Ofrezco la traducción castellana de un
sugerente artículo del Padre Giovanni Scalese, sacerdote
Barnabita, tomado de su propio e interesantísimo blog Senza peli sulla lingua y
titulado Pontificati virtuali. Vale la pena leerlo para no olvidar hasta
qué punto la manipulación mediática puede volver lo virtual en "real"
y lo real en "virtual".
PONTIFICADOS VIRTUALES
En los
días pasados me ha escrito desde Alemania (el último post ha sido tomado por Müsteraner Forum für Thelogie und Kirche,
por lo que ha tenido una cierta difusión en los países de habla alemana) una
señora que expresaba su consternación por la actitud tomada por los medios de
comunicación en relación al recién elegido Papa Francisco. “Todos se han
volcado en elogios hacia el nuevo Obispo de Roma. Pero, ¿dónde estaban en estos
ocho años? El Papa Benedicto fue crucificado desde el primero hasta el último
día, salvo cuando ha renunciado; entonces sí se han hecho sentir. El porqué de
tanto entusiasmo, ¿viene dado por el hecho de que el nuevo Papa lleva la cruz
de fierro, zapatos negros, pantalones negros?” La señora me pedía que le
explicara tan diverso enfoque adoptado por los medios en relación al Papa
Benedicto y al Papa Francisco.
He
salido al paso con una cita del Evangelio: “Bienaventurados
seréis cuando los hombres os aborrezcan, os excomulguen, y maldigan, y proscriban
vuestro nombre como malo por amor del Hijo del hombre. Alegraos ese día y
saltad de gozo, porque vuestro galardón será grande en los cielos. Del mismo
modo actuaron sus padres con los
profetas... Pero ¡ay de vosotros cuando todos los hombres hablen bien de
vosotros, porque del mismo modo actuaron sus padres con los falsos profetas".
(Lucas 6, 22-23; 26).
Además
del Evangelio, que permanece siempre válido, he continuado mi reflexión sobre
la pregunta de la señora: ¿cómo se explica que aquellos medios que durante ocho
años han seguido atacando a Ratzinger por cualquier motivo, hoy también por
cualquier motivo siguen elogiando a Bergoglio? Que existe una diferencia de
trato está patente a los ojos de todos. El miércoles pasado Rafaela,
refiriéndose al hecho de que el Papa Francisco en la audiencia general había
hablado solo en italiano, se preguntaba justamente ¿qué cosa habría ocurrido si
el Papa Benedicto, a partir de 2005 hubiese adoptado la misma costumbre?...Cuando
Benedicto XVI fue a Polonia (2006) fue criticado con aspereza por un
vaticanista porque había decidido tener los discursos y homilías en italiano.
Escribió, en efecto: “se esperaba que tomase lecciones de polaco”. Después del
primer mensaje Urbi et Orbe (Navidad
de 2005) hubo quien ironizó porque el Santo Padre había saludado solo en 33
lenguas, alrededor de la mitad que su predecesor. Cuando en los años sucesivos
llegó a batir todos los récores precedentes, nadie le hizo los debidos cumplidos.
Estamos por ver si mañana en los diarios los vaticanistas habrán hecho alguna
lectura sobre el hecho de que ayer el Papa Francisco ha dado los saludos
solamente en italiano. Yo tengo mis dudas, aunque estoy seguro que será otra
ocasión más para elogiar al nuevo Papa, a quien gusta la simplicidad y el
contacto directo con la gente. También habrá alguno que quiera hacer una
lectura teológica de esta novedad, afirmando que el Papa Bergoglio se siente
sobre todo Obispo de Roma y por tanto utiliza la lengua que se habla en Roma
(luego alguien tendrá que explicarme por qué hay que ir a buscar al Obispo de
Roma “al fin del mundo” e incomodar a
tantos Cardenales provenientes de tantas partes, cuando se podría hacer todo en
casa, con tantos buenos sacerdotes disponibles en la diócesis de Roma.
No sé
si han notado que, para los medios, cualquier gesto del Papa Francisco se
convierte en un acontecimiento: abraza a un niño o a un discapacitado, y
pareciera ser la primera vez que esto sucede, cuando los últimos Pontífices
estaban habituados a gestos similares, sin que nadie prestara mayor atención.
Cualquier cosa que diga, aún la más simple, se convierte en un oráculo. El otro
día escuché casualmente, no recuerdo si en la radio o en la televisión:
“Palabras fuertes aquellas del Papa Bergoglio: ¡debemos ayudarnos unos a
otros!”. Por favor, no me mal interpreten; no estoy criticando al Papa
Francisco ni comparando sus discursos con los del Papa Benedicto. Cada uno se
expresa a su manera; hay necesidad tanto de la lección magistral como de la
simple reflexión espontánea; todo tipo de intervención tiene su importancia,
según las circunstancias. Lo que me fastidia es la exageración de los medios.
Tengo
la impresión de que se está creando un pontificado virtual, en contraposición a
un también pontificado virtual precedente, de signo opuesto. Han sido
tres semanas en que nadie habla ya de pedofilia en la Iglesia; nadie habla de
los Vatileaks, ni de corrupciones en
la Curia Romana; tampoco habla nadie del IOR. ¿Todo resuelto? ¿Bastó elegir un
nuevo Papa para que se resolvieran automáticamente todos los problemas? Hay
aquí dos cosas: o todo era un montaje mediático de entonces, o bien todo es un
montaje mediático de ahora. No es posible que los problemas que parecían hacer
vacilar a la Iglesia, de un día para otro se hayan disuelto en la nada. Y
nótese bien que, dejando a un lado las tonterías que se dicen, hasta ahora no
se ha hecho ninguna reforma; el único nombramiento que ha tenido lugar es el
del nuevo arzobispo de Buenos Aires; sin embargo todo parece ir sobre rieles.
Parece que el problema era un solo: Joseph Ratzinger.
Sinceramente
me cuesta comprender el motivo de tanta aversión. Ciertamente él también ha
cometido errores (¿hay alguien que esté exento de hacerlo?). Personalmente
pienso que su mayor limitación ha sido la incapacidad de escogerse
colaboradores (basta ver cómo el cónclave anterior, formado por Cardenales
nombrados por Juan Pablo II, lo prefirió a él antes que a Bergoglio; mientras
que este cónclave, compuesto en buena parte por Cardenales creados por él,
prefirió al que había sido entonces su “rival”).
El Papa Ratzinger, que bien conocía los mecanismos de la Curia, se rodeó de hombres de carrera que, en el momento
oportuno, le volvieron las espaldas. Otra crítica que se le podría hacer es que
no ha sido capaz de realizar las reformas que se había propuesto: sobre todo la
reforma de la Curia Romana; después la “reforma
de la reforma” en el campo litúrgico; finalmente la reconciliación con los
lefevristas. Pero, por otra parte, ¿cómo habría podido realizar tales reformas
sin la ayuda de sus colaboradores?
En todo
caso, esta o aquella crítica, no justifican la aversión de los medios frente a
Ratzinger. Debe existir otro motivo que se nos escapa. Alguien ha sugerido la
hipótesis de que su “pecado original”
estaría en su origen alemán. No lo sé: Alemania ha sido quizá el país donde más
se le ha hostigado ¿Quizá su culpa principal ha sido ser tradicionalista?
Algunos años atrás escribí un post donde sostenía que Ratzinger quizá siempre
ha permanecido fundamentalmente como “liberal”.
Francamente es difícil encontrar el motivo real por el que durante ocho años
(sin contar los años precedentes), los medios se han ejercitado en el tiro al
plato contra el Papa Benedicto.
Sin
embargo, estoy convencido de que la actitud que los medios han tenido frente a
Ratzinger, en cualquier momento podrían asumirla también frente a Bergoglio. Si
estuviera en el papel del Papa Francisco no dormiría tranquilo: jamás fiarse de
los aduladores; de un día para otro podrían volverse en contra. No sé si lo han
advertido, pero ya se han lanzado algunas advertencias mafiosas: la primera, de
haber apoyado la dictadura militar; ahora, de haber adherido a la “Guardia de
Fierro” (por no hablar de la película, de 2012, pero que ahora ha llegado a
Italia, Mea máxima culpa). No sirve
de nada que después Introvigne, o algún otro por él, pretenda demostrar la
inconsistencia de tales acusaciones: en el momento en que el New York Times decide lanzar un ataque,
no hay santo que se mantenga en pie; puede ser todo absolutamente falso, pero
el simple hecho de que una misma acusación vaya saltando de diario en diario,
la transforma en “verdad”. Y en tales
circunstancias, incluso el testimonio de los Premios Nóbeles se vuelve
superfluo; lo que entonces cuenta es lo que dicen los medios: una verdad
virtual, como virtual es
el mundo en que
vivimos.
Fuente: http://querculanus.blogspot.com/
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