viernes, 22 de mayo de 2020

UNA JUSTIFICADA INDIGNACIÓN

Fotografía del mismo artículo original


Reproduzco traducido al español un testimonio que, a modo de desahogo, publica Aldo Maria Valli en su blog Duc in Altum. Valli, conocido escritor y comunicador italiano, protesta contra el abusivo protocolo que los obispos italianos han suscrito con el gobierno para reabrir las iglesias al culto público. En ocasiones, sus columnas podrán parecer en exceso duras; no lo sé. Sí sé que son del todo sinceras: brotan del corazón de un hombre profundamente católico que carga con el dolor de contemplar la Iglesia abandonada y humillada por quienes más deberían guardarla y exaltarla. De aquí nuestra solidaridad.

Una palabra al día / Guante
Por Aldo Maria Valli

E
s difícil expresar en una sola palabra la mezcla de tristeza, indignación y consternación que siento cuando, durante la Santa Misa, veo al celebrante ponerse el guante de látex antes de distribuir el Santísimo Sacramento de la Eucaristía en las manos de los fieles.

Se podría hacer una larga lista de razones higiénicas, médicas, científicas, teológicas y jurídicas por las que esta práctica indigna (uso del guante, comunión en la mano) resulta simplemente grotesca, una deformación desde todos los puntos de vista, una degeneración de la que el Enemigo ciertamente se está regocijando.

Lo que no puedo entender es que la gran mayoría de los sacerdotes y fieles acepten todo esto sin pestañear e, incluso, encuentren razones para apoyar tal barbarie. ¿Y qué decir de los obispos?

Lo que está sucediendo confirma que una crisis de la fe y una crisis de la razón van de la mano y se alimentan mutuamente. Nos hemos vuelto locos en la medida en que hemos dejado de creer. Lo absurdidad del punto de vista higiénico y la profanación son dos caras de la misma moneda.

¿Cómo va Nuestro Señor a soportar el ultraje, ahora que con un guante hemos lanzado un reto tan indecente?

A.M.V.



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