En
este texto San Gregorio Nacianceno nos invita a considerar la infinita
liberalidad del Creador para con nosotros. Y ante este sublime paradigma,
nuestro corazón se sentirá movido a mostrarse espléndido y generoso con
el prójimo necesitado.
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de dónde te viene que existas, que tengas vida, inteligencia y sabiduría, y, lo
que está por encima de todo, que conozcas a Dios, tengas la esperanza del reino
de los cielos y aguardes la contemplación de la gloria (ahora, ciertamente, de forma
enigmática y como en un espejo, pero después de manera más plena y pura);
reconoce de dónde te viene que seas hijo de Dios, coheredero de Cristo, y,
dicho con toda audacia, que seas, incluso, convertido en Dios. ¿De dónde y por
obra de quién te vienen todas estas cosas?
Limitándonos
a hablar de las realidades pequeñas que se hallan al alcance de nuestros ojos,
¿de quién procede el don y el beneficio de que puedas contemplar la belleza del
cielo, el curso del sol, la órbita de la luna, la muchedumbre de los astros y
la armonía y el orden que resuenan en todas estas cosas, como en una lira?
¿Quién
te ha dado las lluvias, la agricultura, los alimentos, las artes, las casas,
las leyes, la sociedad, una vida grata y a nivel humano, así como la amistad y
familiaridad con aquellos con quienes te une un verdadero parentesco?
¿A
qué se debe que puedas disponer de los animales, en parte como animales
domésticos y en parte como alimento?
¿Quién
te ha constituido dueño y señor de todas las cosas que hay en la tierra?
¿Quién
ha otorgado al hombre, para no hablar de cada cosa una por una, todo aquello
que le hace estar por encima de los demás seres vivientes?
¿Acaso
no ha sido Dios, el mismo que ahora solicita tu benignidad, por encima de todas
las cosas y en lugar de todas ellas? ¿No habríamos de avergonzarnos, nosotros,
que tantos y tan grandes beneficios hemos recibido o esperamos de él, si ni
siquiera le pagáramos con esto, con nuestra benignidad? Y si él, que es Dios y
Señor, no tiene a menos llamarse nuestro Padre, ¿vamos nosotros a renegar de
nuestros hermanos?» (San Gregorio Nacianceno, Sermón 14, sobre el amor a los
pobres, 23-25. PG 35, 887-890).
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