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Sacra Liturgia
Presento
en dos partes la traducción castellana de un artículo de Lorenzo Bertocchi publicado
en Nuova Bussola Quotidiana. Se
trata de un buen resumen de la conferencia inaugural que dictó el cardenal Robert
Sarah en el marco del congreso Sacra Liturgia 2017, en Milán.
«DIABÓLICO QUIEN HA
ATACADO A BXVI: DESTRUYE LA IGLESIA»
Por Lorenzo Bertocchi
7-06-2017
Con
el discurso de apertura tenido ayer a las 17.30 h. por el cardenal Robert Sarah
se dio inicio a los trabajos del congreso internacional Sacra Liturgia: cuatro
días en que se verán ocupados relatores de todo el mundo. Este año el encuentro
se desarrolla en Milán, y el discurso pronunciado ayer en el Aula Magna de la Universidad
Católica por el actual prefecto de la Congregación para el Culto Divino era
particularmente esperado.
En
su discurso de bienvenida, monseñor Dominique Rey, obispo de Toulon, recordó el
epílogo que el papa emérito Benedicto XVI escribió para la edición alemana del
libro de Sarah, La fuerza del Silencio. Como sabemos, este breve texto de
Joseph Ratzinger ha hecho perder el norte a cierto personaje interesado en el
tema, que ha ido demasiado lejos en sus apreciaciones pesadas hacia la persona
de Benedicto XVI y el prefecto.
«Rezo
devotamente», ha dicho Sarah en el inicio de su discurso, «por los que tienen
el tiempo y la paciencia de leer atentamente este libro: que Dios los ayude a
olvidar la vulgaridad y bajeza usadas por algunas personas cuando se han
referido al “Prefacio” y a su autor, el Papa Benedicto XVI. La arrogancia, la
violencia del lenguaje, la falta de respeto y el desprecio inhumano por
Benedicto XVI son diabólicos y cubren la Iglesia con un manto de tristeza y
vergüenza. Estas personas destruyen la Iglesia y su naturaleza profunda. El
cristiano no combate contra nadie. El cristiano no tiene enemigos que derrotar.
Luego,
la intervención del cardenal se ha desarrollado tratando de focalizar el tema
tantas veces expresado por Joseph Ratzinger sobre el hecho que la Iglesia se
levanta y se cae con la liturgia. Para comprender esto ha llamado la atención
sobre tres preguntas: ¿Quién es Jesús?; ¿Cómo conocer a Jesucristo?; ¿Qué
significa ser cristiano?
NO SEPARAR EL CRISTO DE
LA HISTORIA DEL CRISTO DE LA FE
En
la liturgia «no estamos celebrando al “Jesús de la historia”, y tampoco “al
Cristo de la fe”. Reconocemos humildemente a Cristo resucitado, como Dios y Señor
nuestro. No viene desmitizado y alejado por todo aquello que se refiere a
nuestra fe: a pesar del valor académico de esta separación, no puede ser
considerada una empresa legítima en el culto de la Iglesia. Cuando celebramos
la Sagrada Liturgia, participamos en la adoración del Cristo hecho hombre por
nuestra salvación, plenamente humano y plenamente divino». Por tanto, ha
subrayado Sarah, «la liturgia no puede convertirse en mera celebración
fraterna, sino que tiene que convertirse en culto a Dios».
CRISTO SE ENCUENTRA EN
LA IGLESIA
Como
persona viva Cristo se encuentra en la Iglesia. «Nuestra relación con Cristo
parte de la única verdadera Iglesia que Él ha fundado para este fin. Como dice
el Papa Benedicto XVI: “Cristo lo descubrimos, lo conocemos como Persona
viviente, en la Iglesia. Ella es 'su Cuerpo'”. Hoy, ha añadido, «esta realidad
es negada porque se acoge a Jesús pero no a la Iglesia. El encuentro personal
es una semilla que no puede madurar y producir fruto por sí sola: tiene
necesidad de nutrirse de la vida de la Iglesia». Luego el cardenal ha hecho
referencia al llamado que Juan Pablo II hizo en Sidney, en 1996, dirigiéndose a
los bautizados: “Volved a casa”. Es cierto, en efecto, que muchos bautizados se
ausentan de la liturgia; esto es considerado por Sarah como «un permanente y
grave escándalo en la Iglesia que pone en peligro la vida eterna de ellos. Si
decimos a la gente que vuelva, debemos estar seguros que la Sagrada Liturgia
sea hecha como quiere la Iglesia».
En referencia a la así llamada “reforma de la reforma”, el cardenal ha dicho que «hace falta considerar esta cuestión con urgencia. En algunos ambientes existe una separación entre “viejo” y “nuevo” (rito); esta oposición no puede continuar. La liturgia no puede ser modificada según cada desarrollo eclesiológico. La Iglesia antes y después del Concilio no tiene dos identidades separadas».
En referencia a la así llamada “reforma de la reforma”, el cardenal ha dicho que «hace falta considerar esta cuestión con urgencia. En algunos ambientes existe una separación entre “viejo” y “nuevo” (rito); esta oposición no puede continuar. La liturgia no puede ser modificada según cada desarrollo eclesiológico. La Iglesia antes y después del Concilio no tiene dos identidades separadas».
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