Santa Teresa de Jesús de
los Andes (1900-1920)
Primera santa chilena
El
12 de abril de 1920, con tan solo 19 años, Santa Teresa de los Andes dejaba este mundo para unirse definitivamente a su divino Esposo. «Sólo Jesús es hermoso.
El sólo puede hacerme gozar», escribe esta joven carmelita que en poco tiempo el
amor de Cristo parece haber enloquecido. Su célebre frase: «Jesucristo, ese loco de
amor que me ha vuelto loca», compendia admirablemente su corta vida. Y esa misma
locura de amor desearía ella contagiar a todas las almas cantando las bondades
del Amado:
«¿Hay
algo bueno, bello, verdadero que podamos concebir que en Jesús no esté?
Sabiduría, para la cual no hay nada secreto; poder, para el cual nada existe
imposible; justicia, que lo hace encarnarse para satisfacer por el pecado;
providencia, que siempre vela y sostiene; misericordia, que jamás deja de
perdonar; bondad, que olvida las ofensas de sus criaturas; amor, que reúne
todas las ternuras de una madre, del hermano, del esposo y que, haciéndolo
salir del abismo de su grandeza, lo liga estrechamente a sus criaturas;
belleza, que extasía... ¿Qué otra cosa imaginas que no esté en este Hombre-
Dios?
¿Temes
acaso que el abismo de la grandeza de Dios y el de tu nada jamás podrán unirse?
Existe en Él el amor; y esta pasión lo hizo encarnarse para que viendo un
Hombre-Dios, no temieran acercarse a Él. Esta pasión hízolo convertirse en pan,
para poder asimilar y hacer desaparecer nuestra nada en su Ser infinito. Esta
pasión le hizo dar su vida, muriendo muerte de cruz.
¿Temes
acercarte a Él? Míralo rodeado por los niños. Los acaricia, los estrecha contra
su corazón. Míralo en medio de su rebaño fiel, cargando sobre sus hombros a la
oveja infiel. Míralo sobre la tumba de Lázaro. Y oye lo que dice a Magdalena:
Mucho se le ha perdonado porque ha amado mucho. ¿Qué descubres en estos rasgos
del Evangelio, sino un corazón bueno, dulce, tierno, compasivo, un corazón, en
fin, de un Dios? Él es mi riqueza infinita, mi beatitud, mi cielo» (Santa
Teresa de los Andes, Diario y cartas,
Los Andes 1983. Texto recogido en el oficio de lectura de su fiesta, 13 de
julio).
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