«Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo
poco, yo te confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu Señor»
(Mt 25, 23)
Mons. Echevarría cruza la Puerta Santa de la iglesia
Prelaticia el pasado 13 de noviembre, tras la Misa de clausura del Año Santo de
la Misericordia.
Como
una vida santa vivida entre santos podría resumirse la existencia terrena de
Mons. Javier Echevarría. En efecto, Mons. Echevarría gasta gran parte de su
vida trabajando y colaborando junto a San Josemaría Escrivá y al Beato Álvaro
del Portillo, a quienes luego sucederá en el gobierno de la Prelatura del Opus
Dei. Se podría decir que casi no tuvo vida propia, porque su tiempo y su talento
lo puso en servir a esos dos gigantes de la Iglesia contemporánea para luego
servir a la entera familia de la Obra. Al llorar su partida, agradecemos a la Trinidad
Beatísima y a Nuestra Señora de Guadalupe el ministerio fecundo y humilde de
este hijo egregio de San Josemaría, cuya vida ha quedado bien plasmada en su
lema episcopal: Deo omnis gloria.
Dará aun más guerra desde el Cielo que en la tierra.
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