Hacia
el final de su opúsculo espiritual La
vida mística o tratado de la pasión del Señor, San Buenaventura pone en
labios de Cristo, como resumen de lo que nos ha querido enseñar con su pasión y
cruz, esta conmovedora súplica: «Premia mi Encarnación y Pasión,
entregándote todo a mí. Por ti me encarné, por ti padecí. Yo me di a ti; date tú
a mí». Luego cierra su escrito con esta oración humilde y encendida:
«¡Oh
dulcísimo buen Jesús! Padre de las
lumbres de quien procede toda dádiva
buena y doto don perfecto (Sant
1, 7), mira con ojos de misericordia a los que humildes te confesamos, a
nosotros que verdaderamente sabemos que nada podemos hacer sin Ti; Tú, que te
diste en precio de nuestro rescate, haz que, aunque menos dignos de tanto
precio, nos rindamos a tu gracia íntegramente, perfectamente y en todo; y así
conformados a la imagen de tu pasión, recobremos también aquella que perdimos
pecando, la imagen de tu divinidad. Por nuestro Señor. Amén». (San
Buenaventura, en Diez opúsculos místicos,
Buenos Aires 1947, p. 347)
No hay comentarios:
Publicar un comentario