miércoles, 16 de abril de 2025

LA PASIÓN DE CRISTO EN LA PINTURA. PRENDIMIENTO Y TRAICIÓN

El Prendimiento de Cristo
 Anton Van Dyck (1599 - 1641)

El beso de un discípulo es ahora la señal acordada para traicionar al Maestro y entregarlo en manos de sus enemigos. Por treinta miserables monedas, que dentro de poco deberá arrojar como carbones encendidos que queman su alma y sus manos, Judas ha decidido abandonar a su Maestro. El salmista ya había profetizado este dolor profundo de Cristo durante su prendimiento en el huerto: «Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría; si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él; pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad» (Ps, 54, 13-15).

Este inaudito episodio de la vida de Nuestro Señor, en el umbral mismo de su Pasión redentora, también ha quedado inmortalizado en telas de grandes pintores como Caravaggio y Van Dick. En ellas la figura de Cristo, que irradia paz y misericordia, contrasta con la furia y agitación de sus captores. 

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Breve comentario espiritual. «Prendieron a Jesús y lo ataron (Io 18,4). ¿Pero qué es lo que veo? ¡un Dios maniatado!, comenta San Alfonso María de Ligorio. Y añade más adelante: «Mira, alma mía, cómo mientras unos le cogen y le atan las manos, le injurian otros y le hieren, el inocente Cordero se deja maniatar y herir a gusto de sus verdugos; no pretende huir, ni pide socorro ni se lamenta de tantos baldones recibidos, ni pregunta por qué así le maltratan. En aquel momento se cumplió la profecía de Isaías que dijo: Se ofreció a la muerte porque Él mismo lo quiso, y no abrió su boca; será llevado a la muerte como oveja al matadero» (Is 53, 7).

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Breve comentario iconográfico. «En la oscuridad del monte de los Olivos, Jesús recibe el beso que consuma la traición de Judas, mientras Pedro con su espada corta la oreja a Malco, criado del Sumo Sacerdote, según describe el relato evangélico. Esta obra corresponde a la producción juvenil de Van Dyck, inspirada directamente en modelos venecianos. El bajo punto de vista y la utilización de un único foco de luz contribuyen a lograr una gran intensidad dramática, muy apropiada para el acontecimiento». 

«Van Dyck sigue con bastante fidelidad el relato del Prendimiento de Cristo que hacen los evangelistas: la multitud de soldados y sacerdotes que van a buscarle, las linternas, antorchas y armas que llevan, el beso de Judas, el momento en que Pedro corta la oreja al criado del Sumo Sacerdote. 

El pintor destaca la ondulante energía de la agresiva muchedumbre, cuyos gestos y tosquedad física se oponen a la contenida serenidad y la idealizada belleza de Cristo, tal y como recogen los Evangelios, que hacen hincapié en la tranquilidad de Jesús frente a la violencia que le rodea, especialmente cuando recrimina a Pedro que use la violencia contra Malco, el criado del Sumo Sacerdote». Muy expresiva me parece la mirada que Jesús dirige a Judas: traslada fielmente a la tela las palabras que brotaron de sus labios: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? (Lc 22, 48). Compasión y decepción a la vez.


Fuente: museodelprado.es


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