lunes, 29 de julio de 2019

LA MISA DE SIEMPRE, UN TESTIMONIO


Messainlatino.it publica con gusto el testimonio de un fiel que ha querido compartir con ellos la experiencia de su «descubrimiento» de la misa antigua. Lo traducimos al español por su valor testimonial y porque contiene intuiciones de gran provecho. Además, este tipo de testimonio tiene el encanto de hablar desde la intimidad del corazón, de lo vivido y experimentado a la luz de la fe, no desde la erudición fría del experto o desde la razón más o menos ideologizada del teólogo.

Fuente: messainlatino.it

En el rito antiguo no hay espacio para el protagonismo de los hombres.
Solo Dios es el verdadero «protagonista».

Estimada Redacción:

Hace poco ha pasado el aniversario de la promulgación del MP Summorum Pontificum (07 de julio). Escribo este breve testimonio como fiel laico. La misa tradicional, tridentina o forma extraordinaria, como se la quiera llamar, es –como muchos saben– la liturgia que ha sostenido a la Iglesia durante siglos hasta la «desafortunada» reforma conciliar que resultó luego ser una verdadera demolición, si bien la validez del rito permanece. Algo equivalente, para hacerse una idea, lo vemos en la moderna arquitectura religiosa.

Sobre los méritos de la liturgia tradicional podemos decir una infinidad de cosas. Me limito a mi experiencia: asistiendo a la  misa de siempre, he descubierto una riqueza olvidada por mí desde hace tiempo; participaba en esas Misas de pequeño, el recuerdo es un poco vago, pero sí recuerdo que a pesar de tener un carácter bastante inquieto, me sentía a gusto, aunque no entendiera mucho, e iba allí de buena gana. Entrar hoy en el espíritu de la liturgia de siempre no es fácil; requiere inicialmente un compromiso y los frutos se observan después de algún tiempo, con paciencia. Curiosamente, el principal obstáculo no es la lengua latina (incluso para los que no la conocen), sino que consiste en la renuncia a cualquier forma de protagonismo para dejarnos sumergir con sencillez en Dios, que es el único verdadero protagonista. Jesús está presente, renueva Su sacrificio sobre el altar, y vivir esto con fe representa la esencia de la misa: en ella, uno mi vida, mis seres queridos, mi trabajo con la oración de la Iglesia: sé que Jesús está presente y da sentido a toda mi existencia. El resto no cuenta para nada.

Dos son los frutos que he experimentado en la antigua liturgia: una paz que no proviene de las emociones o del sentimentalismo, sino de la pura fe en el misterio que se cumple ante mí: la presencia de Dios permanece en el corazón dando una saciedad que es difícil de expresar. El segundo fruto consiste en el mayor deseo de Jesús eucarístico; esta liturgia hace crecer el deseo de Él, reaviva nuestra oración. En una palabra, la misa de siempre nos ayuda a ser santos.

Si es verdad que mi elección por la Tradición nació después de una crisis (en 2013) con la renuncia del Papa Benedicto y todo lo que siguió, ahora esta Misa no me hace sentirme lejos de la Iglesia y del Papa, no me hace mirar con desprecio o suficiencia el Novus Ordo, sino todo lo contrario, me hace sentirme más en comunión con la Iglesia. Quisiera concluir diciendo una cosa: para apreciar el don de la S. Liturgia de siempre, se requiere buena voluntad y paciencia; al principio no será fácil para todos, pero cuando hayas hecho la experiencia, ya no podrás separarte de ella sin sufrir.


F. ( Coetus fidelium Lucio III pro Missa antiqua, Lucca)

jueves, 25 de julio de 2019

LECCIONES DEL APÓSTOL SANTIAGO

Santiago el Mayor de Guido Reni

Bella reflexión de Benedicto XVI sobre las cosas que podemos aprender del Apóstol Santiago, fiel seguidor de Cristo, testigo privilegiado de los misterios de su vida, el primero que mereció beber el cáliz de su Maestro.

 ***
«Por consiguiente, de Santiago podemos aprender muchas cosas:  la prontitud para acoger la llamada del Señor incluso cuando nos pide que dejemos la “barca” de nuestras seguridades humanas, el entusiasmo al seguirlo por los caminos que él nos señala más allá de nuestra presunción ilusoria, la disponibilidad para dar testimonio de él con valentía, si fuera necesario hasta el sacrificio supremo de la vida. Así, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de adhesión generosa a Cristo. Él, que al inicio había pedido, a través de su madre, sentarse con su hermano junto al Maestro en su reino, fue precisamente el primero en beber el cáliz de la pasión, en compartir con los Apóstoles el martirio» (Benedicto XVI, Audiencia general, miércoles 21 de junio de 2006).

domingo, 21 de julio de 2019

MARTA Y MARÍA, UN COMENTARIO DE SAN AGUSTÍN

Johannes Vermeer. Cristo en casa de Marta y María

Extracto de un sermón de San Agustín sobre Marta y María (Lc 10, 38-42). El santo Doctor ve representada en estas santas mujeres dos tipos de vida: la presente y la futura. Vivamos santamente la vida laboriosa de Marta para alcanzar en plenitud la vida dichosa y holgada de María. Es la hermosa invitación que late en sus palabras.

«P
or tanto, amadísimos, veis y —así me parece— comprendéis ya lo simbolizado en estas dos mujeres, ambas gratas al Señor, ambas dignas de su amor, ambas discípulas suyas; lo veis y los que lo comprendéis advertís que se trata de algo grandioso que debéis oír y conocer: en estas dos mujeres están figuradas dos vidas, la presente y la futura; una laboriosa y otra descansada; una calamitosa y otra dichosa; una temporal y otra eterna. Dos son las vidas que os he descrito con la brevedad que he podido: ahora vosotros reflexionad sin prisas sobre ellas. En cuanto os sea posible, examinad lo que tiene esta vida —no hablo de una vida mala, depravada, criminal, derrochadora, impía, sino de una trabajosa, llena de sinsabores, castigada por temores, agitada por tentaciones; me refiero a esa vida de inocencia que llevaba Marta—, y, como he dicho, reflexionad sobre ella más detenidamente. Una vida depravada estaba lejos de aquella casa; no se hallaba ni en Marta ni en María y, si alguna vez existió, se ahuyentó con la llegada del Señor. En la casa que había acogido al Señor quedaron, pues, dos vidas representadas en las dos mujeres: ambas inocentes, ambas dignas de alabanza; una trabajosa, otra holgada, ninguna dañina, ninguna perezosa. Repito: ambas inocentes, ambas dignas de encomio; sin embargo, como indiqué, una trabajosa y otra holgada. Ninguna dañina —de lo que ha de guardarse la trabajosa—, ninguna perezosa —de lo que ha de precaverse la holgada—. Por tanto, en aquella casa coexistían estas dos vidas y la fuente misma de la vida (Sal 35, 10.) Marta era imagen de las realidades presentes; María de las futuras (Cf Hb 10, 1.) Lo que hacía Marta: ahí estamos nosotros; lo que hacía María: eso esperamos. Hagamos bien ahora lo primero, para conseguir en plenitud lo segundo» (San Agustín, Sermón 104, 4).




sábado, 13 de julio de 2019

¡SOLO JESÚS ES HERMOSO! UN SUSPIRO DE TERESA DE LOS ANDES

Santa Teresa de Jesús de los Andes (1900-1920)
Primera santa chilena

El 12 de abril de 1920, con tan solo 19 años, Santa Teresa de los Andes dejaba este mundo para unirse definitivamente a su divino Esposo. «Sólo Jesús es hermoso. El sólo puede hacerme gozar», escribe esta joven carmelita que en poco tiempo el amor de Cristo parece haber enloquecido.  Su célebre frase: «Jesucristo, ese loco de amor que me ha vuelto loca», compendia admirablemente su corta vida. Y esa misma locura de amor desearía ella contagiar a todas las almas cantando las bondades del Amado:

«¿Hay algo bueno, bello, verdadero que podamos concebir que en Jesús no esté? Sabiduría, para la cual no hay nada secreto; poder, para el cual nada existe imposible; justicia, que lo hace encarnarse para satisfacer por el pecado; providencia, que siempre vela y sostiene; misericordia, que jamás deja de perdonar; bondad, que olvida las ofensas de sus criaturas; amor, que reúne todas las ternuras de una madre, del hermano, del esposo y que, haciéndolo salir del abismo de su grandeza, lo liga estrechamente a sus criaturas; belleza, que extasía... ¿Qué otra cosa imaginas que no esté en este Hombre- Dios?
¿Temes acaso que el abismo de la grandeza de Dios y el de tu nada jamás podrán unirse? Existe en Él el amor; y esta pasión lo hizo encarnarse para que viendo un Hombre-Dios, no temieran acercarse a Él. Esta pasión hízolo convertirse en pan, para poder asimilar y hacer desaparecer nuestra nada en su Ser infinito. Esta pasión le hizo dar su vida, muriendo muerte de cruz.
¿Temes acercarte a Él? Míralo rodeado por los niños. Los acaricia, los estrecha contra su corazón. Míralo en medio de su rebaño fiel, cargando sobre sus hombros a la oveja infiel. Míralo sobre la tumba de Lázaro. Y oye lo que dice a Magdalena: Mucho se le ha perdonado porque ha amado mucho. ¿Qué descubres en estos rasgos del Evangelio, sino un corazón bueno, dulce, tierno, compasivo, un corazón, en fin, de un Dios? Él es mi riqueza infinita, mi beatitud, mi cielo» (Santa Teresa de los Andes, Diario y cartas, Los Andes 1983. Texto recogido en el oficio de lectura de su fiesta, 13 de julio).

jueves, 11 de julio de 2019

SACERDOCIO Y CELIBATO. ENTREVISTA A MONS. DE GERMAY

Mons. Olivier Germay, Obispo de Ajaccio

Extracto de una entrevista de Monseñor Olivier Germay, Obispo de Ajaccio (Córcega-Francia), sobre el celibato y las vocaciones sacerdotales. En medio de tanta confusión, las respuestas lúcidas de Mons. Germay sobre el celibato y la sacralidad de la vida sacerdotal, resultan reconfortantes. He traducido el texto que ha publicado Riposte catholique.

«La crisis de las vocaciones es primeramente
una crisis de la transmisión de la fe»

Monseñor Olivier de Germay, obispo de Ajaccio, ha sido entrevistado por Ayemric Pourbaix para France catholique (ver aquí).

¿Es el celibato de los sacerdotes responsable de la escasez de sacerdotes?

No, yo pienso que la crisis de las vocaciones es, ante todo, una crisis del compromiso a largo plazo, que se constata también a propósito del matrimonio o en el mundo asociativo, y sobre todo una crisis de la fe. Cuando la práctica decae, las vocaciones decaen. La crisis de las vocaciones es ante todo una crisis de la transmisión de la fe.

¿Sería una solución la ordenación de hombres casados?

Es legítimo hacerse la pregunta, pero francamente no lo creo. La disminución de las vocaciones existe también en las Iglesias orientales e incluso en las Iglesias nacidas de la Reforma.

¿No hay un problema de desacralización del sacerdote?

Algunos piensan que la crisis de los abusos sexuales nos obliga a cuestionar el celibato de los sacerdotes. No hay que confundir las cosas. La crisis del abuso sexual es ante todo un fenómeno social que afecta muy mayoritariamente a hombres que no han elegido la castidad. Se dice que hay que desacralizar al sacerdote y convertirlo en un hombre como cualquier otro para evitar el clericalismo. Creo más bien que es verdadero lo contrario. Un sacerdote que vive solo en su presbiterio y que no se da una «regla» (al  estilo de los religiosos) para mantener la gracia de su consagración en el celibato, está en peligro. Más que querer hacer del sacerdote un hombre común y corriente, debemos ayudarlo a redescubrir el gusto por la oración, por la ascesis y por el ayuno, a la manera de los primeros apóstoles. De este modo, podrá acoger la gracia de entregarse totalmente a la misión y amar con un amor casto a aquellos a los que ha sido enviado. Así será, como escribió Juan Pablo II, un «testigo del amor esponsal  de Cristo».

¿En qué sentido es profético el celibato, como afirma el Papa Francisco?

El hecho de que el celibato del sacerdote sea tan controvertido es para mí la prueba de que desempeña su rol profético. En un mundo hiper erotizado, el celibato molesta. Sigue siendo incomprensible para los defensores de la «liberación sexual» («el que pueda entender que entienda», decía Jesús); muestra a los que viven un celibato no elegido que también viviendo solos se puede hacer algo hermoso de la vida; finalmente, es un signo de que Dios puede colmar nuestros anhelos más profundos. Es verdad que el celibato es una opción radical, pero cuando el Señor llama, nos toma por completo y nos da la gracia de seguirlo con alegría.



domingo, 7 de julio de 2019

SUMMORUM PONTIFICUM Y LA IDEA DE BENEDICTO XVI


"Parroquias y capillas deberían estar en condiciones 
de ofrecer como algo ordinario la Forma extraordinaria"


E
l 7 de julio del 2007, por medio del Motu Proprio Summorum Pontificum, el Papa Benedicto XVI restauraba los derechos de la antigua liturgia en la vida de la Iglesia. Queremos ofrecer algunas reflexiones que puedan servir de respuesta a la pregunta sobre cuál era la idea fundamental que el Papa Ratzinger tenía en mente al promulgar dicho documento. Para ello, además de recomendar la lectura de los mismos textos del Pontífice, me parece interesante recordar algunas declaraciones vertidas entonces por sus más cercanos colaboradores en esta materia.

Una figura importante en este sentido fue sin duda el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Presidente de la Pontifica Comisión Ecclesia Dei entre los años 2000–2009. En una intervención con motivo de la V Conferencia General del CELAM reunida en Aparecida (Brasil, mayo de 2007), el Cardenal Castrillón anunció públicamente la decisión del Papa Benedicto de «extender a toda la Iglesia latina la posibilidad de celebrar la Santa Misa y los Sacramentos según los libros litúrgicos promulgados por el Beato Juan XXIII en 1962». Se trata, añadió, de «una oferta generosa del Vicario de Cristo que, como expresión de su voluntad pastoral, quiere poner a disposición de la Iglesia todos los tesoros de la liturgia latina que durante siglos ha nutrido la vida espiritual de tantas generaciones de fieles católicos. El Santo Padre quiere conservar los inmensos tesoros espirituales, culturales y estéticos ligados a la liturgia antigua. La recuperación de esta riqueza se une a la no menos preciosa de la liturgia actual de la Iglesia».

En los meses que siguieron a la promulgación del Motu proprio, el Cardenal Castrillón Hoyos concedió varias entrevistas sobre el tema, teniendo en cuenta también algunas interpretaciones demasiado restrictivas del documento, como ciertas reacciones poco favorables a su implementación. En una de esas entrevistas, el Cardenal insistía en que «por medio del Motu Proprio Summorum Pontificum el Papa ofrece a todos los sacerdotes la posibilidad de celebrar la Misa también en la forma tradicional y a los fieles de ejercitar el derecho de tener este rito cuando hay las condiciones especificadas en el motu proprio». Señalaba también que el Papa ofrece a la Iglesia una riqueza que es espiritual, cultural, religiosa y católica, que incluso prelados de las Iglesias ortodoxas, anglicana y protestante han agradecido y valorado. Reconocía que en el plano personal, «al retomar algunas veces el rito extraordinario, también yo he redescubierto la riqueza de la antigua liturgia que el Papa quiere mantener viva, conservando aquella forma centenaria de la tradición romana» (Entrevista de Gianluca Biccini al Cardenal Darío Castrillón. L’osservatore Romano, 28.III.2008).

Meses más tarde, en una conferencia de prensa realizada en Londres el 14 de junio de 2008, el Cardenal Castrillón expresaba con gran claridad y convicción cuál era el deseo del Santo Padre al respecto: «Permítanme decir esto claramente: el Santo Padre quiere que el antiguo uso de la Misa se convierta en algo normal en la vida litúrgica de la Iglesia, para que todos los fieles de Cristo –jóvenes y ancianos– puedan familiarizarse con los ritos más antiguos y extraer de ellos su belleza y trascendencia tangibles. El Santo Padre lo quiere tanto por razones pastorales como teológicas». A la pregunta de si sería del agrado del Papa ver a muchas parroquias normales ofrecer el rito gregoriano, su Eminencia respondió: «Todas las parroquias. No muchas, todas las parroquias, porque este es un regalo de Dios. Él ofrece estas riquezas, y es importantísimo para las nuevas generaciones conocer el pasado de la Iglesia. Este tipo de culto es tan noble, tan bello, la manera teológica más profunda de expresar nuestra Fe. El culto, la música, la arquitectura, la pintura, hacen un todo que es un tesoro. El Santo Padre desea ofrecer a toda la gente esta posibilidad, no sólo para algunos grupos que lo requieran, sino para que todos conozcan esta forma de celebrar la Eucaristía en la Iglesia Católica».

A su vez, el Cardenal Antonio Cañizares, llamado el 2009 a presidir la Sagrada Congregación para el Culto Divino, consideraba que con la promulgación del Motu Proprio Summorum Pontificum, «la voluntad del Papa no ha sido únicamente satisfacer a los seguidores de monseñor Lefevbre, ni limitarse a responder a los justos deseos de los fieles que se sienten ligados, por diversos motivos, a la herencia litúrgica representada por el rito romano, sino también, y de manera especial, abrir la riqueza litúrgica de la Iglesia a todos los fieles, haciendo posible así el descubrimiento de los tesoros del patrimonio litúrgico de la Iglesia a quienes aún lo ignoran» (Prólogo del Cardenal Cañizares al libro de Nicola Bux La Reforma de Benedicto XVI, 2009).

El Cardenal Malcolm Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto divino entre los años 2005-2009, y acérrimo defensor de las disposiciones litúrgicas del Papa Benedicto, en una carta dirigida a la Federación Internaciona Una Voce (FIUV) con ocasión de su 20 Asamblea General, también manifestaba su «firme convicción de que el Vetus Ordo representa en gran medida y de manera más satisfactoria, la forma que llaman mística y trascendente, para el encuentro con Dios en la liturgia. Por lo tanto, ha llegado el momento para nosotros de, no solo renovar la nueva liturgia a través de cambios profundos, sino también de alentar más y más la vuelta del Vetus Ordo, como un camino para la verdadera renovación de la Iglesia, que fue la que los Padres de la Iglesia, sentados en el Concilio Vaticano II, tanto desearon» (24-VIII-2011).

Los testimonios en esta línea podrían multiplicarse indefinidamente. Por ahora me limito a señalar que en la Instrucción Universae Ecclesiae (30 de abril de 2011) sobre algunos aspectos a tener en cuenta en la aplicación de Summorum Pontificum, se menciona como primera finalidad del Motu Proprio «ofrecer a todos los fieles la Liturgia Romana en el usus antiquor, considerada como un tesoro que hay  que conservar» (Nº 8, a), como también «ofrecer y asegurar el uso de la forma extraordinaria a quienes lo pidan» y «favorecer la reconciliación en el seno de la Iglesia».

Si el objetivo fundamental del Papa Benedicto XVI al promulgar el Motu Propio Summorum Pontificum era ofrecer una dádiva generosa a la totalidad de los fieles, resulta difícil comprender que vastos sectores de la Iglesia no se hayan sentido interpelados para nada por los requerimientos de este documento. Muchos han pensado que se trataba de algo que no les incumbía, y se han marginado de cualquier intento o iniciativa al respecto. No pocos pastores se han considerado totalmente eximidos de tomar alguna medida en orden a implementar las disposiciones del Papa contenidas en el Motu Proprio, como si se tratara de algo ajeno a su ministerio pastoral, al bien de las almas o al incremento de la religión. Sin embargo, tanto los textos del mismo Papa como las opiniones de sus más cercanos colaboradores, muestran claramente que Summorum Pontificum fue pensado y querido como un bien para toda la Iglesia y no solo para satisfacer las justas demandas de grupos restringidos de fieles. Parroquias y capillas deberían estar en condiciones de ofrecer como algo ordinario la Forma extraordinaria, y esta forma del rito romano debería ser familiar a cualquier persona que se prepara para el sacerdocio. Benedicto XVI siempre ha sido consciente de que la prohibición, al menos de facto, del Misal de San Pío V, editado por última vez en 1962, constituía una señal negativa en la vida litúrgica de la Iglesia, y los hechos le han dado la razón. Por lo mismo, en el 2007, consideró llegado el momento de volver a restablecer la antigua liturgia para bien de la Iglesia y de tantas personas amantes de lo noble y sagrado. En estos doce años, la forma extraordinaria se ha extendido por todo el mundo y sus frutos son bien patentes. Hoy podemos constatar con agradecimiento a Dios que el regreso de la Misa tridentina no tiene vuelta atrás: las generaciones más jóvenes la aprecian y valoran, la buscan y la aman.

lunes, 1 de julio de 2019

EL ALTAR, LUGAR SAGRADO

Misa de Requiem (Forma Extraordinaria)

En su reciente libro Le soir approche et déjà le jour baisse (Se hace tarde y el día ya declina), el Cardenal Robert Sarah nos ofrece una lúcida reflexión, inspirada en Guardini, sobre el altar como lugar sagrado por excelencia. La conciencia de lo que el altar representa debe mover al sacerdote a la reverencia y a la adoración. Al igual que Moisés frente a la zarza ardiente, en el altar también el sacerdote es llamado a descalzarse, a despojarse de toda actitud profana o mundana para estar santamente ante Dios.

* * *

«En Roma, sobre la puerta de la iglesia de Santa María in Campitelli, una inscripción nos recuerda con qué disposición de alma debemos entrar en un lugar sagrado. Se pueden ver allí, en letras negras sobre un fondo dorado, estas palabras del salmista: «Introibo in domum tuam Domine. Adorabo in templum sanctum tuum in timore tuo». Entraré en tu casa, Señor. En tu templo sagrado, te adoraré con temor. Creo que todos deberíamos recordar estas palabras al entrar en una iglesia. Los sacerdotes deberían llevarlas de modo particular en su corazón cuando suben al altar. Deben recordar que, en el altar, ellos están cara a Dios. En la misa, el sacerdote no es un profesor que imparte una lección sirviéndose del altar como de una tribuna donde el centro sería el micrófono y no la Cruz. El altar es el umbral sagrado por excelencia, el lugar del cara a cara con Dios» (Cardenal R. Sarah, Le soir approche et déjà le jour baisse, Fayard 2019, p. 54).