«La aparición de la
Virgen en el mundo fue como la llegada de la aurora que precede al sol de la
salvación, Cristo Jesús, como el florecimiento sobre la tierra, llena del fango
del pecado, de la más hermosa flor que haya brotado en el devastado jardín de la
humanidad» (Beato
Pablo VI, Homilía 8–IX–1964).
«Que todas las cosas
creadas canten y dancen de alegría, y contribuyan
adecuadamente a este día gozoso. Que hoy sea una y común la celebración del cielo y de la
tierra, y que cuanto hay en este mundo y
en el otro hagan fiesta de común acuerdo. Porque hoy ha sido creado y erigido
el santuario purísimo del Creador de todas
las cosas, y la criatura ha preparado a su Autor un hospedaje nuevo y apropiado». (San Andrés de Creta, Sermón
en la Natividad de la Siempre Virgen María)
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