Comparto
un texto de San Gregorio de Nisa que arroja una cálida y sublime luz sobre el
sentido cristiano de la vida como pertenencia a Cristo. En él, el santo de Capadocia
comenta el significado de los nombres de santificación
y redención que San Pablo atribuye a
Cristo (cf. 1 Cor 1, 30), y su natural
consecuencia para quienes por la condición de cristianos participan también de
los nombres de su Señor.
«Y
|
si consideramos a Cristo como santificación nos mostraremos
verdaderamente partícipes de su nombre, si nos abstenemos de toda acción y
pensamiento perverso e impuro y confesamos en nuestra vida con obras –no solo
de palabra– su poder de santificación.
Conociendo
que Cristo es redención porque se
entregó a sí mismo como precio por nosotros, comprenderemos por esta afirmación
que Él nos hizo propiedad suya a nosotros, rescatados por Él de la muerte con
el precio de su vida, dándonos la inmortalidad como un don precioso de cada
alma. Si, pues, nos hemos convertido en propiedad de quien nos ha redimido,
miremos de tal forma a Quien es nuestro dueño, que ya no vivamos para nosotros
mismos, sino para Aquel que nos compró con el precio de su vida. Por esta razón
no somos ya más nuestros dueños, sino que somos posesión de Aquel que es nuestro
señor porque nos ha comprado. En consecuencia, la voluntad de quien es nuestro
señor será la ley de nuestra vida» (San Gregorio de Nisa, Sobre la vocación cristiana, Ciudad
Nueva 1992, p. 61-62).
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