San
Juan XXIII, cuya memoria celebra hoy la Iglesia, tuvo una gran devoción por San
Pío X. Con motivo de sus bodas de oro sacerdotales (agosto de 1954) el Papa
Juan, siendo aún Patriarca de Venecia, compuso esta piadosa oración a su santo
predecesor, tanto en la sede de Venecia como en la sede de Roma.
3 de septiembre de 1962. San Juan XXIII ora ante la urna de San Pío X, en la Basílica Vaticana
«El
día de mi primera misa extendiste tus manos sobre mi cabeza de nuevo sacerdote
arrodillado a tu paso en el Vaticano.
Conservé
siempre en el corazón el recuerdo de aquel gesto y de las suaves palabras,
llenas de augurios y bendiciones, que lo acompañaron.
Aquí
me tienes cincuenta años después. Tú, ciudadano de la Jerusalén celeste, gozas
en la gloria de los santos, y todo el pueblo cristiano te invoca.
El
humilde levita de un tiempo ocupa ahora la cátedra de San Marcos, en la que tú
te sentaste con tanto esplendor de doctrina, de virtud, de ejemplos.
Santo
Padre Pío X, en ti confío. No temo morir. No rehúyo el trabajo. Que tu brazo
poderoso me asista, y que todo cuanto me queda por hacer en la vida sirva para
edificación, bendición y alegría de estos queridísimos hijos de Venecia, hijos
tuyos y míos, con los que me es dulce vivir, pero más precioso aún y más grato
me es sacrificarme, en efusión de mansedumbre y de apostolado pastoral» (Juan XXIII, Diario del alma, Ed. Cristiandad, Madrid 1964. p. 466).
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