Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona y Emperatriz de las Américas, transcurridos pocos años del descubrimiento del nuevo continente, con sus apariciones en 1531 a su humilde "Juanito, el más pequeño de mis hijos", quizo ponerse al frente y tomar bajo su custodia una de las empresas más sublimes de la historia de la Iglesia: la evangelización de América. El búho escrutador, especie que suele morar por estas tierras, mira agradecido a la madre patria de España porque no ahorró esfuerzo alguno por darnos su alma y su cultura profundamente católica.
A esta Soberana Emperatriz pedimos que no cese de proteger a este continente, que tanto la venera y ama, de todos los intentos que se promueven, a veces y por desgracia desde el interior mismo de la Iglesia, por pervertir la auténtica y sencilla fe de nuestros pueblos.
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