Francisco de Zurbarán. San Antonio Abad
Foto: wikipedia.org
En
su célebre Vita Antonii, San Atanasio
nos ha dejado un grandioso retrato de San Antonio Abad, uno de los más ilustres
eremitas de la historia de la Iglesia, muerto en el año 356, con más de 100
años. Entrenado en el rigor del desierto
y victorioso de las innumerables asechanzas que el demonio le tendía, en el
corazón de Antonio se albergó desde joven un profundo amor a la Iglesia y a su
fe. Como prueba de ello, Atanasio nos muestra la fortaleza con que Antonio siempre
rehuyó el trato con los herejes, pues «pensaba
y enseñaba que amistad y asociación con ellos perjudicaban y arruinaban su
alma».
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asuntos de fe, su devoción era sumamente admirable. Por ejemplo, nunca tuvo
nada que hacer con los cismáticos melecianos, sabedor desde el comienzo de su
maldad y apostasía. Tampoco tuvo ningún trato amistoso con los maniqueos ni con
otros herejes, a excepción únicamente de las amonestaciones que les hacía para
que volvieran a la verdadera fe. Pensaba y enseñaba que amistad y asociación
con ellos perjudicaban y arruinaban su alma. También detestaba la herejía de
los arrianos, y exhortaba a todos a no acercárseles ni a compartir su perversa
creencia. Una vez, cuando unos de esos impíos arrianos llegaron donde él, los
interrogó detalladamente; y al darse cuenta de su impía fe, los echó de la
montaña, diciendo que sus palabras eran peores que veneno de serpientes.
Cuando
en una ocasión los arrianos esparcieron la mentira de que compartía sus mismas
opiniones, demostró que estaba enojado e irritado contra ellos. Respondiendo al
llamado de los obispos y de todos los hermanos, bajó de la montaña y entrando
en Alejandría denunció a los arrianos. Decía que su herejía era la peor de
todas y precursora del anticristo. Enseñaba al pueblo que el Hijo de Dios no es
una creatura ni vino al ser "de la no existencia," sino que "Él
es la eterna Palabra y Sabiduría de la substancia del Padre. Por eso es impío
decir: 'hubo un tiempo en que no existía', pues la Palabra fue siempre
coexistente con el Padre. Por eso, no se metan para nada con estos arrianos
sumamente impíos; simplemente, 'no hay comunidad entre luz y tinieblas' (2 Co 6,14). Ustedes deben recordar que son
cristianos temerosos de Dios, pero ellos, al decir que el Hijo y Verbo de Dios
Padre es una creatura, no se diferencian de los paganos 'que adoran la creatura
en lugar del Dios creador' (Rm 1,25).
Estén seguros de que toda la creación está irritada contra ellos, porque
cuentan entre las cosas creadas al Creador y Señor de todo, por quien todas las
cosas fueron creadas" (Col
1,16).
Todo el pueblo se alegraba
al escuchar a semejante hombre anatemizar la herejía que luchaba contra Cristo.
Toda la ciudad corría para ver a Antonio. También los paganos e incluso los mal
llamados sacerdotes iban a la Iglesia diciéndose: "Vamos a ver al varón de
Dios," pues así lo llamaban todos» (San Atanasio, Vida de San
Antonio, c. 9).
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