«Ocupaos
siempre en algún trabajo, para que el demonio nunca os halle ocioso, y así no
tenga entrada en vuestra alma»
«Siempre
esté en vuestra mano la Sagrada Escritura»
«Ningún
arte se puede aprender sin maestro»
«Las
mujeres conozcan vuestro nombre, pero ignoren vuestro semblante»
«Haced
oración a menudo e, inclinando el cuerpo a la tierra, enderezad y levantad el
corazón al Cielo»
«Cuando
enseñareis o predicareis en la iglesia, sea tal la doctrina que más provoque lágrimas
que aplausos y aclamaciones. Las
lágrimas de los oyentes sean vuestras alabanzas»
«Si
deseáis cosas aún más perfectas, salid como Abrahán de vuestra tierra y de vuestra
parentela, y caminad a donde no sabéis»
«Cuerpo
y alma se encaminen juntos al Señor»
«Os
aconsejo que viváis en compañía de varones santos y piadosos, que no os
conduzcáis por vuestra propias luces, y que no os engolféis sin guía en los
senderos en que jamás habéis andado»
«Las
pláticas del sacerdote estén siempre saboreadas con la lectura de las
Escrituras»
«Estad
sujeto a vuestro obispo y reverenciadle como a padre de vuestra alma… Pero también
los obispos deben considerar que son sacerdotes y no amos; y así deben honrar a
los clérigos, para que los clérigos los honren a ellos como obispos…»
«Más
vale confiar en el Señor que en el hombre y mejor es esperar en el Señor que en
los príncipes»
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