jueves, 21 de septiembre de 2017

MATEO, SEDUCIDO POR UNA MIRADA

Niccolò Tornioli, Vocación de San Mateo (1635-1637) 
Foto wikipedia.org

  Copio este texto de un hermoso libro sobre Jesús, publicado recientemente, en el que de manera sucinta se refiere la vocación de Mateo, apóstol y evangelista. Con sencillez y maestría, el autor destaca el papel decisivo de la mirada de Cristo a la hora del llamamiento: Cristo llama no solo con su palabra imperiosa, sino también con su mirada misericordiosa.

«H
ay algo muy sobrenatural en estas primeras llamadas, claramente divinas, que movían a seguir a Jesús y a confesar su identidad celestial sin mayores trámites. Le bastaba una simple palabra, acompañada de una mirada singularísima, para arrebatar los corazones de aquellos llamados de la primera hora, no para ser discípulos, sino para llegar a contarse entre los doce apóstoles.
  La llamada de Mateo fue muy diferente, porque Mateo era una persona diferente. No era un pescador o un labriego de Galilea, sino un hombre rico, y con fama de pecador público: un publicano. Su nombre de origen era Leví, y estaba sentado en su oficina de tributos.
  Pasó Jesús por allí, lo miró y le dijo simplemente: ¡Sígueme! Él, dejando todos sus bienes, lo siguió de inmediato. Solo nos cabe pensar, una vez más, en los ojos imperativos y en la mirada ardiente de Jesús, para explicarnos esta renuncia y este seguimiento instantáneo.
  Tal fue el entusiasmo de Mateo, que ofreció a Jesús una comida o cena, a la que invitó a sus amigos, que eran como él, publicanos y pecadores, para nuevo escándalo de los fariseos. La respuesta de Jesús fue este conmovedor enunciado de su misión en la tierra: Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (José Miguel Ibáñez Langlois, Jesús, Ed. El Mercurio, Santiago de Chile 2017, p. 61-62).

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