jueves, 17 de diciembre de 2020

ORANDO CON LAS ANTÍFONAS DEL ADVIENTO. ¡OH SABIDURÍA!


Prope est iam Dominus: venite adoremus, el Señor está ya cerca, venid adoremos, nos hace repetir la liturgia de la Iglesia en estas últimas ferias del tiempo de Adviento. Hoy comienzan también las siete grandes antífonas llamadas «O», que son un apremiante suspiro para que venga el Mesías, cuyas prerrogativas y títulos gloriosos proclaman. Estas antífonas encierran en sí todo el espíritu del Adviento y son un magnífico compendio de la cristología más antigua de la Iglesia. En su conocida obra El Año Litúrgico, Dom Gueranger nos ha dejado un comentario piadoso a cada una de ellas que deseo publicar en días sucesivos.

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Oh Sabiduría, que saliste de la boca del Altísimo, que tocas de una extremidad a la otra y dispones todas las cosas con fuerza y dulzura al mismo tiempo: ven a enseñarnos los caminos de la prudencia. (Antífona del 17. XII)

«¡Oh Sabiduría increada, que vais a haceros pronto visible al mundo, cuán bien aparece en estos momentos que todo lo gobiernas! He aquí que por tu permisión divina, va a salir un edicto del emperador Augusto, para empadronar al mundo. Todos los ciudadanos del Imperio deberán acudir a su ciudad de origen. En su orgullo, creerá el emperador haber conmovido en favor suyo a todo el género humano. Agítanse los hombres por todas partes a millones, y atraviesan en todos los sentidos el inmenso imperio romano; piensan que obedecen a un hombre y es a Dios a quien obedecen. Todo ese gran movimiento no tiene más que una finalidad: la de llevar a Belén a un hombre y a una mujer que tienen su humilde morada en Nazaret de Galilea; para que la mujer desconocida de los hombres y amada del cielo, al concluir el mes noveno de la concepción de su hijo, le diese a luz en Belén, según lo anunciado por el Profeta: “Es su salida de los días de la eternidad: ¡Oh Belén, de ningún modo eres la más pequeña entre las mil ciudades de Judá, porque El saldrá de ti!” ¡Oh Sabiduría divina, cuán fuerte eres para conseguir tus fines de manera infalible, aunque oculta a la mirada de los hombres! ¡cuán suave para no forzar su libertad y cuán paternal previendo nuestras necesidades! Escogiste Belén para nacer en ella, porque Belén significa Casa de Pan. Con esto nos quieres demostrar que eres nuestro Pan, nuestro manjar, nuestro alimento de vida. Nutridos por un Dios, no podremos ya morir. ¡Oh Sabiduría del Padre, Pan vivo bajado del cielo! ven pronto a nosotros, para que nos acerquemos a ti, y seamos iluminados por tus destellos; concédenos esa prudencia que conduce a la salvación» (Dom Prospero Gueranger, El año litúrgico, I, Burgos 1952, p.634).

O Sapientia, letra y melodía en gregoriano: www.youtube.com


 

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