sábado, 15 de octubre de 2016

SANTA ISABEL DE LA TRINIDAD, UNA VIDA CONVERTIDA EN ALABANZA

Mañana, 16 de octubre, el Papa Francisco canonizará a la Bienaventurada Isabel de la Trinidad, una joven carmelita francesa que con solo 26 años alcanzó tal grado de madurez interior y sobrenatural, que bien puede ser contada entre los grandes místicos de la Iglesia. Pregonera de la inefable presencia de la Trinidad en el alma, ella misma nos revela lo que fue el gran sueño de su vida: convertir su entera existencia en una permanente alabanza de la gloria divina.

«Voy a hacerle una confidencia muy íntima, nos dice en una de sus cartas: mi mayor sueño consiste en ser “la alabanza de su gloria”. Esto lo he leído en San Pablo, y mi Esposo me ha hecho comprender que ésa era mi vocación aquí en el destierro mientras espero ir a cantar el Sanctus eterno en la ciudad de los santos. Pero eso exige una gran fidelidad, ya que, para ser alabanza de gloria, hay que estar muerta a todo lo que no sea El, para no vibrar más que al toque de sus dedos, y la miserable Isabel le hace algunas faenas a su Maestro. Pero El, como Padre tierno, la perdona, su mirada divina la purifica, y ella, como San Pablo, procura “olvidar lo que ha dejado atrás y lanzarse de lleno hacia lo que tiene por delante”. ¡Cómo se siente la necesidad de santificarse y de olvidarse de uno mismo para vivir por entero al servicio de la Iglesia…!» (Las páginas más bellas de sor Isabel. Ed. Monte Carmelo, Burgos 1999, p. 205)

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