En
el libro Benedicto XVI. Últimas
conversaciones, Peter Seewald hace notar a su entrevistado cómo su optimismo
inicial por los resultados del Concilio devino muy prontamente en escepticismo
y desencanto. Recuerda una frase dicha por él en una clase en Tubinga durante
el año 1967, donde advierte que la fe cristiana se encuentra envuelta «por una
niebla de incertidumbre… como en pocas ocasiones anteriores en la historia».
Era
inevitable que al caos doctrinal, litúrgico y disciplinar que siguió al Concilio
no dejara de tocar la conciencia de quienes habían jugado un papel protagónico
en las reformas conciliares. Por lo mismo, el confidente del Papa emérito le
pregunta derechamente:
«Como participante en
todo ello, como corresponsable, ¿no siente uno remordimientos»?
«Uno
sí que se pregunta si lo ha hecho bien. En especial cuando el conjunto se salió
de quicio en tan gran medida, esa fue una pregunta que ciertamente me
planteaba. El cardenal Frings sintió después remordimientos muy intensos. Pero
yo siempre tuve la conciencia de que cuanto de hecho habíamos dicho y
conseguido sacar adelante era correcto y además debía de acaecer. En sí,
actuamos correctamente, aunque sin duda no previmos bien las consecuencias
políticas y las repercusiones fácticas. Se pensó en exceso en lo teológico y no
se reflexionó sobre la repercusión que tendrían esas decisiones» (Benedicto
XVI, Últimas Conversaciones, Ed.
Mensajero, Bilbao 2016, p. 181).
Me
gusta la sencillez y transparencia de la respuesta de Benedicto XVI. Y recojo
esta simple lección: escarmentemos en cabeza ajena; no sea que por falta de
reflexión y previsión muchos monseñores, en el atardecer de sus vidas, se vean
atormentados por la angustia de fuertes remordimientos postsinodales.
El Papa Francisco, tengo un presentimiento, rectificará antes de morir.
ResponderEliminarEl Cardenal Frings, gran persona y gran hombre de Iglesia, no en vano sentía remordimientos muy intensos. Muchos Padres lo sentían después de firmar los Documentos. El mismo Cardenal Gaetano Cicognani, antiguo Nuncio en España y Prefecto de Ritos, murió al día siguiente de refrendar con su firma el esquema de lo que sería la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Reforma de la Liturgia. Le costó mucho firmar. Lo cuenta el Padre Manuel Garrido Bonaño OSB, en su libro sobre la Reforma Litúrgica publicado por San Pablo en Madrid.