sábado, 12 de enero de 2013

EL BAUTISMO DEL SEÑOR


  “Así, pues, un tal día como hoy el Señor Jesús vino a bautizarse y quiso que el agua bañase su santo cuerpo.
  No faltará quien diga: Si era santo, ¿por qué quiso ser bautizado?» Escucha, pues, lo siguiente: Cristo se hace bautizar, no para santificarse él por las aguas, sino para que las aguas sean santificadas por él, y para purificarlas mediante el contacto de su cuerpo. Pues la consagración de Cristo es la consagración completa del agua.
  Y así, cuando se lava el Salvador, se purifica toda el agua necesaria para nuestro bautismo, y queda limpia la fuente, para que pueda luego administrarse a los pueblos que habían de venir a la gracia de aquel baño. Cristo, pues, se adelanta mediante su bautismo, a fin de que los pueblos cristianos vengan luego tras él con confianza”. (San Máximo de Turín, Sermón 100, en la Sagrada Epifanía, 1, 3)


"El bautizado recupera el primitivo estado de gracia perdido por el pecado, porque se hace partícipe de los sufrimientos de la pasión de Cristo, como si él mismo los hubiese soportado al hacerse, por el sacramento, miembro suyo”. (Santo Tomás de Aquino, S. Th. III q.69, a.2, ad 1)




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