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Breve texto de San
Bernardo que refleja la premura de su caridad para con las almas del purgatorio:
«Tres
son los lugares a que van las almas de los muertos según sus méritos
respectivos: el infierno, el purgatorio y el cielo. Al infierno los impíos, al
purgatorio los que deben purificarse, al cielo los perfectos...
Los
primeros no merecen ser rescatados y los últimos ya no lo necesitan. Por eso
nos compadecemos de los que están entre unos y otros, pues nos une a ellos el
vínculo de nuestra humanidad...
Me
apresuraré a ir en su socorro; me interesaré por ellas con suspiros, imploraré
su perdón con mis penitencias, intercederé por ellas con mis súplicas y satisfaré
por ellas con el incruento Sacrifico; para ver si consigo de esta suerte que el
Señor se digne aceptar estos sufragios y juzgue oportuno aplicárselos, trocando
su trabajo en descanso, su miseria en riqueza y su aflicción en corona de
gloria sempiterna. Con estos sufragios e intercesiones y otros parecidos
podemos abreviar sus tormentos, poner término a su cautiverio y destruir la
pena que merecen. Recorre, pues, alma fiel, quienquiera que seas, recorre
aquella región de la expiación, y observa lo que allí se hace y padece; y en
este mercado haz tus provisiones de afectos de compasión, que te inspiren
aplicar a aquellas almas toda clase de sufragios» (San Bernardo, Sermones varios, sermón 42, 5).
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