«Queridos sacerdotes, intentad redescubrir la Misa tradicional»
Publicamos en español un extracto de la homilía que Don Rinaldo Bombardelli, sacerdote italiano rector de la iglesia de
la Santissima Annunziata en Trento, pronunció
el pasado 29 noviembre de 2016. El padre Bombardelli celebra todos los domingos
y fiestas de precepto la Misa tradicional en dicho templo. El texto íntegro de la homilía ha
sido publicado en la Carta n° 575, del 2 de enero de 2017 por Paix liturgique.
Fuente: paixliturgique.
Hermanos
y Hermanas:
«Nuestra
hermosa fe católica nos ofrece la posibilidad de poder escuchar la palabra viva
del Evangelio, por medio del magisterio milenario de la Iglesia, en la firmeza
de la doctrina, por la gracia de los sacramentos, la oración y la liturgia.
Y a propósito de liturgia, precisamente en esta iglesia dedicada a María Santísima
de la Anunciación, en Trento, –y sin
ocultar una pizca de orgullo por pertenecer a esta iglesia de Trento que ha
tenido el honor de hospedar, a pocos metros de dónde os estoy hablando, uno de
los más grandes concilios de la historia de la Iglesia, el Concilio de Trento,
concilio que ha llevado a cabo una inmensa reforma en la Iglesia protagonizada
por una multitud de Santos y Santas–, tenemos la gracia de poder celebrar aquí
todos los domingos la Santa Misa según el rito antiguo.
Ahora bien, esta liturgia contiene, en sus silencios, en su carácter sagrado, en la
centralidad que otorga al Sacrificio de Jesús sobre la Cruz, la respuesta a
aquel Quærere Deum, ese buscar a Dios,
al que me refería al principio. Es una liturgia que atrae mucho a los jóvenes,
aunque esto pueda parecer increíble.
En
realidad, y aquí me permito dar un consejo a mis hermanos sacerdotes que ahora
me escuchan: nosotros hemos intentado de muchos modos atraer a las jóvenes
generaciones a la iglesia y la Santa Misa. Recuerdo de pequeño las “misas
beat”, después también las “misas rock” o las misas caracterizadas por particulares
y hasta extravagantes modos de atraer a los jóvenes. Lo hemos hecho de buena
fe, quizá con grandes expectativas pero que a menudo nos han dejado
decepcionados.
Queridos
hermanos sacerdotes, intentad redescubrir la Santa Misa antigua que, además de
ser un extraordinario alimento para nuestra espiritualidad sacerdotal, ella
también atrae, y mucho, a los jóvenes. Sucede en todo el mundo, y también aquí.
¿Por qué no debería suceder también entre vosotros?
El
mundo necesita de Dios. Las naciones buscan a Dios. La Iglesia puede y debe
ofrecer a Dios. Es nuestra tarea, es nuestro preciso deber, y al mismo tiempo
es la alegría que llena nuestra vida. Esa alegría que tiene un nombre preciso:
Jesucristo, el Hijo de María Santísima».
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