada concesión que
el catolicismo le hace.
La actual liturgia protocoliza el divorcio secular entre el clero y las artes.
Innovar en materia litúrgica no es sacrilegio, sino estupidez. El hombre sólo venera rutinas inmemoriales.
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