sábado, 30 de abril de 2022

SAN PÍO V, VIGÍA DE LA FE Y DEL CULTO

Hoy, fiesta de san Pío V, comparto las dos colectas de su misa, tanto la del misal reformado como la del misal tradicional, conocido también con su propio nombre (misal de san Pío V). En ambas oraciones, la figura de este gran reformador viene asociada a la defensa de la fe y al engrandecimiento del culto. Acudamos a su intercesión para que el misal que él codificó y promulgó en 1570, y volvió a publicar, en su última redacción, san Juan XXIII en 1962, goce siempre en la Iglesia del espacio que merece. No es bueno que la liturgia de la Iglesia respire con un único pulmón, cuando cuenta con otro lleno de vigor y capaz de oxigenar el alma de tanto fieles, casi asfixiados por la banalidad y superficialidad que invade desde hace décadas el culto católico.  

* * * 

«Señor, tú que has suscitado providencialmente en la Iglesia al papa san Pío V, para proteger la fe y dignificar el culto, concédenos, por su intercesión, participar con fe viva y con amor fecundo en tus santos misterios. Por nuestro Señor Jesucristo» (Misal de san Pablo VI, 30 de abril).

«Oh Dios, que para abatir a los enemigos de tu Iglesia y restaurar el culto divino os dignasteis elegir a san Pío para Sumo Pontífice, haced que, superando las asechanzas de todos los enemigos, podamos alegrarnos en perpetua paz. Por nuestro Señor Jesucristo» (Misal de san Pío V, 5 de mayo).



 

martes, 26 de abril de 2022

UN LIENZO PARA ENVOLVER A CRISTO

Una peculiaridad ritual de la misa antigua, que tiene algo de entrañable, es el hecho de que el sacerdote, una vez ofrecida la sagrada hostia, la coloca directamente sobre el corporal, mientras que la patena permanece semioculta bajo el mismo paño (misa rezada) o es confiada al subdiácono para que la guarde con el velo humeral hasta el fin del Pater noster (misa cantada). De esta relación tan estrecha con el Cuerpo de Cristo, el corporal toma su nombre (del latín corpus) y adquiere una especial dignidad. Antiguamente, este lienzo en el que reposaría el Cuerpo de Cristo solía ser consagrado por el obispo: «Por reverencia a este sacramento, señala Santo Tomás, ninguna cosa lo toca que no esté consagrada; de allí que tanto el corporal como el cáliz se consagran, lo mismo que las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento» (S. Th. III, q. 82, a. 3, c).

Digo que este rito tiene algo de entrañable, porque casi instintivamente evoca otros dos momentos especialmente íntimos de la vida del Señor: su nacimiento y su sepultura. Y en ambas ocasiones su Cuerpo fue envuelto con blancos lienzos por manos amadas. En Belén, la Virgen envuelve en pañales y recuesta en un pesebre el Cuerpo de Cristo recién nacido. El gesto materno de arropar al Niño entre pañales contrasta con la frialdad ambiental de no haber encontrado para él un lugar en el mesón (Cf. Lc 2, 7). En la cima del Calvario, son amigos quienes se apresuran a bajarlo de la cruz para darle una digna sepultura. José de Arimatea y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo fajaron con bandas y aromas (Cf. Jn 19, 40). San Lucas señala que José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús a Pilato, lo bajo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro nuevo cavado en la roca (Cf. Lc 23, 52-53). Marcos añade el detalle de que la sábana fue comprada exprofeso para envolver el cuerpo de Jesús y depositarlo en un monumento (Cf. Mc 15, 46); finalmente, el relato de Mateo subraya aún más la generosidad de José de Arimatea: El, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su proprio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña (Mt 27, 59-60).

En las oraciones que recoge el viejo Ritual Romano para la bendición de los corporales es posible entrever la relación de este paño con los lienzos que envolvieron al Señor, de modo más explícito con el santo sudario utilizado para su sepultura. Dicen así:

«Señor clementísimo, cuyo poder es inenarrable, y cuyos misterios se celebran con maravillosas ceremonias; concede, te rogamos, que por tu bondad este lienzo de lino sea santificado por tu bendición + para consagrar sobre él el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nuestro Dios y Señor Jesucristo, que vive y reina... »

«Omnipotente y sempiterno Dios, dígnate bendecir +, santificar + y consagrar + este lienzo de lino para cubrir y envolver el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina... »

«Dios Omnipotente derrama la fuerza de tu bendición sobre nuestras manos, para que por medio de nuestra bendición + este lienzo de lino sea santificado, y por la gracia del Espíritu Santo, se convierta en un nuevo sudario para el Cuerpo y la Sangre de nuestro Redentor. Por el mismo... »

 

Poner en relación mutua estos tres lienzos: los pañales que envolvieron al Niño Dios; la sábana santa que acogió el Cuerpo exánime de Cristo; el corporal eucarístico sobre el cual «nace» y «descansa» realmente el Cuerpo de Cristo bajo las especies sacramentales, abre un horizonte insospechado para la piedad eucarística. En efecto, se podría decir que en las tres circunstancias señaladas el Cuerpo de Cristo se encuentra, de algún modo, en estado de «indefensión»: inerme y desvalido en la gruta de Belén, sin vida en el calvario, desprotegido en la hostia santa. Y por lo mismo, reclamando de un alma amiga que lo acoja, lo envuelva y lo defienda, con el lienzo una fe recia, de un corazón puro, de una vida íntegra.

 


sábado, 16 de abril de 2022

95 AÑOS DEL PAPA RATZINGER

«Os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia» (Jer 3, 15). La promesa del Señor tuvo un magnánimo cumplimiento en la persona del Papa Ratzinger. Al celebrar hoy sus 95 años, levantamos nuestro corazón agradecido a Jesús Buen Pastor por todo lo que nos ha regalado en la persona del Papa emérito. En su vida y en su magisterio sopla la suave brisa del Espíritu Santo. Nuestra amistad sincera y nuestra sentida oración por su persona, se traduce también hoy en el firme propósito de custodiar y difundir su maravilloso legado litúrgico, pieza clave de una auténtica resurrección en la vida de la Iglesia.

El programa que se propuso Benedicto XVI, cuando Dios le confió el cuidado supremo de su rebaño, lo expuso con humildad y claridad al inicio de su pontificado:

«Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia». (Benedicto XVI, Homilía en la solemne Misa de inicio de su pontificado, 24 de abril de 2005).

Quiera Dios conceder a cuantos ejercen el oficio pastoral en la Iglesia, el deseo de ajustarse a este seguro y arduo programa, el único con garantías de éxito.



 

lunes, 11 de abril de 2022

UNA CRUZ QUE ABRE LAS PUERTAS DEL CIELO

Comentando las ceremonias del Domingo de Ramos, Dom Prospero Gueranger refiere un significativo rito que tenía lugar cuando la procesión con los ramos llegaba a las puertas del templo:    

«El final de la procesión –dice el abad de Solesmes– está marcado por una ceremonia del más alto y profundo simbolismo. Al momento de entrar en la iglesia, el piadoso cortejo encuentra las puertas cerradas. La marcha triunfal se detiene, pero los cantos de alegría no se suspenden. Un himno especial a Cristo Rey resuena en el aire con su alegre estribillo, hasta que por fin el subdiácono golpea la puerta con la asta de la cruz; la puerta se abre y la multitud, precedida por el clero, vuelve a entrar en la iglesia, celebrando al único que es la Resurrección y la Vida.

Esta escena misteriosa tiene por finalidad rememorar la entrada del Salvador en aquella otra Jerusalén, de la cual la terrena era sólo una figura. Esta Jerusalén es la patria celestial cuya entrada Jesucristo nos ha procurado. El pecado del primer hombre había cerrado sus puertas; pero Jesús, el Rey de la gloria, las reabrió por la virtud de su Cruz, ante la cual no pudieron resistir. Sigamos, pues, tras los pasos del Hijo de David, porque él es también el Hijo de Dios, y nos invita a tomar parte en su reino. Así, la santa Iglesia, con la procesión de las Palmas, que en un primer momento es solo la conmemoración de los hechos ocurridos en este día, eleva nuestro pensamiento al misterio glorioso de la Ascensión, por el que se completa en el cielo la misión del Hijo de Dios en la tierra». (Texto original: Aquí)

En la homilía del Domingo de Ramos de 2007, Benedicto XVI volvía a evocar este significativo momento de la tradicional liturgia de Ramos: «En la antigua liturgia del domingo de Ramos, el sacerdote, al llegar ante el templo, llamaba fuertemente con la asta de la cruz de la procesión al portón aún cerrado, que a continuación se abría. Era una hermosa imagen para ilustrar el misterio de Jesucristo mismo que, con el madero de su cruz, con la fuerza de su amor que se entrega, ha llamado desde el lado del mundo a la puerta de Dios; desde el lado de un mundo que no lograba encontrar el acceso a Dios».


 

jueves, 7 de abril de 2022

FIDELIDAD A LAS TRADICIONES LITÚRGICAS. UNA ENTREVISTA A MONS. SCHNEIDER.

Monseñor Atanasio Schneider

Brian Williams publica en su blog Liturgy guy –atractiva página sobre temas litúrgicos– una entrevista a Mons. Atanasio Schneider con agudas observaciones sobre la liturgia tradicional, y algunos consejos oportunos para los fieles que la aman y se nutren de ella, no obstante las reservas y restricciones impuestas por la Santa Sede. Como es habitual en él, sus palabras están llenas de prudencia, sentido sobrenatural y fortaleza. A continuación, una versión en español de este breve pero interesante coloquio.

Monseñor Athanasius Schneider: La entrevista de Liturgy Guy

Texto original: liturgyguy.com

En octubre de 2017 tuve el gran privilegio de conocer al obispo Athanasius Schneider cuando visitó la diócesis de Charlotte, Carolina del Norte y ofreció una solemne misa pontifical. Tras el lanzamiento de su último libro The Catholic Mass: Steps to Restore the Centrality of God in the Liturgy, Sophia Institute Press, 2022. (La misa católica: pasos para restaurar la centralidad de Dios en la liturgia), entrevisté recientemente a Su Excelencia sobre el resurgimiento de la misa tradicional, la centralidad de Dios en nuestro culto, y lo que se avecina para los fieles a raíz de Traditionis Custodes.

Excelencia, en su libro La Misa Católica usted habla de la misa como ritual, estableciendo una conexión entre nuestra oración y disposición interior y nuestro culto exterior y la importancia de los signos y ceremonias visibles dentro de la liturgia (es decir, la necesidad del hombre por lo ritual). ¿Cree usted que esto explica en parte por qué tantos católicos de hoy, particularmente entre los jóvenes, se sienten atraídos por la Misa tradicional?

Sí, esto es verdad. Todo lo que es bello, armonioso, sagrado y sobrenaturalmente misterioso, atrae al alma que busca sinceramente a Dios. Dios mismo es la belleza absoluta, la armonía, la santidad y el misterio inefable. Cuanto más nos acercamos a Dios, más amamos la verdadera belleza, la armonía, la sacralidad y el misterio. La belleza y nobleza del ritual y de las ceremonias infunden en el alma sincera el deseo de pureza interior y de oración, es decir, de una unión más estrecha con Dios.

En su libro usted explica cómo el usus antiquior «manifiesta... la centralidad de Dios» más eficazmente que el Novus Ordo. En los meses desde que el Santo Padre publicó su motu proprio Traditionis Custodes, hemos visto numerosos casos de obispos de alto perfil apresurándose en restringir, o incluso suprimir, la Misa Tradicional; algunos incluso han llegado a prohibir las misas ad orientem, arrodillarse para recibir la Comunión, o incluso que el sacerdote use el manípulo. ¿Cree usted que este ataque contra nuestra tradición litúrgica representa un ataque contra la centralidad de Dios en la liturgia?

La prohibición de la celebración ad orientem, o mejor, de la celebración ad Deum de la misa es claramente un ataque contra la centralidad de Dios en la liturgia. El estar toda la asamblea –celebrante y fieles– vuelta de modo visible en una misma dirección, esto es, hacia el crucifijo o el tabernáculo, inquieta, de alguna manera, a esos obispos, que durante la liturgia aman estar visiblemente en el centro de atención y ser continuamente observados por toda la asamblea como un showman o un animador. Recibir la Sagrada Comunión de rodillas es un gesto muy expresivo que proclama por sí solo la inmensa grandeza de Dios, escondida en la pequeña sagrada hostia. Si signos litúrgicos cristocéntricos tan inequívocos y poderosos (como la celebración ad orientem y la recepción de la Comunión de rodillas) perturban o molestan a esos obispos, entonces cabe preguntarse sobre la calidad de su fe en el Señor Eucarístico y de su amor por Él. En el día del Juicio, seguramente el Señor hará a estos obispos el mismo reproche que hizo a los fariseos, cuando éstos prohibieron a los pequeños manifestar exteriormente su adoración a Cristo el día del Domingo de Ramos, mientras Cristo entraba triunfante en Jerusalén. Conocemos el siguiente pasaje del Evangelio: «La muchedumbre de los discípulos comenzó a alabar alegre a Dios a grandes voces por los milagros que habían visto, diciendo: ¡Bendito el que viene, el Rey, en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! Algunos fariseos de entre la muchedumbre le dijeron: Maestro reprende a tus discípulos. Él contestó y dijo: Os digo que, si ellos callasen, gritarían las piedras» (Lc 19, 37-40).

Luego de Traditionis custodes y de las posteriores responsa ad dubia y de las múltiples restricciones y supresión de los ritos y sacramentos tradicionales, ¿qué diría a los muchos fieles católicos que se sienten heridos, perdidos y desesperados? ¿Qué palabras de esperanza podría ofrecer a mis lectores, que simplemente desean practicar su fe como lo han hecho los fieles de la Iglesia durante siglos?

Por favor, continuad siendo fieles a la misma liturgia de la misa y de los sacramentos; la que todos los santos del último milenio y vuestros venerables antepasados y otros heroicos católicos tanto amaron y que les nutrió en la fe católica y en las virtudes. Buscad todas las posibilidades para asistir a la misa tradicional y a los demás sacramentos. Haced peticiones insistentes, aunque respetuosas, a los obispos y a la Santa Sede para que levanten las restricciones litúrgicas y cese la discriminación que estáis sufriendo. Considerad un honor ser despreciados y marginados por causa de la fidelidad a la venerable liturgia milenaria de los santos y de vuestros antepasados.

No caigáis en la desesperación, la ira o el resentimiento. Seguid amando sobrenaturalmente a la Iglesia, al Papa y a vuestro obispo, aunque os puedan discriminar con estas drásticas restricciones litúrgicas, y rezad por ellos. Vuestra fidelidad, vuestras demandas respetuosas, vuestra noble actitud y vuestros sufrimientos contribuirán a la plena restauración de la liturgia tradicional en la Iglesia.

 

domingo, 3 de abril de 2022

BREVE LOA DE LA CONFESIÓN

«Yo te confieso, hijo mío, que siempre que veo al Sacerdote ministrando este santo Sacramento de la Penitencia, me parece que veo a Cristo Bien nuestro en aquella fila, que está lavando, limpiando, y purificando las almas con aquellas manos celestiales llenas de salud, y vida, con que lavó los pies de sus Apóstoles santos» (Beato Juan de Palafox, Año espiritual, Madrid 1762, p. 185).