El Motu Proprio Summorum Pontificum, por el que su
Santidad Benedicto XVI liberalizó la celebración del antiguo rito romano, se
contará sin duda entre los hitos más señalados de su Pontificado. Pero este búho no
era del todo consciente que omnia bona
pariter cum illa, es decir, que muchas otras cosas buenas llegarían a la
Iglesia juntamente con esta libertad para el uso del viejo Misal. Hoy me quiero
referir solo a uno de esos frutos per accidens
o concomitantes que han beneficiado a la Iglesia gracias a esta iniciativa papal.
Ya durante el desarrollo del Concilio, y mucho más en los años posteriores, se
habló de modo despectivo del centralismo romano, de que los obispos debían
tener una mayor responsabilidad en el gobierno de la Iglesia universal, siendo que apenas podían con sus propias diócesis, que la
excesiva centralización de poder en la Curia Romana podría volverse una
amenaza a la libertad e independencia que era deseable para las iglesias particulares,
conferencias episcopales y demás organismos locales. Con el Motu Proprio Summorum Pontificum, se desveló el mito que se escondía en tales opiniones. Quedó en evidencia
que el Romano Pontífice, lejos de ejercer un poder despótico, es el garante de la auténtica libertad en la Iglesia universal contra todo posible abuso de poder de las curias diocesanas sobre sus fieles. Durante
estos cinco últimos años hemos sido testigos de auténticas persecuciones de
Obispos, vicarios, párrocos y organismos paraeclesiásticos que parasitan en
torno a las curias, por frenar y hacer la vida imposible a sacerdotes y
fieles que deseaban la celebración del rito extraordinario. Gracias a Dios,
poco a poco van cediendo rendidos ante el hecho de esa ola hermosa y mansa de
piedad litúrgica -que eso es el rito tradicional- que se extiende cada día más
por todo mundo. Entonces el búho experimentó en la realidad de los hechos que donde está Pedro, está la Iglesia y también la libertad; y que distanciarse de Pedro es acercarse peligrosamente a la tiranía. Exactamente lo contrario de lo que pretendían inculcarnos.
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