martes, 15 de enero de 2013

TOMÁS DE AQUINO Y LOS BIENES DE LA FE

Un año antes de su muerte y de regreso en su querida Nápoles, Santo Tomás predicó en vernáculo napolitano una serie de sermones que por su amorosa frescura preludian su ya cercano encuentro con Dios. Entre los temas elegidos está el Credo o símbolo de los apóstoles cuya lectura parece recomendable para este año de la Fe. El Prólogo a estos sermones comienza así: La primera cosa necesaria al cristiano es la fe, sin la cual nadie puede llamarse fiel cristiano. Afirmación breve y contundente situada en las antípodas de los delirios modernos de la existencia de cristianos anónimos, es decir, sin fe. A continuación el Angélico sostiene que la fe nos proporciona cuatro grandes bienes: 
Primero: Por la fe, el alma se une a Dios: pues por la fe el alma cristiana celebra como una especie de matrimonio con Dios: "Te desposaré conmigo en la fe" (Os 2, 20).

Segundo: Por la fe se incoa en nosotros la vida eterna: pues la vida eterna no es otra cosa que conocer a Dios. Dice el Señor: " Esto es la vida eterna, que te conozcan a ti único Dios verdadero" (Jn 17,3).

Tercero: La fe dirige la vida presente. Para que el hombre viva bien, ha de tener los conocimientos necesarios para vivir bien...Pero la fe enseña todo lo necesario para vivir bien: que hay un solo Dios, que premia a buenos y castiga a los malos; que existe otra vida, etc., ...por eso dice Isaías"La tierra está llena del conocimiento del Señor" (Is 11,9).

Cuarto: Con la fe venceremos las tentaciones: "Los santos por medio de la fe vencieron reinos" (Heb 11,33).

Y para consuelo y gozo de los creyentes copio este párrafo del mismo prólogo: 

Es evidente; ningún filósofo antes de la venida de Cristo, aun con todo su esfuerzo, pudo saber acerca de Dios y de las cosas necesarias para la vida eterna lo que después de su venida sabe cualquier viejecilla por medio de la fe. 

Santo Tomás de Aquino,  (Exposición del Símbolo de los Apóstoles, Prólogo).





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