Resumo
un breve y simpático artículo del padre Robert P. Imbelli, sacerdote de la
Arquidiócesis de Nueva York, aparecido en First Things, el pasado 6 de Junio.
Father
Imbelli cuenta que luego de celebrar con tanta solemnidad la gloriosa fiesta de
Pentecostés –«con música e incienso»–, al día siguiente su Breviario lo arroja
de sopetón a «la novena semana del Tiempo Ordinario».
«Inmediatamente
–comenta– me vino a la memoria la historia narrada por Peter Hebblethwaite en
su biografía de Pablo VI. El lunes después de Pentecostés de 1970, el Papa,
disponiéndose para celebrar la misa, quedó sorprendido al ver que se habían
puesto ornamentos verdes. Perplejo, preguntó: ¿Dónde están los ornamentos rojos
de la Octava de Pentecostés? Quedó consternado al saber que la Octava de
Pentecostés había sido abolida pasando por alto su autoridad».
Father
Imbelli sugiere que la restauración de esta Octava bien podría ser un modesto
comienzo para la Reforma de la Reforma: nos permitiría disfrutar y digerir «lente
ac suaviter», lenta y suavemente, la riqueza de esta festividad. En efecto, necesitamos más tiempo festivo para expresar nuestro gozo por la venida del
Espíritu Santo.
Mientras
esperamos ese día bendito, Father Imbelli nos sugiere un antídoto para evitar
la depresión por un término tan abrupto del tiempo pascual: «las sublimes
cantatas de Pentecostés de Johann Sebastian Bach. Hay cuatro para Pentecostés o
Domingo de Pentecostés, tres para el lunes de Pentecostés y dos para el martes
de Pentecostés.
John
Eliot Gardiner ha grabado todas las cantatas de Bach para el año litúrgico en
una serie de espléndidos álbumes con el sello de Soli Deo Gloria. No sólo son excelentes las actuaciones, sino que
cada álbum contiene los propios comentarios de Gardiner sobre las cantatas.
Estos comentarios no son solo musicalmente informativos, sino teológicamente
profundos».
Agradezco
a Don Roberto el buen humor de su artículo y la espléndida recomendación
musical que nos hace. También existe la posibilidad de acudir durante esa
semana a la forma extraordinaria del rito Romano: allí se encontrará intacta la
octava de Pentecostés con toda su riqueza litúrgica. Por estos caminos podremos
encontrar «justo lo que necesitamos para contrarrestar la monotonía del ‘Tiempo
Ordinario’».
Texto original: firstthings
Cómo nos interpreta el artículo.
ResponderEliminarAl respecto, pienso que más efectivo al propósito referido, si bien menos fácil, sería derechamente fomentar entre los sacerdotes la celebración del Santo Sacrificio según el Misal de san Juan XXIII durante los 8 días siguientes al domingo de Pentecostés.
Acá una de las cantatas: https://www.youtube.com/watch?v=rETHbd-Vb3k
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