La escasa disminución del
número de católicos en Chile durante la última década ciertamente no es motivo de
alegría, pero nos deja más tranquilos frente a encuestas particulares u
opiniones episcopales que vaticinaban una baja más severa que las cifras
oficiales arrojadas por el último censo. Mientras en 2002 un 69,9% de la
población se declaraba católica, hoy lo hace un 67,4%, es decir, cerca de 2,5 puntos
porcentuales menos. Esta baja es pequeña si la comparamos con los 11 puntos
porcentuales que bajó la población católica en Chile durante el último cuarto
del siglo XX (1975 -2000). Se confirma así la tesis de que los intentos de politizar
la fe o desvirtuar los fines sobrenaturales específicos de la Iglesia, suelen
provocar una estampida mucho mayor de fieles que las tristes miserias que han acompañado la vida de algunos de sus ministros.
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