«Yo
te confieso, hijo mío, que siempre que veo al Sacerdote ministrando este santo
Sacramento de la Penitencia, me parece que veo a Cristo Bien nuestro en aquella
fila, que está lavando, limpiando, y purificando las almas con aquellas manos
celestiales llenas de salud, y vida, con que lavó los pies de sus Apóstoles
santos» (Beato Juan de Palafox, Año espiritual, Madrid 1762, p. 185).
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