Variedad de
la creación
Ante esto, ¿qué
habrá que hacer? ¿Habrá que proferir insultos contra el Hacedor del mundo o
habrá más bien que adorarlo? Y no hablo de las cosas ocultas de su sabiduría.
Quisiera más bien que contemplaras la primavera, reteniendo la variedad de sus
flores que todas son iguales y a la vez distintas: el púrpura de la rosa y la
excelsa blancura del lirio. Pues, aunque ambos proceden de la misma lluvia y
del mismo suelo, ¿quién es el que las hace distintas y las construye? Quisiera
también que consideraras qué habilidad del único artífice es la que hace que
árboles de la misma clase sirvan a veces para dar sombra y a veces para
desparramarse en frutos diversos. Una parte de la vid se destina a la quema,
otra a convertirse en renuevos, otra en follaje, otra en horquillas y, por fin,
una última en uvas. Asómbrate también, en una caña, de la amplitud del espacio
que su autor puso entre sus nudos. En un mismo terreno salen serpientes,
jumentos, árboles, alimentos, oro, plata, cobre, hierro, piedra. Una es la sustancia
de las aguas, y salen de ellas las especies de los peces y de las aves, de
manera que unos nadan en el agua mientras las aves vuelan en el aire.
La inmensidad
del mar, dominada por el Creador
«Ahí está el mar,
grande y de amplios brazos, y en él, el hervidero innumerable de animales,
grandes y pequeños» (Sal 104, 25). ¿Quién podrá exponer la hermosura de los
peces que ahí viven? ¿Quién la magnitud de los cetáceos o la naturaleza de los
animales anfibios que viven tanto en la tierra árida como en el agua? ¿Quién
puede exponer la profundidad y la hondura del mar o el inmenso ímpetu de las
olas? Se mantiene, sin embargo, dentro de los límites que le ha fijado quien le
dijo: «Llegarás hasta aquí, no más allá..., aquí se romperá el orgullo de tus
olas» (Job 38,11). Explica claramente el mandato que se le ha impuesto el hecho
de que las olas, al retirarse, dejan una línea visible en las orillas. A los
que la ven se les indica así que el mar no habrá de pasar de los límites
establecidos.
El vuelo
excelso de las aves
¿Quién puede captar
la naturaleza de las aves del cielo? ¿Cómo es que unas poseen una lengua
experta en el canto, mientras otras poseen una gran variedad de colores en sus
plumas y algunas, como las aves de presa, se mantienen, en medio del vuelo,
inmóviles en el aire? Pues es por mandato de Dios por lo que «el halcón
emprende el vuelo, despliega sus alas hacia el sur» (Job 9,26). ¿Qué hombre
percibe cómo «se remonta el águila» a «las alturas» (39, 27). Pues si con toda
tu capacidad de pensar no puedes darte cuenta de cómo las aves se elevan a lo
alto, ¿cómo podrás entonces abarcar con tu mente al autor de todas las cosas?
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