jueves, 11 de julio de 2019

SACERDOCIO Y CELIBATO. ENTREVISTA A MONS. DE GERMAY

Mons. Olivier Germay, Obispo de Ajaccio

Extracto de una entrevista de Monseñor Olivier Germay, Obispo de Ajaccio (Córcega-Francia), sobre el celibato y las vocaciones sacerdotales. En medio de tanta confusión, las respuestas lúcidas de Mons. Germay sobre el celibato y la sacralidad de la vida sacerdotal, resultan reconfortantes. He traducido el texto que ha publicado Riposte catholique.

«La crisis de las vocaciones es primeramente
una crisis de la transmisión de la fe»

Monseñor Olivier de Germay, obispo de Ajaccio, ha sido entrevistado por Ayemric Pourbaix para France catholique (ver aquí).

¿Es el celibato de los sacerdotes responsable de la escasez de sacerdotes?

No, yo pienso que la crisis de las vocaciones es, ante todo, una crisis del compromiso a largo plazo, que se constata también a propósito del matrimonio o en el mundo asociativo, y sobre todo una crisis de la fe. Cuando la práctica decae, las vocaciones decaen. La crisis de las vocaciones es ante todo una crisis de la transmisión de la fe.

¿Sería una solución la ordenación de hombres casados?

Es legítimo hacerse la pregunta, pero francamente no lo creo. La disminución de las vocaciones existe también en las Iglesias orientales e incluso en las Iglesias nacidas de la Reforma.

¿No hay un problema de desacralización del sacerdote?

Algunos piensan que la crisis de los abusos sexuales nos obliga a cuestionar el celibato de los sacerdotes. No hay que confundir las cosas. La crisis del abuso sexual es ante todo un fenómeno social que afecta muy mayoritariamente a hombres que no han elegido la castidad. Se dice que hay que desacralizar al sacerdote y convertirlo en un hombre como cualquier otro para evitar el clericalismo. Creo más bien que es verdadero lo contrario. Un sacerdote que vive solo en su presbiterio y que no se da una «regla» (al  estilo de los religiosos) para mantener la gracia de su consagración en el celibato, está en peligro. Más que querer hacer del sacerdote un hombre común y corriente, debemos ayudarlo a redescubrir el gusto por la oración, por la ascesis y por el ayuno, a la manera de los primeros apóstoles. De este modo, podrá acoger la gracia de entregarse totalmente a la misión y amar con un amor casto a aquellos a los que ha sido enviado. Así será, como escribió Juan Pablo II, un «testigo del amor esponsal  de Cristo».

¿En qué sentido es profético el celibato, como afirma el Papa Francisco?

El hecho de que el celibato del sacerdote sea tan controvertido es para mí la prueba de que desempeña su rol profético. En un mundo hiper erotizado, el celibato molesta. Sigue siendo incomprensible para los defensores de la «liberación sexual» («el que pueda entender que entienda», decía Jesús); muestra a los que viven un celibato no elegido que también viviendo solos se puede hacer algo hermoso de la vida; finalmente, es un signo de que Dios puede colmar nuestros anhelos más profundos. Es verdad que el celibato es una opción radical, pero cuando el Señor llama, nos toma por completo y nos da la gracia de seguirlo con alegría.



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