San
Agustín, al comentar la aparición de Jesús a los Apóstoles con Tomás presente, señala
así la victoria definitiva de la fe sobre la duda en el corazón del discípulo: “Videbat tangebatque hominem, et confitebatur
Deum quem non videbat neque tangebat; sed per hoc quod videbat atque tangebat, illud
iam remota dubitatione credebat”. Veía y tocaba a un hombre y confesaba a
Dios, al que no veía ni tocaba; pero, mediante esto que veía y tocaba, creía
aquello, apartada ya la duda. (Sobre el Evangelio de San Juan CXXI, 5)
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